El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, afirmó que, con la toma del poder por parte de los talibanes el domingo el país se encuentra “fuera de control” e inmerso “en otro capítulo caótico y desesperado, una tragedia increíble para su sufrido pueblo”, motivo por el cual los nuevos gobernantes deben dejar de realizar ofensivas militares y sentarse a negociar.

En una declaración emitida este lunes, Guterres afirmó que “dirigir ataques contra civiles es una grave violación del derecho internacional humanitario y equivale a un crimen de guerra”, por lo tanto, “los autores deberán rendir cuentas”.

El secretario general mostró su preocupación porque “los talibanes están imponiendo severas restricciones a los derechos humanos en las zonas bajo su control, especialmente contra las mujeres y los periodistas”.

En una publicación en su página web, la ONU informó que, al menos hasta el 12 de agosto, había “alrededor de 360.000 personas desplazadas que han sido expulsadas de sus pueblos”, varios de ellos arribando a Kandahar a raíz de los combates en la provincia de Helmand. La mayoría de las familias “dejó todo lo que tenía, lo poco que poseía, en las casas que ya no existen porque los combates fueron callejeros en la ciudad y todo quedó destruido”, señaló Mustapha ben Messaoud, jefe de Operaciones sobre el Terreno y Respuesta de Emergencia de Unicef en Afganistán.

Tras la toma del poder por parte de los muyahidines, se desató el pánico en Kabul y multitudes de afganos se trasladaron al aeropuerto capitalino, con la intención de subirse a alguna aeronave que los alejara del territorio ocupado por los talibanes. Según informó la agencia de noticias Reuters, se reportaron al menos siete fallecidos en diversos incidentes: siete en una avalancha y dos hombres armados, que murieron por disparos de soldados estadounidenses. A raíz de esta situación, la evacuación se suspendió por varias horas.

El domingo, luego de 20 años, los talibanes retomaron el poder de Afganistán y proclamaron un Emirato Islámico de Afganistán en lo que representó el cierre de un crecimiento del movimiento muyahidín, que comenzó a mediados de la década de 2010, luego de varios años de ocupación militar estadounidense. El presidente Ashraf Ghani huyó del país y el embajador de Estados Unidos fue evacuado al aeropuerto de Kabul tras abandonar la embajada estadounidense, mientras los diplomáticos buscaban desesperadamente destruir material sensible antes de ser trasladados por aire a un lugar seguro.

En Uruguay, la cancillería emitió un comunicado en el que manifestó su “grave preocupación por el rápido deterioro de la situación” en Afganistán y pidió “que las partes en conflicto respeten en forma estricta y completa las obligaciones del derecho internacional humanitario, especialmente aquellas que se refieren a la protección de la población civil”.