Este martes comenzó con un paro de 24 horas de los docentes de secundaria en Montevideo y con al menos ocho centros educativos ocupados, ambas medidas para pedir más presupuesto para la educación y en contra de la reforma educativa que impulsa el gobierno. Ante esto, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, dijo que el conflicto “es parte de esta clase de procesos. Es muy excepcional intentar introducir cambios en la educación sin que ocurran estas cosas”.

En diálogo con Desayunos informales, el jerarca subrayó este martes que sobre la reforma hay “oposición de los sindicatos y en particular de ciertas dirigencias sindicales. Uno anda mucho por ahí, anda por el interior, hay una cantidad enorme de docentes que dicen ‘sigan adelante’, ‘hay que cambiar cosas’, ‘no estamos bien’. De modo que a veces se ve la parte más ruidosa, pero no se ve un apoyo muy extendido que hay dentro del sistema educativo, más el apoyo ciudadano que también es muy grande”.

Consultado sobre la posición de las asambleas técnico docentes, a las que no sólo van docentes sindicalizados y también se posicionaron contrarias a la reforma, Da Silveira dijo que son “una opinión a atender” y admitió que “se han manifestado de una manera bastante crítica”. Más adelante insistió con que “están en contra tajantemente los sindicatos, no los docentes. Son muchos más los docentes de los que participan de las ATD, e incluso ahí se toman decisiones por mayoría. No es verdad que los cambios educativos que no cuentan con el apoyo de los docentes fracasan. Les voy a poner un ejemplo: Ceibal nació con la oposición radical de los sindicatos, y sin embargo fue un caso de éxito”.

“Tenemos una enseñanza que castiga especialmente a los pobres. Los que más rápido abandonan, los que más repiten, a los que les va peor en términos de aprendizaje son los pobres. No cambiar es volverse cómplice de eso. Oponerse a todo cambio es decir 'yo quiero que los pobres sigan siendo perjudicados'. Y esa no es una posición muy sostenible”, esgrimió.

Para el ministro “la idea de que no se está dialogando es un relato que se establece pero no coincide con la realidad”, y apuntó que en órganos centrales hay representantes docentes y se han mantenido varias reuniones generales para conversar y analizar la reforma educativa. Asimismo, dijo que el gobierno viene “discutiendo este tema hace tres años. Antes de ser gobierno pusimos sobre la mesa el tema de la transformación educativa, acá nadie puede decir que está sorprendido, que no se lo veía venir. En el Compromiso por el País se hablaba de esto”.

En esta línea, Da Silveira sostuvo que “ha habido un montón de tiempo en el que quienes podían discutir preferían no discutir. La actual oposición y los gremios eligieron no discutir esto, se dedicaron a decir cosas horribles. Luego vino el proceso de aprobación de la LUC [ley de urgente consideración], que genera la base jurídica para todo esto; las discusiones fueron por cualquier lado, se dedicaron a decir mentiras. Son tres años en los que nosotros decíamos qué íbamos a hacer, y estábamos dispuestos a discutirlo. Ahora, como perdieron las elecciones, perdieron la LUC, dicen ‘vamos a sentarnos a discutir’; no, ahora es la hora de actuar”.

El ministro insistió con que el gobierno tiene “un mandato ciudadano” que cumplir y aseguró que están “dispuestos a explicar, convencer, a recoger objeciones, a discutir problemas de aplicación”, pero “no a revisar el rumbo”. “Nosotros dijimos que queríamos ir por otro camino y esa discusión está zanjada, tenemos toda la legitimidad democrática para hacerlo. No vamos a modificar un rumbo que tiene una inmensa legitimidad democrática”, afirmó.

En cuanto a la resolución del conflicto, Da Silveira mantuvo la misma línea en que se expresó el presidente Luis Lacalle Pou: “No somos nosotros los que ocupamos, los que tienen decisión de decir cuándo se termina esto son los que ocupan y paran. Vamos a desocupar cada vez que se ocupe, con serenidad, con respeto, sin dar palo como pasó en otra época, porque es una medida de fuerza que vulnera el derecho del estudiante que quiere ir a clase y del funcionario que quiere trabajar”.

Asimismo, dijo ser optimista en que este conflicto no pondría en jaque la reforma. “Creo que el apoyo ciudadano es muy grande. Hay una parte muy significativa de los docentes que quiere cambios, porque no les gusta trabajar en un sistema que expulsa al 60%, que castiga a los pobres, y están dispuestos a explorar nuevos caminos. No pensemos que lo que hace más ruido es lo que determina el curso de los acontecimientos”.