El contador Ricardo Giovio fue contratado en los primeros días de enero por Conexión Ganadera como “especialista en estrés financiero”. No conocía a los responsables de la empresa y su trabajo durante estas semanas consistió en analizar los activos y pasivos informados por el fondo ganadero, según contó este martes en una reunión virtual con los inversores. El 6 de enero, apenas comenzó su trabajo, la empresa reconoció que existía un desfasaje entre activos y pasivos de 130 millones de dólares, pero cuando Giovio miró los números con mayor detalle esa cifra aumentó a 230 millones de dólares. “Podrán ser 230, 250 o 200 millones, pero eso no cambia en absoluto el diagnóstico de la empresa”, comentó Giovio, en contradicción con la idea que había planteado Carrasco unos minutos antes, en la que apuntaba a realizar una auditoría externa, en un plazo de 90 días.

Giovio responsabilizó a Conexión Ganadera por la “debilidad” de su sistema de información. “Si la información es mala para afuera, imagínense para adentro. Los balances no reflejan la realidad, la información es mala para todos lados”, afirmó Giovio, ante las más de 4.000 personas que estaban conectadas a la transmisión por streaming.

El contador dijo que este caso marcará un “antes y un después en materia de regulaciones”. “Se cayó la empresa más grande del país en un rubro importante y estos son los números más grandes después de la crisis bancaria [de 2002]. Así que no esperen una presentación comercial ni un mensaje esperanzador, más allá de lo que se puede recuperar”, empezó diciendo.

La primera recomendación de Giovio a la empresa fue “mantener la operativa” para preservar los activos, en particular el ganado, para evitar que suceda lo mismo que con Granja Moro a finales de la década del 90, cuando “se abrieron las jaulas porque los pollos se comían entre ellos”. “Eso no puede pasar, no se puede morir un bicho”, advirtió. Y agregó: “Hoy los dueños de la empresa son ustedes, lo que pase con Conexión Ganadera dependerá de las decisiones que tomen ustedes”. En ese sentido, opinó que es “urgente” la intervención de un síndico, recomendó iniciar el concurso “cuanto antes” y anticipó una “batalla legal” entre quienes tienen ganado y quienes no tienen. “Esto recién arranca”, vaticinó.

Para Giovio, la suspensión de la reunión de la semana pasada tuvo efectos negativos (“mostró diferencias bravas entre los socios, que no es bueno”), pero también positivos, ya que la gente “entendió la realidad”, se aceleró el proceso de representación operativa (“abogados que defienden a grupos de 200 personas”) y se precipitaron las denuncias penales (“hay que negociar con todo arriba de la mesa”). “Y se aceleraron los concursos, esta empresa no puede estar media hora más sin concurso. La empresa necesita proteger a sus activos. Se supone que (Carrasco) tomó noción de esto, pero todavía no designó abogado”, lamentó.

En su opinión, el concurso necesario es una condición “imprescindible” para la salida privada que propone Conexión Ganadera. “Y tiene que estar para ayer. Pidan levantamiento de feria, hagan lo que tienen que hacer y consigan ese concurso. La responsabilidad de la empresa es allanarse”, les transmitió a los abogados que estaban en la reunión.

Giovio fue enfático al dimensionar la crisis de Conexión Ganadera: “Este no es un problema de liquidez, es un problema de solvencia”. El contador descartó que las caídas de Grupo Larrarte y República Ganadera o la muerte de Basso sean las razones que llevaron a esta situación, tal como había planteado Carrasco en un comunicado a los inversores. “Acá falta lo que falta y, en todo caso, se aceleró un proceso que podía demorar un mes o dos meses más. Con el pasivo que tiene, la empresa paga cuatro millones de dólares por mes de intereses, sumado a una corrida de 10-15 millones de dólares de vencimientos que no van a renovar contratos. Esta gente necesita 20 millones de dólares mensuales. El problema es de solvencia y es un problema grave”, diagnosticó.

