En un informe publicado el jueves, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que durante 2019 se desperdiciaron 931 millones de toneladas de alimentos. Para ilustrar la cantidad de alimento que fue a parar a la basura, la entidad dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) graficó que equivale a “23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, suficiente para dar siete vueltas a la Tierra”.

Esta cantidad representa 17% de la comida que llega al consumidor. Este porcentaje está compuesto por la comida que se tira en los hogares (11% del total), los restaurantes y casas de comidas (5%) y los comercios minoristas (2%).

“Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación y los residuos, entonces las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo deben contribuir para reducir el desperdicio de alimentos”, dijo la directora del PNUMA, la danesa Inger Andersen, al presentar las conclusiones de este informe.

Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que fijó la ONU para 2030 consiste en disminuir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos. Una acción de este tipo “reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero y la velocidad de la destrucción de la naturaleza que resulta de la conversión de la tierra y la contaminación. Al mismo tiempo, mejoraría la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”, afirmó Andersen, cuyas declaraciones fueron citadas por la agencia de noticias Efe.

Marcus Gover, director ejecutivo de WRAP, una ONG con sede en Reino Unido que trabajó en este informe junto al PNUMA, dijo que “durante mucho tiempo se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante sólo en los países desarrollados”, pero el índice de desperdicio de alimentos, publicado, muestra que “las cosas no son exactamente así”.

La investigación concluye que el fenómeno no se registra solamente en los países más desarrollados, sino que se extiende por el mundo. Sin embargo, el informe estima que puede haber diferencias entre la proporción de partes no comestibles en los alimentos que se tiran en los países ricos y en los pobres. Sobre este punto no existe una conclusión en el estudio porque el PNUMA no contó con datos al respecto para una cantidad suficiente de países.

Sí pudo concluir que, en promedio, el desperdicio mundial anual es de 121 kilos de alimentos per cápita, y si se toma en cuenta sólo lo que se tira en los hogares, es de 74 kilos per cápita por año. Mientras se desperdiciaban estas cantidades de alimento, en 2019, antes de la crisis económica generada por la covid-19, 690 millones de personas sufrían hambre y 3.000 millones no podían solventarse una alimentación saludable.

En su comunicado el PNUMA señala que revertir el desperdicio es también una estrategia para reducir el impacto de la pandemia en la economía.