Una camioneta y un camión pequeño subieron en la mañana del viernes 29 de julio la cuesta del Cerro rumbo a la Fortaleza. Unos metros antes de llegar al monumento histórico se ubica el asentamiento, que ya tiene más de 20 años. Hoy viven allí cerca de 130 personas, la mitad de ellas, niños, niñas y adolescentes. Hasta hace poco tiempo, el único acceso al agua potable que tenían era una vieja canilla común alejada en algunos casos hasta dos cuadras de las viviendas, a donde peregrinaban las familias -mayormente mujeres y niños- para conseguir agua para bañarse y para beber.

El realojo del asentamiento se demoró tres largos años. En junio de 2019 era una certeza: la Intendencia de Montevideo (IM) había comprado un terreno en la zona del Cerro, y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) ya había iniciado el proceso de licitación para la construcción de 36 viviendas. Pero cambió el gobierno y finalmente el MVOTMA no concretó la construcción y, a cambio, ofreció a las familias utilizar el mecanismo de compra de vivienda usada para concretar el realojo.

Paola se despide de vecinos.

Paola se despide de vecinos.

Foto: Federico Gutiérrez

Ahora está previsto que el traslado de las 39 familias que hoy viven en el asentamiento se realice en tres etapas, durante todo este año y el próximo. La primera en mudarse, el viernes, fue la presidenta de la comisión vecinal, Paola Sosa, junto a su compañero y sus cuatro hijos. Algunos vecinos se acercaron a observar el traslado.

“Es importantísimo que la gente vaya avanzando. Hace años que se está luchando por esto. Esperemos que después de que se vaya la presidenta, no nos tranquen a nosotros las viviendas”, comentó Andrea Rodríguez, que vive en el lugar desde hace 25 años. Recuerda que al principio, antes de que pusieran la canilla de OSE, “pinchaban” agua de la Fortaleza. “Después hicimos de todo, quemamos gomas, hasta que nos pusieron una canilla”. Paola le responde: “No me voy a quedar tranquila hasta que se vayan las 39 familias”.

Desde la IM explicaron a la diaria que hay un convenio firmado entre la intendencia y el ministerio para el realojo de hasta 42 familias. Algunas otras familias ya firmaron sus boletos de reserva. Está planificado que, cuando estén todas las familias mudadas, el lugar se acondicione y se deje sin edificaciones, como parte del parque Vaz Ferreira.

Axel y Martina en su nueva casa.

Axel y Martina en su nueva casa.

Foto: Federico Gutiérrez

Paola quiere ponerle nombres al agradecimiento: Gonzalo Reissig, del ministerio; Sebastián Moreno, director de Tierras y Hábitat de la IM; y la organización Oeste Social, a la que pertenece.

La nueva casa de Paola y su familia tiene un jardín con una pequeña huerta, un patio pequeño con parrillero. Y un baño amplio. “Prender el calefón y darme un baño”, responde Paola ante la consulta de qué es lo primero que va a hacer en la casa. Axel, uno de sus hijos, de diez años, barre mientras comenta que ahora podrá invitar a sus amigos a festejar su cumpleaños. Martina, de siete años, observa con atención la huerta. “Ella es la loca de las plantas”, explica su madre.

La vivienda está a pocas cuadras del asentamiento. Axel quiere volver, pero de visita. Ya tiene nuevos planes: va a “correr, saltar, trapear” los pisos, que ya no corren peligro de derrumbarse por esas manifestaciones de alegría.