Muchas preguntas siguen rodeando el asesinato del presidente haitiano, Jovenel Moïse, aparentemente perpetrado por un grupo de mercenarios de varias nacionalidades.

Mientras la Policía haitiana informó el jueves que detuvo a 28 personas vinculadas con el crimen, dos ciudadanos haitiano-estadounidenses y 26 colombianos, continúa la búsqueda de los autores intelectuales del hecho, que agudizó aún más el estado crítico en el que se encuentra el país.

Se informó además que en la noche del miércoles fuerzas de seguridad atacaron a un grupo de presuntos mercenarios que habrían participado en el hecho y mataron a siete de ellos, dos de los cuales eran colombianos. De todas formas, las informaciones sobre el número de fallecidos en el ataque son contradictorias; por ejemplo, la oficina del primer ministro interino confirmó a CNN, citando cifras de la Policía haitiana, que fueron tres los hombres fallecidos.

En el momento de las detenciones, la Policía logró incautar en los vehículos de los atacantes numerosas armas, dinero, teléfonos celulares, pero además el servidor de las cámaras de vigilancia de la residencia presidencial y la chequera personal de Moïse.

El ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, confirmó este jueves que la Interpol solicitó información al gobierno colombiano y a la Policía Nacional sobre los presuntos responsables de este hecho. “Inicialmente, la información señala que son ciudadanos colombianos, miembros retirados del Ejército Nacional”, dijo el ministro y agregó: “Hemos dado las instrucciones por parte del Gobierno Nacional, a nuestra Policía y al Ejército, para que de inmediato se preste la colaboración en el desarrollo de esta investigación para que se esclarezcan estos hechos”.

La incertidumbre sirvió como chispa para que el jueves cientos de personas salieran a las calles de Puerto Príncipe, la capital del país, capturaran a presuntos sospechosos del crimen y prendieran fuego a vehículos que se cree que fueron utilizados en el ataque, según informó The New York Times.

Haití se encuentra por estas horas en estado de sitio, declarado poco después del asesinato de Moïse por el primer ministro interino, Claude Joseph. Estos hechos de violencia en la capital llevaron a que la comunidad internacional pusiera el foco sobre lo que está pasando en la castigada nación caribeña, la más pobre del continente. En este sentido, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llamó “a todos los actores políticos de Haití a abstenerse de cualquier acción violenta y de incitación a la violencia”. Helen La Lime, representante especial de la ONU en Haití, dijo a medios internacionales que un grupo de sospechosos se había “refugiado en dos edificios de la ciudad y ahora están rodeados por la Policía”. La diplomática estadounidense habló por teleconferencia desde Puerto Príncipe, después de informar al Consejo de Seguridad sobre las últimas novedades en el país en una reunión privada.

Si bien Moïse tenía numerosos opositores y enemigos políticos, no está claro desde dónde provino el ataque que terminó con su vida, y tras su asesinato surgieron muchas preguntas, particularmente, cómo los autores del hecho eludieron al equipo de seguridad del presidente para llevarlo a cabo.

Acerca de este punto, el diario haitiano Le Nouvelliste informó que la Fiscalía de Puerto Príncipe convocó a los agentes de seguridad del presidente a causa de la desconcertante facilidad con que los asesinos ingresaron a la casa del mandatario. “Le di delegación de poder a la Dirección Central de la Policía Judicial para escuchar a todos los agentes de seguridad cercanos al presidente Jovenel Moïse”, declaró Me Bed-Ford Claude, comisionado del gobierno de Puerto Príncipe. En el ataque en el que Moïse fue asesinado –recibió numerosos balazos en la cabeza y el pecho– su esposa Martine resultó herida y está siendo atendida en un hospital de Miami, pero sus dos hijos, así como una empleada y un guardia que estaban dentro de la casa, salieron ilesos.

El asesinato de Moïse profundizó además la enorme crisis política que vive el país desde hace largo tiempo. El poder del primer ministro interino, Joseph, fue cuestionado por Ariel Henry, un connotado médico a quien Moïse encomendó formar el nuevo gobierno dos días antes de su muerte, ocurrida en las primeras horas del miércoles. En una entrevista con Le Nouvelliste, Henry reclamó su lugar en el poder y cuestionó las atribuciones especiales que asumió Joseph tras el magnicidio. “Soy el primer ministro designado, Claude era un primer ministro interino que asumió el cargo de ministro de Asuntos Exteriores. Creo que tenemos que hablar entre nosotros. Se suponía que Claude iba a quedarse en el gobierno que yo iba a formar”, manifestó Henry.

El lunes, Moïse había publicado en su cuenta de Twitter una imagen del Diario Oficial en el que nombraba primer ministro a Henry: “Tendrá que formar un gobierno de apertura que incluya a las fuerzas vivas de la Nación, resolver el flagrante problema de la inseguridad y acompañar a la autoridad electoral en la conducción de las elecciones generales”, afirmó entonces el difunto mandatario, haciendo referencia a los comicios fijados para setiembre.

Henry contó que estaba “eligiendo” a los miembros de su equipo y destacó que estaba “muy avanzado” en la formación del gobierno.

“Necesito continuar, pero en el contexto actual creo que hay una oportunidad de diálogo para llegar a un acuerdo que nos permita ir a un mejor clima en las elecciones y tener un gobierno que también pueda crear ese clima”, agregó Henry.