La Unidad de Atención de Salud para Personas Sordas funciona en la policlínica Luisa Tiraparé, de la Intendencia de Montevideo (IM), y en el centro de salud Dr. Enrique Claveaux (donde era el hospital Filtro), de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). La atención específica a esta población se da no sólo en el país, sino también en Latinoamérica, y comenzó en 2012 a raíz de un convenio entre ASSE, la IM, el Ministerio de Desarrollo Social y la Federación Nacional de Sordos del Uruguay.

La atención en la exsede del hospital Filtro está teniendo dificultades, explicaron a la diaria Elisa Lambiasse, doctora en Medicina Familiar y Comunitaria responsable de la unidad, y Adriana Riotorto, presidenta de la Asociación de Padres y Amigos de Sordos de Uruguay.

“La pandemia, el cambio de gobierno y las rotaciones continuas en los cargos fueron un combo de cosas que se empezaron a complicar”, planteó Lambiasse. Durante los primeros meses de la pandemia, las consultas fueron únicamente telefónicas y cuando se abrió la agenda para consultas presenciales, empezó el cuestionamiento sobre la labor del equipo, que en el centro de salud Dr. Enrique Claveaux se conforma por la médica, una psicóloga y dos intérpretes. “Dicen que nuestro trabajo es poco productivo porque no atendemos a los pacientes en consultas de 20 minutos”, contó Lambiasse, que es presentada por Riotorto como “la única médica del país que brinda atención en lengua de señas y que tiene interés en trabajar con la comunidad sorda”.

“Les expliqué que era porque mi agenda está pensada así: se atiende a un paciente sordo por hora porque es una consulta especializada y en ocasiones salgo a otros centros, como la escuela o el liceo, porque soy médico de familia y mi trabajo también implica trabajar afuera”, argumentó. Pero, según Lambiasse, la dirección del centro de salud le propuso atender a ocho pacientes sordos y cuatro oyentes por jornada. En los últimos meses, han llegado a trabajar y tener un parte con 12 pacientes, pero ninguno sordo.

A pesar de brindar atención a personas sordas, en el centro de salud no hay administrativos que entiendan lengua de señas, tampoco sordos que faciliten la comunicación con los pacientes –como hay en Tiraparé–, por lo tanto, el equipo de la unidad es el encargado de agendar todas las consultas de sus pacientes.

Se estima que en Uruguay hay 125.000 sordos. “No es justo lo que está pasando, porque yo soy una sola médica para una población muy amplia; los oyentes que pretenden que atienda pueden ser atendidos por muchos otros colegas”, manifestó Lambiasse, que ingresó en 2015 al centro por concurso, para desempeñarse en la atención a pacientes sordos. Pero la unidad no está reconocida en el organigrama y Lambiasse figura, formalmente, como médica general.

A pedido de las autoridades del centro de salud, Lambiasse les envió a comienzos de setiembre un correo electrónico con los horarios, el sistema de atención y los pacientes que se atienden en la unidad. Poco después de esa gestión, la doctora se fracturó y continúa de licencia médica. “Tenemos ganas de abrir diálogo y conversar sobre nuestro trabajo, a pesar de que cuestionan el servicio, hasta el porqué de su existencia”, comentó Lambiasse, que está considerando “reducir el horario o renunciar”.

la diaria intentó, sin éxito, comunicarse con autoridades de ASSE.

No reconocido

Desde la asociación de padres, Riotorto comentó que en 2012 la unidad funcionaba determinados días con un equipo de especialistas y un lugar definido que atendía a la comunidad sorda con los tiempos y la atención que requieren, pero eso “hace mucho tiempo que se desarmó”, tal vez tres años, estimó. “La unidad funciona mal desde hace mucho tiempo; como se soñó y se planeó marchó muy poco”, reclamó.

“Lo peor de lo que sucede ahora es que, como la unidad nunca se reconoció ni en ASSE ni en ninguna parte, Elisa, como especialista en atención a sordos, que tampoco figura como especialista, está siendo obligada a atender pacientes oyentes”, lamentó, y agregó que ni siquiera están dadas las condiciones para atender a las personas sordas. “Es el triple de tiempo, no es solamente saber lengua de señas, también hay que conocer a la comunidad sorda y sus características, algo que Elisa como hija de sordos y profesional de hace muchísimos años maneja muy bien”, consideró.

“La unidad era un centro de referencia muy importante para personas que estaban atendiendo su salud por primera vez, ya que entendían lo que les pasaba”, expresó. Además, el espacio también cumplía un rol socializador. “Nada está funcionando porque hace falta lo principal: su reconocimiento como unidad de salud para personas sordas reconocida como tal”, valoró.

Además, Riotorto contó que la relación de los pacientes sordos con Lambiasse es muy cercana y particular. “Mi hija, que es sorda, el domingo se comunicó con la doctora a las diez de la noche para que le mandara un antialérgico. Para ella es parte de su familia”, ejemplificó. Riotorto es intérprete y sabe que hay pacientes que “están desesperados porque Elisa no está atendiendo”. “Vamos a seguir hablando con todos los actores políticos para mover la situación y que reconozcan la unidad”, concluyó.