Uno de los efectos de la incendiaria declaración de la exvicecanciller Carolina Ache por el caso Marset en Fiscalía fue la renuncia automática del canciller Francisco Bustillo, quien fue reemplazado por el ministro de Industria, Energía y Minería (MIEM), Omar Paganini, quien a su vez fue sustituido por Elisa Facio, que hasta ese momento se desempeñaba como directora de Secretaría del MIEM.
La meta de Facio para el restante año y medio de gobierno, según contó a la diaria, es “seguir con los lineamientos” que trazó Paganini, que incluyen el desarrollo del incipiente sector del hidrógeno verde y la promoción del programa Uruguay Innovation Hub, así como la aprobación de la nueva ley de medios.
Ingeniera de Sistemas de Computación por la Universidad de la República (Udelar) y autodefinida wilsonista, Facio está a favor de la desmonopolización de Ancap y no ve razones para limitar la cantidad de licencias de radio y televisión por titular. “Es un tema más bien filosófico”, señala. Asimismo, considera que el hidrógeno verde debería fomentarse del mismo modo que la forestación, a través de una política de Estado, porque “las inversiones que hacen los privados son inversiones que el país no tiene que hacer”.
¿Cuáles son los principales objetivos del MIEM para el último tramo del gobierno?
Seguir con los lineamientos que ya estaban planteados por parte del ministro Paganini y en particular con algunos temas que a mí me interesan especialmente, como continuar con toda la estrategia del hidrógeno verde. Tenemos cuatro proyectos encaminados. También impulsar el Uruguay Innovation Hub, que es un programa que se impulsó desde el MIEM y que el año pasado empezó a tomar forma; se está construyendo un edificio en el LATU donde se va a instalar. La idea del programa es generar un ecosistema para emprendedores y para que empresas de innovación puedan crecer y exportar al mundo, empresas uruguayas y también empresas del exterior. Y en lo que tiene que ver con la legislación, mandamos al Parlamento dos leyes que nos interesa que se aprueben: una es la ley de medios y la otra es la ley del tratado común de patentes.
¿Existe la posibilidad de que alguno de los proyectos de hidrógeno verde se concrete en este gobierno?
Para eso estamos trabajando, para que se concrete uno o más de uno. Son iniciativas privadas. Hay dos que tienen la particularidad de que fueron convocatorias públicas; por ejemplo, el piloto que se está haciendo para el transporte de camiones de UPM es una convocatoria del MIEM. Se hizo un llamado abierto, en el que se presentaron muchas empresas, y hay una empresa que ganó y es la que está desarrollando el proyecto.
La Rendición de Cuentas de 2022 modificó la carta orgánica de Ancap y fijó entre los cometidos de la empresa pública la producción de hidrógeno verde, ¿con qué propósito?
Ancap es la empresa del Estado que tiene el manejo de los combustibles, y un derivado del hidrógeno son los combustibles, o sea, con el hidrógeno podés generar amoníaco, fertilizantes o combustibles. Es una de las posibilidades. Por eso fue que se incluyó, para que [Ancap] no quedara por fuera, porque algún día puede ser que los combustibles fósiles ya no se utilicen y Ancap se tenga que reinventar; es como una forma de ir acompañando lo que nosotros entendemos que va a ser una transición que no va a durar menos de 30 años.
¿El hidrógeno verde debería tratarse como una política de Estado, como la forestación?
Es un poco como lo estamos visualizando, como un sector de exportación que el país no tenía y que desde la visión de los gobernantes de la época se vio la posibilidad de que la forestación pudiera ser en algún momento un sector de industrialización, exportación y de generación de divisas para el país. De la misma manera se ve al hidrógeno verde. El hidrógeno verde es el que se genera con energías renovables; cómo generás el hidrógeno es lo que lo hace verde o no verde. Y como Uruguay tiene una matriz energética con más de 90% de energías renovables, y además todavía tiene mucha capacidad de generar más energía renovable, tenemos una oportunidad de generar hidrógeno verde.
