El Partido Comunista Chino (PCCh) siguió celebrando este jueves su centenario de fundación con un acto en que se afirmó el “irreversible” auge de China, la segunda economía del mundo, como potencia global. El presidente chino y secretario general del partido, Xi Jinping, afirmó que “China nunca volverá a ser sometida” mientras el partido esté en el gobierno.
Desde el mismo balcón desde el que Mao Tse Tung proclamó la República Popular China, Jinping dio el jueves un discurso de aproximadamente una hora en un tono más agresivo que de costumbre.
“El Partido Comunista y el pueblo chino declaran solemnemente al mundo lo siguiente: el pueblo chino se ha levantado. El tiempo en que el pueblo chino podía ser pisoteado, en el que sufría y era oprimido, ha terminado para siempre”, afirmó el mandatario durante su oratoria. En este sentido, señaló que se debe “acelerar la modernización de la Defensa nacional” porque “un país fuerte debe tener un ejército fuerte”, y exclamó que “el pueblo chino no permitirá nunca que fuerzas extranjeras lo intimiden y opriman. Quien lo haga se golpeará la cabeza ante una gran muralla de acero edificada por 1.400 millones de chinos”, haciendo referencia a la actual población del país.
Para sus primeros 100 años, el partido se había fijado el objetivo de “avanzar hacia una sociedad moderadamente próspera a todos los niveles”, algo que, según Jinping, se pudo alcanzar. En este sentido, el mandatario afirmó: “Hemos logrado una resolución histórica al problema de la pobreza extrema en China. Ahora avanzamos con paso decidido hacia el objetivo del segundo centenario: convertir a China en un gran país socialista y moderno en todos los niveles”.
Sobre la economía, Jinping aseguró que “únicamente el socialismo puede salvar a China, y sólo el socialismo con características chinas puede desarrollar a China”. Según el mandatario, estas características son las que lo convierten en “un modelo de gobierno más exitoso que la democracia occidental”.
En la plaza de Tiananmén se encontraba una multitud de más de 70.000 personas. Por la mañana, 56 cañones, que representaban a las 56 etnias que existen en territorio chino, arrojaron 100 disparos, uno por cada año desde la fundación del PCCh.
La cuestión taiwanesa
Durante su discurso, que se desarrollaba en paralelo a las celebraciones ordenadas por el gobierno en Hong Kong por los 24 años del regreso de este territorio a la soberanía china, Jinping afirmó que se debe tener “mano firme” para enfrentar cualquier “plan de independencia de Taiwán” y para conseguir “la reunificación del territorio chino”.
La isla de Taiwán se considera un Estado soberano, pero la histórica posición de China es que se trata de una provincia escindida. Sin embargo, si China utilizara la fuerza para recuperar la isla, podría forzar un enfrentamiento bélico con Estados Unidos.
El Congreso estadounidense aprobó en 1979 una ley llamada Acta de Relaciones de Taiwán que regulariza la continuación de las relaciones comerciales y culturales con la isla; hay un punto en que se menciona que el país occidental establece compromisos “para ayudar a Taiwán a defenderse a sí mismo”, que incluye, entre otras cosas, la venta de armas.
En este sentido, desde 2010 Estados Unidos vendió armas por un valor superior a 15.000 millones de dólares a Taipéi, la capital taiwanesa, bajo el argumento de que estas eran “de carácter defensivo”. A lo largo de los últimos 40 años, también se han realizado servicios de formación a los militares taiwaneses.
El texto de la ley es ambiguo respecto a si Estados Unidos debe socorrer o no a Taiwán ante una invasión china, lo que ha frenado los avances chinos sobre la isla. Sin embargo, durante el acto por el centenario del PCCh, Jinping sostuvo que el partido mantiene un “compromiso inquebrantable” con la unificación de Taiwán al resto del país y que “nadie debe subestimar la determinación, la voluntad y la capacidad del pueblo chino para defender su soberanía nacional y su integridad territorial”, en un claro mensaje a Occidente.
La situación de Taiwán no es la única sobre la que la comunidad internacional, principalmente la occidental, tiene los ojos puestos. La represión a las protestas en favor de la democracia en Hong Kong y las denuncias de violaciones a los derechos humanos contra la población de la etnia uigur en la provincia de Sinkiang también han generado críticas desde Estados Unidos y otros países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
De hecho, en la última cumbre de la Alianza Atlántica, tanto China como Rusia fueron señaladas como dos naciones que amenazan “un orden internacional basado en reglas”. En particular, la creciente inversión en armamento militar por parte del gobierno chino ha generado críticas desde ese sector de la comunidad internacional.