El mercado y los inversores, según dijo, “aceptaron que la empresa no brindara información” y basaron todas sus decisiones “en el prestigio, los antecedentes y la confianza” depositada en Basso y Carrasco. “Los que trabajamos en créditos sabemos que esos factores nunca representan ni el 10% de una decisión”, dijo. Según estimó, el faltante (230 millones de dólares) representa el 60% del pasivo y la empresa no tiene auditoría porque nunca tomó deuda bancaria, a pesar de tener un pasivo de 400 millones de dólares. “Sin haber empezado con un esquema Ponzi, terminó como un esquema Ponzi. Alguien que sabe mucho de finanzas me dijo que todo esquema Ponzi arranca con pagar fijo y recibir variable. Si uno quiere pagar fijo en una actividad variable, cuando va bien anda bárbaro, pero cuando anda mal termina en un esquema Ponzi. Ejemplos sobran, para empezar el de [Bernard] Madoff que arrancó como un esquema Ponzi. Este terminó como un esquema Ponzi, no hay dos lecturas: tapo lo que me falta con lo que me entra. Es un esquema Ponzi al final del día, aunque no haya empezado como eso”, detalló.

Los números y las salidas

Giovio explicó cuál es la situación patrimonial de la empresa, en base a lo que informaron sus dueños: el pasivo alcanza los 388 millones de dólares y los activos son de 158 millones de dólares (100 por ganado, 45 por créditos frigoríficos y 13 por campos), por lo que el déficit patrimonial es de unos 230 millones de dólares. Según detalló, el 50% del pasivo se concentra en 570 inversores y el 75% en 1.510 que pusieron más dinero (sobre un total de 4.200 personas afectadas).

“¿Dónde está la plata que se perdió?”, preguntó el contador en una de las diapositivas. Entre ellas, enumeró las pérdidas por montos significativos en el período 2020-2023 (pérdidas anuales de 20%-30%, según estimó), el manejo discrecional de recursos, malas inversiones y hasta posibles delitos de apropiación indebida que investigará la Fiscalía (las primeras denuncias contra Carrasco fueron asignadas este martes al fiscal de Delitos Económicos y Complejos, Alejandro Machado). “El negocio no es rentable”, resumió.

Como ejemplo de “manejo discrecional”, el contador detalló que Conexión Ganadera invirtió unos cuatro millones de dólares en la “construcción de marca” Stradivarius (el corte de carne premium que la empresa empezó a promocionar hace algunos meses), pero ahora esa línea de negocios les garantizará a los inversores activos por apenas unos 100.000 dólares. En cuanto a los 45 millones de dólares incluidos en los activos por créditos con frigoríficos, el contador detalló que 27,7 millones los debe el frigorífico Casablanca de Paysandú, 15,7 millones corresponden a la inversión que hizo Basso en el frigorífico Paso de los Toros (mediante la empresa Bamidal SA) y 1,9 millones corresponden al Matadero Solís de Lavalleja.

Los abogados, señaló Giovio, podrán buscar y encontrar propiedades y bienes en el extranjero que pertenecen a los dueños de Conexión Ganadera, pero “nunca por un monto de 250 millones de dólares”. Finalmente, Giovio planteó diferentes escenarios de acuerdos privados, aunque aclaró que esas opciones implican, en principio, descartar denuncias penales (“trabajo para rescatar la plata, no para mandar gente presa”).

Giovio consideró que una “pregunta fundamental” para resolver si se avanza hacia una liquidación de la empresa o hacia algún modelo de acuerdo privado es quién es el dueño actual del ganado, un activo estimado en 100 millones de dólares. “La primera respuesta es que el ganado ya no es de Conexión Ganadera, sino de los inversores. La pregunta clave es si es de todos los inversores o sólo de los que tienen contratos de bonos ganaderos”, precisó. La redacción de los contratos, según alertó, tampoco es clara al respecto, lo que generará una “batalla jurídica”. “Si el ganado es de todos, vamos hacia una salida privada, y si el ganado es de uno, vamos a una liquidación, que para los que no tienen ganado puede significar un recupero de apenas el 10%”, concluyó.