A casi tres meses de haber denunciado al diputado frenteamplista Gustavo Olmos por acoso sexual y laboral y abuso sexual, Martina Casás, diputada suplente de Olmos, rompió el silencio en una carta dirigida a la diaria que redactó desde Ecuador, donde está cursando una maestría. Allí sostiene que decidió pronunciarse porque entiende que ya guardó “suficiente silencio” y tomó “mucha distancia” del caso, y, entre otras cosas, profundiza en las razones que la llevaron a presentar la denuncia y las dificultades que atravesó a nivel personal y laboral una vez que dio ese paso.

El pronunciamiento surge mientras se procesan ambas denuncias por dos vías distintas: la laboral en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y la penal en la Justicia. El caso también se encuentra en manos del Tribunal de Conducta Política (TCP) del Frente Amplio (FA), a donde lo elevó el sector de Casás y Olmos, Fuerza Renovadora, sin el consentimiento de la diputada, un punto en el que ella repara en esta misiva.

“Para empezar es importante aclarar que vengo de otro mundo, no nací en la política partidaria, nunca pensé que fuera parte de mi plan de vida. Estudié Biología en la Facultad de Ciencias y hoy me encuentro uniendo pasiones en una maestría en Ecología Política. La política para mí siempre fue una herramienta, pero también descubrí que es un mundo muy hostil”, señala la legisladora al comienzo de la carta, antes de entrar de lleno en el antes, durante y después de la denuncia.

“Un salto al vacío”

“Tomar la decisión de denunciar a alguien por acoso sexual y abuso no es fácil. Por tantas razones no es sencillo. Y sostener este proceso sin saber cuál será su resultado fue dar un salto al vacío y aún camino cada paso sin saber lo que se viene”, reflexiona Casás, y asegura que “todos los días antes de denunciar” tuvo “mucho miedo”.

“Tuve miedo porque no sabía si el círculo cercano de mi sector político me iba a creer. Tuve miedo porque sentí que no me iban a apoyar. Tuve miedo de que la situación se hiciera extremadamente pública o mediática. Tuve miedo de que mi familia sufriera y se sintieran mal. Tuve miedo de quedarme sin ingresos, porque dependo del salario que me transfiere la persona que denuncio. Tuve miedo de pasar de ser la diputada ambientalista a ser la suplente acosada. Tuve todos esos miedos y lamentablemente el tiempo me los confirmó”, lamenta.

Casás afirma que se confirmaron sus miedos porque tuvo que “escuchar a referentes de Fuerza Renovadora” decir “‘es muy difícil creerte’, porque las y los amigos de Tato [Olmos] dijeron que lo hacía por dinero o por la banca y que él nunca había tenido denuncias anteriormente. Porque hay personas que hicieron esto de un lugar de ‘estás conmigo o estás con ella’”.

Casás lamenta puntualmente la decisión de Fuerza Renovadora de “llevar al tribunal de conducta política algo sin mi aval ni mi testimonio”. “Porque me empujaron a lo mediático en un circo de notas en las que el acusado hablaba y se hacía el sorprendido, mientras que yo no tenía ni la fuerza para pararme del sillón. Porque vi a mi familia sufrir y seguirá sufriendo. Porque pasé a ser una nota mediática y ya nadie se acuerda de los temas de los que hablo”, asevera la diputada, que se especializa en temas ambientales.

Casás sostiene que a causa de la denuncia contra Olmos, finalmente, se quedó sin trabajo: “Continuamente Tato me ha ido retirando el acceso a la información de la bancada, de los grupos de Whatsapp. La violencia política continúa más allá del acoso y del abuso”, asegura. “Me ha despojado del trabajo generado en cuatro años; si yo quisiera continuar no podría hacerlo en las mismas condiciones que tuve anteriormente. Porque a pesar de haber denunciado y tener medidas cautelares, quien siempre tuvo el poder sobre mi lugar de trabajo sigue siendo Tato Olmos. El salario lo sigue cobrando, la información la sigue teniendo, mi impotencia aumenta cada vez que lo pienso”, expresa.

“Me quitaron tantas cosas, me quitaron las ganas de estudiar, hasta por momentos las ganas de vivir, de existir en la política. Pero una vez que te quitan tanto y no nos queda nada, tampoco tenemos miedo. Me quitaron todo y por eso me tocó construir una esperanza. Y para enfrentar todo lo que se viene, por suerte, no me tocó estar sola”, resalta la diputada, y agradece a las personas que la “rodearon” desde el día en que decidió denunciar: “Dar un salto al vacío es mucho más fácil si cuando vas en la mitad del salto te encontrás que muchas compañeras están tejiendo una red que te sostenga”.

Por otro lado, Casás se refiere a los cuestionamientos que recibió desde que presentó la denuncia: “Lamentablemente para las personas que denunciamos este tipo de situación siempre nos toca dar explicaciones, la seguidilla de preguntas siempre sucede: ‘¿por qué no denunciaste antes?’, ‘¿por qué no lo empujaste?’, ‘¿por qué no hablaste con alguien de Fuerza Renovadora primero?’, y las que nadie se atreve a decir en voz alta pero han pensado un millón de veces, con morbo”.

“Aparentemente necesitan detalles y no pueden dilucidar que una persona que es un superior, del cual dependo económicamente y también políticamente para acceder a la banca, en un contexto de confianza y afecto filial fue cruzando límites personales y corporales sin consentimiento alguno. Y tuve el valor de detenerlo en el momento que verbalmente propuso algo que me confirmó lo que tenía miedo a enfrentar”, apuntó Casás.

