El viernes se celebrarán en Irán los comicios presidenciales en los que se elegirá al sucesor del actual presidente de la nación persa, Hasán Rohaní.
Entre los siete dirigentes que competirán se destaca el clérigo Ibrahim Raisí, un político cercano al ayatolá Alí Jamenei y que incluso es considerado como su posible sucesor como máxima autoridad del país. En la actualidad, Raisí es titular del Poder Judicial y forma parte del ala más conservadora de la política iraní.
Los candidatos que podían haber resultado rivales fuertes para Raisí quedaron fuera de la competencia, de acuerdo a lo que informaron agencias internacionales de noticias. El Consejo de Guardianes, que debe aprobar a los candidatos, rechazó la postulación de figuras como el expresidente del Parlamento Alí Lariyaní, un dirigente moderado y reformista que tenía buenas perspectivas electorales, o el candidato que la mayoría de los partidos reformistas prefería, el exvicepresidente Eshaq Yahanguirí.
Otra de las candidaturas rechazadas fue la de Mahmud Ahmadineyad, el expresidente que terminó su gobierno entre fuertes protestas en 2013 y que ya intentó sin éxito volver a postularse hace cuatro años. Esta vez, Ahmadineyad dijo que si las autoridades no le permitían postularse tendrían “que responder ante la gente y ante Dios”. Agregó que, en ese caso, él declararía su desaprobación de estas elecciones y no participaría tampoco con su voto.
Con ventaja
Como candidato, Raisí, de 60 años, fue criticado por sus debilidades en cuanto a la oratoria y la preparación en materia económica, según la agencia turca Anadolu. Sin embargo, tiene un papel central en la política iraní y ya se puso a prueba en las elecciones de 2017. Aunque es un candidato ultraconservador, se presentó a aquella votación como un independiente, tal como lo hace ahora, y logró 38,5% de respaldo, pero fue superado por el actual presidente Rohaní.
A lo largo de la campaña electoral prometió luchar contra la corrupción, lograr “un Irán fuerte”, con un “auge de la producción” y una “gestión eficiente”, informó la agencia Efe. El próximo presidente tendrá entre sus tareas la de recuperar la economía, severamente afectada en los últimos dos años por la pandemia de covid-19 y por las sanciones que impuso Estados Unidos desde que Donald Trump decidió abandonar el acuerdo nuclear con Irán.
Los competidores de Raisí son cuatro conservadores: Mohsén Rezaí, excomandante de la Guardia Revolucionaria, Saíd Yalilí, que fue negociador nuclear y secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, y los diputados Amirhosein Qazizadeh Hashemí y Alireza Zakaní.
A ellos se suman dos candidatos moderados, el exvicepresidente Mohsen Mehralizadeh y Abdolnaser Hematí, que estuvo a cargo del Banco Central hasta hace poco, y a quien sus rivales responsabilizan por la devaluación que sufrió la moneda iraní frente al dólar en los últimos tiempos.
En cualquier caso, ninguno de los dirigentes moderados que compiten el viernes ha recibido el apoyo de los reformistas que respaldaban a Yahanguirí, que no pudo postularse. Se prevé que los votantes reformistas se sumen a la abstención por la falta de opciones que sintonicen con ese electorado.
En 2020 los conservadores ganaron las elecciones parlamentarias que servían como termómetro para estas presidenciales, y es probable que el nuevo gobierno iraní resulte más conservador que el del actual presidente, un moderado que ya cumplió dos mandatos.
Si Raisí gana las elecciones, ese triunfo lo llevaría a seguir en esta etapa uno de los pasos de Jamenei, de 82 años, que también fue presidente antes de convertirse en la máxima autoridad del país. Al comienzo de la campaña, la postulación del candidato conservador demoró en confirmarse, y hubo especulaciones acerca de que podía no contar con el visto bueno de Jamenei.
Sin embargo, el líder supremo iraní dio muestras de apoyo a Raisí en varias ocasiones en el pasado: cuando lo designó administrador de una fundación que está a cargo del mausoleo del imán Reza de la ciudad de Mashad, y también en 2019, al nombrarlo titular del Poder Judicial.