Además, esa potencialidad de Uruguay se combina con que el hidrógeno es algo con lo que vos podés exportar energía. Lo que pasa con la energía es que si vos no estás conectado con un cable no la podés exportar. Nosotros exportamos a Brasil y Argentina porque estamos conectados, pero si queremos exportar a Europa ya no podemos. En cambio, el hidrógeno es una posibilidad para exportar energía, limpia, desde acá. Lo que queremos con los [proyectos] pilotos es que cuando esto explote como negocio en el mundo, algo que nosotros estamos convencidos de que va a pasar, ya haya gente que sepa de esto en Uruguay.
Siguiendo con el paralelismo, una de las críticas al modelo forestal es la comparación entre los beneficios que otorga el Estado y lo que deja el sector. En ese sentido, ¿qué le puede dejar el hidrógeno verde al país?
Yo creo que siempre está bien impulsar estas cosas y siempre está bien que el Estado se preocupe de dar los lineamientos, porque en definitiva es responsabilidad del gobierno ver por dónde el país puede seguir generando ingresos y divisas para mejorar la calidad de vida de su población. La responsabilidad del gobierno es esa. Los incentivos se necesitan para que las inversiones vengan, y las inversiones que hacen los privados son inversiones que el país no tiene que hacer. ¿Cuál sería la alternativa para darle mayores ingresos al país? Hacer las inversiones el propio país. ¿Y eso cómo se hace? Con deuda. Estamos hablando de un país que tiene una deuda y que para invertir siempre tiene que endeudarse más. Nosotros vemos que si invierte el privado no tiene que invertir el país, que también invierte por la vía de los incentivos, pero no por la vía de la deuda.
En el caso del proyecto en la localidad de Tambores, desde la academia advierten sobre el eventual uso de agua subterránea para producir el hidrógeno, ya que es un recurso que demora muchos años en renovarse. ¿Qué se responde a esto?
Primero, que la cantidad de agua que se necesita para generar un proyecto de estos es muchas veces menos que la que se necesita para otras industrias, y no voy a nombrar a ninguna para que nadie se ofenda. Después, otra discusión es si realmente se utiliza agua subterránea o no. Y la otra conversación es si el agua está ahí estancada y es una reserva que tú vas a poder conservar, o es agua que sigue fluyendo y se va al Río de la Plata. Por ejemplo, el proyecto de Paysandú toma agua del río Uruguay, y el agua no se queda ahí esperando que alguien alguna vez la utilice para algo. El agua sigue fluyendo, entonces, ¿qué estás conservando? Además, todos los proyectos pasan por el Ministerio de Ambiente. Muchas veces viene un temor de que se vaya a perder lo que es soberanía o un patrimonio del país, [cosas] que con estos proyectos no están ni cerca de estar en riesgo.
Ley de medios y reforma del mercado de combustibles
¿Por qué el MIEM tiene como prioridad la aprobación de la nueva ley de medios?
Nosotros entendemos que la ley tiene cosas de muy difícil aplicación y que no es sano que haya cosas que casi no se pueden controlar, cosas que son casi como una policía del pensamiento. De alguna manera es ir en contra de la libertad de prensa, si me pongo a juzgar si te doy el permiso si me gusta lo que hiciste, o no te renuevo el permiso si no me gusta lo que hiciste. Eso lo vemos medio cuestionable.
Igual eso nunca se aplicó.
Bueno, pero no está bien que haya una ley que no se aplica.
La nueva ley de medios, ya aprobada en Diputados, aumenta el máximo permitido de licencias de radio y televisión por titular. ¿En qué se justifica ese aumento?
La verdad, no tengo una respuesta para ese punto. Nosotros realmente pensamos que no tiene por qué haber límites en esas cosas, pero es un tema más bien filosófico, de que no haya limitaciones.
