La represión a la primera protesta masiva en Afganistán contra los talibanes dejó un saldo de tres muertos y al menos 12 heridos, según informó la agencia Reuters. Los militantes muyahidines abrieron fuego contra los manifestantes en Jalalabad, una ciudad ubicada a 150 kilómetros de la capital, Kabul.

Según informó la agencia Efe, las protestas se convocaron para reclamar que se mantenga como oficial la bandera tricolor negra, roja y verde con el emblema del Estado afgano en blanco. Esta bandera, que empezó a utilizarse en 2004 y sufrió algunos cambios en 2013, cuando entró en vigencia la nueva constitución afgana, representa a la República Islámica de Afganistán.

Al tomar el poder el domingo, los talibanes anunciaron que dejarían de utilizar esta bandera y la cambiarían por la que implementaron cuando gobernaron el país entre 1996 y 2001, una bandera de fondo blanco con la shahada o profesión de la fe islámica en el centro, que representa al Emirato Islámico de Afganistán.

Según informó Al Arabiya News, dos de los manifestantes muertos portaban banderas de la República Islámica. La agencia Pajhwok Afhgan News publicó más temprano una serie de videos en su cuenta de Twitter en los que se ve a varios manifestantes que portan la bandera republicana huyendo, al tiempo que se escuchan disparos. Según el mismo medio, varios periodistas que cubrían las protestas resultaron agredidos.

El martes, Enamullah Samangani, miembro de la comisión cultural de los talibanes, anunció una “amnistía general” para los ciudadanos, en particular para los funcionarios públicos, para que regresen a sus puestos de trabajo con el objetivo de mantener la estabilidad en el país. Más allá de este mensaje, enviado a través de una cadena estatal de televisión, existe gran desconfianza hacia las medidas que puedan tomar los extremistas, que cuando ocuparon el poder en la década de 1990 lo hicieron a fuego y sangre, con una interpretación ultraconservadora del islam que incluía castigos tales como la muerte por lapidación o el corte de manos.

Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo que “dada la historia reciente”, las declaraciones de los talibanes “han sido recibidas con cierto escepticismo”. “Ha habido muchos avances en materia de derechos humanos que se han ganado con esfuerzo en las últimas dos décadas. Deben defenderse los derechos de todos los afganos”, indicó.

El líder de los talibanes, el mulá Abdul Ghani Baradar, llegó el martes a Kandahar desde Doha, Catar, donde mantuvo conversaciones con Estados Unidos para negociar la paz, sin éxito.