“Los huesos de mujer son gráciles”, decía Leila Guerriero en su crónica “El rastro en los huesos”. La lluvia, mansa, acompañaba los pasos por 18 de Julio. No era 20 de mayo pero había carteles con fotos en blanco y negro y silencio. Hace poco más de seis meses que el Grupo de Investigación en Antropología Forense, que trabaja en la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos, encontró huesos en el Batallón 14. “La cal que recubría su cuerpo por debajo y por arriba, junto a una loza de entre 1.70 y dos metros, muestra clara de la intención de ocultamiento, el cuerpo boca abajo, sin vestigio de prenda alguna”, describiría la proclama, minutos más tarde.
Despojada de toda humanidad, la mujer que hasta ahora no pudo ser identificada fue hallada el 6 de junio a pocos metros de donde se encontraron los restos de Julio Castro en 2011 y los de Ricardo Blanco en 2012. Dos meses pasaron desde el hallazgo para que, en una conferencia de prensa, el GIAF y Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos anunciaran que no había sido posible identificarla, porque no había ninguna muestra de ADN guardada en el banco de datos en Córdoba que coincidiera con lo extraído de los huesos.
Seis meses pasaron hasta ahora, en los que la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad comenzó a trabajar en la hipótesis de que se trata de Amelia Sanjurjo, y Madres y Familiares intensificó su campaña de recolección de muestras de ADN, con el objetivo de engrosar la base de datos. Sin embargo, por el momento no hubo resultados. Por eso, con lluvia, carteles y silencio, se convocó a una marcha para este miércoles. La diferencia este 20 de diciembre fue que la consigna “que nos digan dónde están” se cambió por “que nos digan quién es”.
La lluvia arreciaba mientras la marcha de poco más de una cuadra comenzaba a agolparse en torno al escenario instalado en la plaza Cagancha. La proclama, en la voz de una joven, Laura Boiani, nieta de Otermín Montes de Oca, desaparecido en 1975, preguntó: “¿Quién es? ¿Qué le hicieron? ¿Por qué?”. “Nos urge nombrarla, nos urge darle un nombre; necesitamos saber quién es, qué nombre lleva, quién fue, cuál es su historia”, y saber “si bailaba, si reía, si tenía sueños o miedos, cómo era su pelo, cómo eran sus ojos, poder abrazarla y refugiarla”, y “arrancarla finalmente de las garras de quienes apagaron su vida”, continuó Boiani.
En el Batallón 14, leyó Boiani, “se volvió a reafirmar algo que venimos exigiendo hace mucho tiempo: son las Fuerzas Armadas (FFAA), asesinas y cobardes, las que ocultan la verdad, las que mantienen secuestrados a nuestros familiares”, y es justamente a ellas “a las que hoy les exigimos nuevamente que hablen, que rompan el pacto de silencio, que digan de una vez por todas la verdad”.
Entonces, la proclama aludió directamente a la responsabilidad del presidente, Luis Lacalle Pou: “No podemos olvidar que [las FFAA] obedecen a una jerarquía superior que puede y debe ordenar la búsqueda y entregar la información”; por tanto, los familiares exigieron que el mandatario “actúe y esté a la altura”. “Es él el comandante en jefe” y quien “puede dar la orden”, insistieron.
En ese sentido, llamaron a no olvidar que “no hay democracia plena con impunidad”, y por eso “el presidente debe responder, el ministro de Defensa debe responder”. Boiani planteó que es un tema en el que no se puede “hacer rédito, midiendo quién hizo más y quién menos”, y que lo concreto es que “quienes pueden y deben actuar hoy no lo hacen”.
La marcha se dio un día después de que la Cámara de Senadores aprobara el proyecto de ley de prisión domiciliaria para mayores de 70 años, cuestionado por considerar que podría beneficiar a los perpetradores de delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. “Nos encontramos hoy con discursos e intentonas negacionistas, con actores que llegan incluso a reivindicar o justificar el terrorismo de Estado”, recordó la proclama.
“Vemos proyectos de ley y leyes ya aprobadas que intentan reescribir la historia o que buscan premiar con beneficios a criminales de lesa humanidad. Ante esto, se hace urgente continuar trabajando por la construcción del ‘nunca más terrorismo de Estado”, continuó Boiani, y exigió “que los criminales hablen” a las autoridades, “que entreguen los archivos y se rompa el pacto de silencio”, y “a quienes mantienen secuestrada la verdad hoy” que “digan quién es nuestra compañera hallada en el batallón número 14”.
Zaffaroni: “El fondo de este crimen sigue sucediendo, sigue sostenido”
Bajo una capucha para refugiarse de la lluvia cada vez más incesante, Elena Zaffaroni dijo a la diaria que la idea de la marcha fue “reforzar el compromiso de seguir hasta que la identifiquemos” a la mujer hallada en junio, además de “poner en el centro, a fin de año”, la responsabilidad del Estado, “que es lo que sigue faltando y lo que ha faltado en todos estos años”.
“Más allá de que se hayan hecho avances, vemos que el fondo de este crimen sigue sucediendo, sigue sostenido” y, en este sentido, “no se han buscado los archivos, no se han exigido que se publiquen, no se ha exigido esa colaboración”, consideró Zaffaroni. Recordó que este año se cumplieron 50 años del golpe de Estado, fecha que también tuvo algo de “central” en la convocatoria.
La campaña de donaciones de muestras de ADN “la tenemos hace mucho, pero se hace en impulsos, cada vez que aparece un resto”, y al mismo tiempo se tiene “una mesa de trabajo junto a la Fiscalía, el GIAF, el EAAF”, que aporta desde Argentina. Pero lo que aún falta “es información, compromiso del Estado para exigir, para informar, para ser proactivo, para tomar esto realmente como debe ser” y conformar “una política de Estado” al respecto, sentenció Zaffaroni.