Debido a una “fuerte sequía” y al “aumento de la demanda” de Brasil, también por la falta de lluvias en su territorio, Uruguay aumentó en 2021 su producción de energía por medio de las centrales térmicas ‒el método más contaminante‒ “tres veces respecto a 2020 y 5,8 veces respecto al promedio del quinquenio anterior”. La utilización de este tipo de fuentes en la matriz eléctrica “llegó al 17,4%, el registro más alto desde 2012”, según un informe de la consultora SEG Ingeniería con base en datos de UTE.
“En 2021 la generación de electricidad en Uruguay fue 82,6% renovable, la menor participación desde 2012”, dice el informe divulgado en Twitter, que añade que la matriz de generación eléctrica se distribuyó de la siguiente manera con los datos anuales cerrados: 35,4% eólica, 36,7% hidráulica, 17,4% térmica, 7,3% biomasa y 3,1% fotovoltaica. Además, la publicación destaca que “la sequía que afecta al país desde 2020 ubica al bienio [junto a 2021] como el de menor generación y participación de la hidroelectricidad en 18 años”.
Pero el agua no fue el único elemento que mostró menor presencia en el año. “Por primera vez desde su incorporación a la matriz de generación en 2008, la producción de energía eólica cayó en términos anuales en 2021”, dice el informe.
Los factores climáticos también incidieron en Brasil, que tuvo una crisis de generación energética y debió comprarle a Uruguay electricidad a precios extraordinarios. Esto derivó en ganancias para UTE y también para Ancap, que le vende el gasoil para prender las centrales térmicas. Esos ingresos extraordinarios para la petrolera estatal, estimados en 50 millones de dólares, fueron el motivo que presentó el gobierno para no variar el precio de los combustibles en los últimos meses, pese al alza del crudo.
La energía eléctrica, según el informe con los datos anuales de exportación que publicó la agencia estatal Uruguay XXI, fue el sexto producto que más divisas generó para el país en 2021, y fue el que más aumentó desde 2020 [632%]. Sin contar el último bimestre, cuando cayeron los envíos hacia Brasil, se exportaron 2.600 gigavatios-hora [GWh], más del doble que en 2020 y un poco menos que en 2019, cuando fueron casi 3.000.
“La exportación de energía eléctrica alcanzó 594 millones de dólares en 2021. Esta cifra marca un incremento muy fuerte frente a años anteriores, debido a que los precios de exportación de 2021 fueron muy superiores”, dice el informe de Uruguay XXI.
En conversación con la diaria, el director de SEG Ingeniería, Ernesto Elenter, manifestó que Brasil “depende mucho de la energía hidroeléctrica”, y que, por tanto, la sequía “muy fuerte” que sufrió en 2021 “le complicó realmente la vida”.
El vicepresidente de UTE, Julio Luis Sanguinetti, dijo a la diaria que las centrales térmicas se prendieron fundamentalmente para vender energía a Brasil, aunque “en algunos picos” hubo que utilizarlas “para el abastecimiento nacional”, ya que se registraba una “sequía de agua” y también “de vientos”. Igualmente, a pesar del incremento en su utilización, Sanguinetti dijo que “el sistema térmico, con la nueva composición de la matriz energética, es estrictamente respaldo”.
“Contamina lo menos posible”
Entre las centrales térmicas con las que cuenta UTE se encuentra una inaugurada durante el último período de gobierno del Frente Amplio (FA), que está ubicada en el departamento de San José y es de ciclo combinado, por ende “contamina lo menos posible”. En este sentido, Sanguinetti expresó que Uruguay está “dentro de los parámetros de sustentabilidad”, ya que “es un caso a estudio por el cambio de matriz que hizo”.
Consultado al respecto, el presidente de UTE entre 2010 y 2020, Gonzalo Casaravilla, dijo a la diaria que en 2019, cuando se exportó un volumen similar de energía, se hizo en su mayoría con fuentes renovables, algo inviable en 2021 debido a los factores climáticos. A su vez, manifestó que la producción con combustibles fósiles “evidentemente tiene un impacto” en el ambiente, pero si se analiza “desde el punto de vista de la región”, la emisión no hubiera sido “evitada” de no encender Uruguay sus térmicas, ya que “Brasil hubiese utilizado máquinas más ineficientes” para producir la misma energía.
“Nosotros tenemos un ciclo combinado que mejora la eficiencia desde el punto de vista de la cantidad de emisiones [de gases de efecto invernadero] asociadas con la energía generada”, dijo el exjerarca. Además, evaluó que en virtud de esto hay una “mejora” a nivel regional, aunque “desde el punto de vista local uno podría decir que Uruguay estuvo con mayores emisiones” en comparación con años anteriores, “porque efectivamente el régimen térmico tiene esa consecuencia”.
Sin embargo, Casaravilla resaltó que las centrales térmicas no son el principal problema ambiental de Uruguay, ya que “la gran emisión, pero por lejos, es la que tiene que ver con el transporte, e incluso con el metano de la producción agropecuaria”, o sea que “no cambia mucho la cuenta” el aporte del sector eléctrico.
Elenter, de SEG consideró que, “acostumbrados a que sólo 3% de la electricidad venía de combustible fósil” en los últimos años, pasar a 17% “es un salto bastante grande”, pero aseguró que eso se debe sopesar con lo que significó para Uruguay “un negocio de cientos de millones de dólares de ganancia” por las ventas a Brasil.
En cuanto a la mejora en los precios de exportación en comparación a 2019, Casaravilla señaló que “eso se debe a la demanda de Brasil” por la escasez, pero advirtió que “en estas cosas no sirve el exitismo; hay que saber que el tema de las interconexiones, la exportación e importación, es de ida y vuelta”. “Hoy circunstancialmente Brasil tiene esta situación, pero a futuro puede revertirse”, explicó.
Mientras tanto, Sanguinetti aseguró que las mejoras en los números de UTE durante 2021 no son suficientes para bajar las tarifas, ya que estas “están asociadas al costo de producción interno, no al ingreso del exterior, que es extraordinario”. “Yo no puedo hacer un presupuesto sobre un ingreso extraordinario de un mercado que no controlo”, dijo en referencia a las exportaciones a Brasil.