Desde el oficialismo han reconocido que, en caso de aprobarse, la ley podría quedar obsoleta en poco tiempo porque no regula los medios en las plataformas digitales. ¿Por qué no se incluyó ese aspecto?
Imaginate, con lo difícil que es sacar la ley, si además se hubiera metido todo lo otro... Hubo varios proyectos y algunos tenían muchas más cosas, pero tenían menos posibilidades de salir. Lo otro lo hacía más complejo.
Desde que asumió, el gobierno se propuso reformar el mercado de combustibles para que haya menos regulación y más competencia. Hasta ahora ¿hay satisfacción con lo que se hizo?
No se pudo hacer todo lo que se quería. De todas maneras, hubo cosas que se hicieron; por ejemplo, darle más competencias a la Ursea [Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua] y que no todo esté en manos de Ancap, que termina siendo juez y parte, porque es una distribuidora y además regula su competencia, como era en el esquema que estaba antes. Eso se ha ordenado mucho. El gobierno cuando empezó era más ambicioso; es verdad que se pretendía una mayor desregulación, [pero] a veces no se puede ir tan rápido como se pretende.
Aunque no lo logró, Paganini era partidario de la desmonopolización de Ancap. ¿Estás en la misma línea?
Sí, yo comparto lo que pretendía Paganini. Igual entiendo que todo lo que se hizo es muy bueno y va en ese sentido, se han dado muchos pasos. En el espíritu de Paganini y al final del día uno pensaría que una mayor liberalización es mejor, pero un principio tienen las cosas y esto es un buen principio.
Lo ideal, entonces, sería la desmonopolización de Ancap.
Sí, como pasó, por ejemplo, con UTE. Antes tenía el monopolio de la generación [de energía], hoy ya no lo tiene, y eso fue bueno para el país y no fue malo para UTE, porque no se fundió. Es más, yo siempre me pregunto qué hubiera pasado con toda la sequía que tuvimos si no hubiéramos tenido toda la eólica y toda la biomasa que teníamos. Hubiéramos tenido que importar todo el petróleo para poder tener energía. Para mí ese es un ejemplo claro de que la desmonopolización no va en contra de la empresa pública. Es igual que cuando se iba a fundir Antel con la portabilidad numérica; si te acordás de los ríos de tinta que se escribieron, que estábamos entregando la empresa pública... Y la portabilidad numérica ocurrió y la empresa pública está mejor que nunca. A veces son fantasmas que se agitan, que no son.
Jorge Gandini y el wilsonismo
¿Desde cuándo militás en el Partido Nacional (PN)?
Desde hace mucho tiempo estoy vinculada a Por la Patria, [aunque] no tenía una militancia visible porque era presidenta de ANDA y tenía una inhibición para hacer política partidaria. Pero sí estuve vinculada desde hace mucho tiempo, participando sobre todo en equipos técnicos.
¿Sos wilsonista?
Soy wilsonista.
¿Y cómo definís el wilsonismo?
Para mí el wilsonismo es un movimiento esperanzador. Vos lo escuchabas a Wilson y te entusiasmabas, pero te entusiasmabas con una cosa de esperanza, de que el país es fantástico y de que podemos vivir muy bien con alegría. También está la dinámica más social que siempre tuvo el wilsonismo y que hoy tiene el sector Por la Patria: preocuparse por el tema educación, por el tema ciencia y tecnología. A mí me parece buenísimo que el senador [Jorge] Gandini siempre esté peleando el peso para la Udelar. Yo soy re fundamentalista de la Udelar, todos mis hijos estudiaron en la Udelar. Eso es lo que más me copa del espíritu wilsonista: creer en el país y creer positivamente con entusiasmo y esperanza.
¿Eso hoy lo representa Gandini?
Yo entiendo que lo representa el sector de Gandini. A mí me parece que hay una pasión esperanzadora en el PN original de Aparicio Saravia, algo muy apasionado y a la vez muy esperanzador, que yo lo vi de nuevo en Wilson y hoy lo veo en Gandini.