Sobre Olmos, la diputada entiende que el diputado no la “consideraba una compañera de trabajo, una compañera de militancia, una compañera de despacho; para este señor yo no era alguien a quien tratar con cariño por tener la edad de sus hijas. Este señor me veía como un objeto de deseo sexual”. “Claro que de haber asumido esto tempranamente podría haber actuado antes, pero esto son procesos. Sé que no es culpa mía haber sufrido el acoso, me lo tengo que decir muy seguido. Una persona que me dobla en edad y responsabilidades tiene una situación asimétrica de poder conmigo. Ejerció y ejerce ese poder hasta el día de hoy”, ratifica.

“Esto no es una operación política”

Casás dice estar “cansada” de verse “en la necesidad de explicar que esto no es una operación política”. “Me agotan quienes no entienden que mi único deseo al denunciar era que la situación cesara definitivamente. No quiero más que me ubiquen como parte de una operación política, que me reduzcan a un número económico validado por un marco legal que protege a quienes dependemos de nuestros ingresos laborales”, enfatiza la legisladora, que se reafirma como “víctima de acoso por parte de un compañero con quien fundamos un sector, de un superior que me transfería mis ingresos mensualmente y de un referente político con quien discutía a diario las acciones a realizar”.

“Quienes no quieran verlo de esta manera es porque quieren invisibilizar lo complejos que son los casos de violencia de género, de violencia de género en política y de acoso sexual laboral. Quienes necesitan más detalles o mayores explicaciones lo hacen porque no asumen su lugar de comodidad política”, sostiene Casás, y, en esa línea, apunta que “hay a quienes les parece más fácil imaginarse una movida política que lo que salta a simple vista”.

“A estas alturas no sé qué va a pasar con el tribunal de conducta política del Frente Amplio, no sé qué va a pasar con el juicio laboral que hago contra mi sector y Tato Olmos, no sé qué va a pasar con el juicio penal contra Tato Olmos. Más allá de los resultados, internamente sé que sufrí violencia, acoso y que hay una persona que abusó de su poder. Esa misma persona puede seguir siendo para muchos una persona inocente, una excelente persona y a mí eso no me molesta. Los entiendo, entiendo su posición, sus prejuicios, sus contextos”, reflexiona Casás.

La diputada también apunta que “cambiar la imagen que tenemos de alguien es difícil, no sólo para las víctimas sino para quienes rodean al victimario”, y, “finalmente, también es difícil para el victimario reconocerse”. Por eso, dijo que pidió “mucha compañía y pedagogía para Tato, para quienes le rodean, para quienes sigan militando y trabajando con él. Para todo el sector que se abroquela a su alrededor”. “No guardo rencor a ninguno de ellos, sólo pido a todas y todos, les tengan paciencia. Son formas de ver el mundo muy difíciles de romper”, sostiene.

El futuro

En el último tramo de la carta, Casás habla de sus expectativas y planes a futuro. Aunque afirma que no sabe “qué será” de su vida “en muchos aspectos”, sostiene que “ahora toca, básicamente, empezar de nuevo”. “No sé qué haré este 2024, lo único que sé es que no quiero seguir guardando silencio, porque el silencio fortalece a los que ya tienen poder. Y mi silencio también me hace daño. No me quiero esconder por haber pasado por esta situación”, evalúa, y si bien recuerda que en su momento, “por razones de fortaleza emocional”, eligió que hablaran por ella “Juan Raúl [Williman] y Gabriela [Pasturino], siento que hoy en día no es suficiente. Hoy hablo por mí”.

Casás dice que tiene “esperanza” en “tener una larga vida política; yo sé que para muchos eso se traduce a bancadas, a dinero y a cargos; pero para mí lo que eso significa es que quiero seguir trabajando de lo que me gusta. Llevar los temas ambientales a las agendas políticas nacionales, regionales e internacionales me ha dado mucha satisfacción. Considero que tengo un rol emergente, en un tema importante, y mucho que aportar. Mi vida es esto”, asegura.

“Sufrí algo que no le deseo a nadie, pero siento que de esto algunas personas podemos aprender; mi más grande anhelo es que estas cosas dejen de pasar si queremos seguir cambiando la política, el país y el mundo”, reflexiona Casás, que insiste en que no quiere “seguir guardando silencio” ni “sufriendo violencia”, y poder seguir formando parte del FA. “Construyamos algo donde no haya lugar para la violencia, tampoco hagamos lugar al rencor, y nunca les demos espacio al miedo y al odio”.

En último lugar, la diputada agradece en su carta “a quienes tuvieron que escuchar primero el relato”, a quienes “formaron la red” y a quienes la “asesoran legalmente, políticamente y emocionalmente”. “Ustedes quitaron mis miedos. A los que me escriben todas las semanas. Ustedes me dan fuerza. Si alguien piensa que me dejaron sola, están en lo equivocado, yo tuve el privilegio de estar muy bien acompañada desde el día que denuncié”. Y a quienes “no se animan” a escribirle también les dedica un mensaje: “Les entiendo. Igual les siento cerca”. “Gracias por el amor y el apoyo. Gracias por el tejido. Gracias por escuchar, por leer, por estar”, concluye.