Un informe del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) divulgado este miércoles advierte sobre las “secuelas poscovid-19 inespecíficas” y asegura que, “más allá de la enfermedad aguda, los sobrevivientes de covid-19 experimentan una carga sustancial de pérdida de salud, que abarca varios sistemas de órganos”.

El documento titulado Impacto secuelar en salud de la epidemia por SARS-CoV-2​ en Uruguay describe a este tipo de secuelas como “una serie de afectaciones que aparecen de forma diferida a covid-19 o que persisten por largo tiempo luego de la afección aguda, pero que son habituales en otras infecciones, fundamentalmente virales”.

En este sentido, el GACH señala que estos pacientes exhiben “un mayor riesgo de muerte y utilización de recursos de salud, como la necesidad de uso significativamente mayor de múltiples fármacos (antidepresivos, analgésicos opioides y no opioides, antihipertensivos e hipoglucemiantes)”.

Entre los síntomas reportados como efectos residuales de la infección por SARS-CoV-2 se incluyen fatiga, disnea, dolor torácico, alteraciones cognitivas, artralgias y deterioro de la calidad de vida.

El documento incluye los resultados de un estudio de casos en 38 hospitales en Estados Unidos que presentó resultados de 1.250 pacientes a los 60 días de haber sido dados de alta de cuidados intensivos. Del total, 76% relató al menos un síntoma; 63% mencionó fatiga y ausencia o disminución de fuerza, mientras que 26% admitió tener dificultades en el sueño y 23%, depresión.

“Existe evidencia de la asociación entre enfermos covid-19 que requieren cuidados críticos, especialmente los que necesitan ventilación asistida, con la persistencia a largo plazo de síntomas. También otras asociaciones son observadas con la sintomatología alejada, como el alto índice de masa corporal, y las evidencias como factores de riesgo de covid-19”, recalca el informe.

Secuelas poscovid-19 específicas

Este otro grupo de secuelas aparece con “un patrón clínico, anatomopatológico y evolutivo específico”, explica el documento, que cita para este caso un estudio realizado en 349 pacientes a los que se les hizo una tomografía de tórax a los seis meses. Del total, 50% tenía al menos un patrón anormal y algunos presentaban una enfermedad pulmonar crónica.

A su vez, se observó microtrombosis y macrotrombosis vascular pulmonar en una porción de 20% a 30% de los pacientes con covid-19, que arrojó resultados mayores que en otras poblaciones de pacientes críticos.

Por otro lado, el documento informa que “las descripciones de autopsias muestran patrones de expresión histopatológicos y unicelulares de ARN similares a la fibrosis pulmonar en etapa terminal”, que “se correlacionan con cuadros de insuficiencia respiratoria funcional mantenida”.

Sistema cardiovascular y alteraciones neuropsiquiátricas

Los datos preliminares, según el GACH, sugieren que la inflamación del miocardio en curso puede estar presente en tasas de 60% por un período de más de dos meses después de un diagnóstico de covid-19.

Los mecanismos que perpetúan las secuelas cardiovasculares en la covid-19 posaguda incluyen: la invasión viral directa, la baja regulación de la ECA2 (enzima homóloga de la angiotensina 2, que se une a la membrana plasmática de algunas células, como las pulmonares y arteriales) y la inflamación y la respuesta inmunológica que afecta la integridad estructural del miocardio, el pericardio y el sistema de conducción.

Por otro lado, el grupo de expertos indica que se observan “presentaciones polisintomáticas como mialgias difusas, síntomas depresivos, alteraciones del sueño de grado variable y cefaleas migrañosas, todas atribuidas a niveles altos de citocinas”.

“La pérdida del gusto y del olfato también puede persistir después de la resolución de otros síntomas”, agrega.

Asimismo, describe diferentes niveles de deterioro cognitivo que pueden ser fluctuantes pero que se caracterizan por “confusión mental, déficit en la concentración, memoria, lenguaje receptivo y/o función ejecutiva”.

Poscovid-19 en niños

Pese a que las secuelas de entidad en menores de edad que tuvieron formas sintomáticas de la covid-19 son muy poco frecuentes, “el curso de la enfermedad puede generar cuadros graves en donde se destaca el síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (MIS-C)”, subraya el informe.

El GACH define como tal “al síndrome asociado al SARS-CoV-2 en pacientes menores de 21 años que presentan fiebre, marcadores inflamatorios elevados, disfunción multiorgánica, infección actual o reciente por SARS-CoV-2; y exclusión de otros diagnósticos”.

“La presentación clínica puede incluir, además de la fiebre, dolor abdominal, vómitos, diarrea, erupción cutánea, lesiones mucocutáneas, hipotensión, compromiso cardiovascular y neurológico”, especifica.

Si bien el síndrome multisistémico presenta características superpuestas con la enfermedad de Kawasaki (afección que causa inflamación en los vasos sanguíneos de todo el cuerpo), demuestra otros elementos distintivos. Los pacientes con el síndrome multisistémico inflamatorio suelen ser mayores de siete años y son de origen africano, afrocaribeño o hispano.

“Las complicaciones neurológicas de MIS-C, como dolor de cabeza, alteración del estado mental, encefalopatía, parálisis de pares craneales, accidente cerebrovascular, convulsiones, reflejos reducidos y debilidad muscular parecen ser más frecuentes que en la enfermedad de Kawasaki”, advierte el documento.

Según se detalla en el apartado, que cita un documento publicado el 31 de marzo por la Asociación Española de Pediatría, este síndrome se ha descrito en 11% de los ingresados y en 34% de los internados en terapia intensiva. El síndrome de distrés respiratorio aguda se observa en 28% de niños y adolescentes que estuvieron hospitalizados en estas condiciones, mientras que la enfermedad tromboembólica es rara y se describe sólo en 1% de los casos. En tanto, las complicaciones neurológicas como encefalitis o convulsiones se observan en entre 3% y 10% de los niños hospitalizados.

Los rangos de recuperación en los casos del síndrome multisistémico inflamatorio son de 91,1%, y de muerte en 3,5% de los pacientes. Además, si bien se han descrito casos pediátricos con síntomas persistentes meses después de la infección aguda -como disnea, fatiga, tos, síntomas digestivos, dolores óseos o musculares, y síntomas neuropsicológicos-, aún no hay evidencia sobre posibles secuelas a largo plazo en pacientes pediátricos.

De acuerdo con los datos aportados por el Departamento de Vigilancia en Salud del Ministerio de Salud Pública, desde el inicio de la pandemia hasta el 27 de abril de 2021 el total de casos confirmados en menores de 15 años fue de 22.718.

De este total, 779 corresponden a menores de un año, 8.806 a niños entre uno y siete años y 13.133 a niños de ocho años o más. Requirieron internación 127 menores, de los cuales 24 ingresaron por otra causa y el hisopado de rutina identificó el diagnóstico de SARS-CoV-2. Diez niños ingresaron a cuidados intensivos y uno falleció; fue un bebé de un mes con patología genética asociada, la cual probablemente fue la causa del fallecimiento, concluyó el documento.

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