“Las tasas de lactancia materna han bajado”, explicó Laura Fazio, coordinadora del área de Lactancia del Ministerio de Salud Pública (MSP) este lunes, en una actividad por la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se desarrolla del 1º al 7 de agosto. Informó que en 2020 la tasa se situó en 57,4%, mientras que en 2011 se situaba en 65,2% y en 2007 en 57,1%.

En la actividad, el director general de la Salud del MSP, Miguel Asqueta, mencionó que este es un tema al que el MSP le da “la mayor de las importancias”. Comentó que el lema de la semana este año es “Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida” y que el MSP buscará “no sólo que se proteja, sino que aumente”. Agregó que este es un “tema cenicienta” y que se presupone que “todo el mundo” sabe los beneficios de la lactancia materna pero que no es así, y por eso se trabajará para mejorar la información.

Fazio hizo referencia a otras cuestiones que se podría ajustar para favorecer la lactancia. Comentó que la Alianza Mundial para la Acción de Lactancia Materna (WABA, por sus siglas en inglés) recomienda el inicio de la lactancia materna dentro de la hora después del nacimiento, que sea exclusiva hasta los seis meses y que, a partir de los seis meses, cuando el bebé puede ingerir otros alimentos, continúe tomando leche de su madre hasta cumplir “los dos años o más allá”. Allí hay mucho por hacer, según Fazio. Comentó que “lamentablemente ha bajado” la proporción de bebés que toman teta dentro de la primera hora de haber nacido: en 2007 era 60,1%, en 2011 59,3% y en 2019 el porcentaje se situó en 57,2%. En concreto, dijo que “es necesario generar protocolos” para permitir el amamantamiento inmediato al nacimiento, “sea parto o cesárea”, dijo. Detalló que “por cesárea con anestesia raquídea hay una demora en la prendida: sólo se ofreció pecho a 38,9% de los recién nacidos dentro de la primera hora de vida”. Acotó que “hay muchas instituciones a nivel nacional que han logrado poner en práctica protocolos y hoy tienen excelentes resultados, así que apostamos a que haya un cambio en este sentido”.

Preocupa también que el mayor descenso de la lactancia materna exclusiva se da en los primeros meses de vida: en 2011, 89,2% de los recién nacidos se alimentaba exclusivamente de la leche de su madre, y en 2020 esa proporción cayó a 64,6%. “Vemos que el primer mes de vida hay 24% de puntos de baja así que la tasa de lactancia baja a expensas de los primeros meses de vida de este recién nacido”, expresó, y remarcó la necesidad de “fortalecer el apoyo y el acompañamiento”.

Ajustes por hacer

Fazio enumeró las tres principales razones por las que se abandona la lactancia. “La primera es la cantidad de leche insuficiente”, enumeró. Dijo que esa es una sensación que tienen muchas veces las mujeres durante los primeros días de vida del bebé y ocurre que “las indicaciones que se dan no justificadamente hacen que no se instale la lactancia de la mejor manera”. Añadió que en “los primeros 30 días es donde se instala la lactancia”, y ese es el momento en que se tiene que acompañar a las familias.

El segundo motivo que mencionó es que “el bebé no succiona bien el pecho”. Dijo que eso “muestra la necesidad de acompañamiento”, pero no cualquier acompañamiento, sino uno “calificado”, aclaró, y señaló que para eso el MSP comenzó a hacer, en abril, el curso de capacitación “Buenas prácticas de alimentación del lactante y niño pequeño”, dirigido al personal de la salud y a quienes trabajen con esta población.

El trabajo materno es la tercera razón por la que las mujeres dejan de amamantar, y Fazio señaló que es necesario “que se cumpla” la normativa para que “la mujer tenga un espacio para amamantar”. En 2017 se aprobó la Ley 19.530, que ordena la instalación de salas de lactancia materna en locales públicos y privados en los que trabajen o estudien 20 o más mujeres, o trabajen más de 50 empleados. A casi cuatro años de aprobada la norma, Fazio consideró que “es bajo el porcentaje de salas de lactancia inscriptas en el MSP”: “hay poco más de 200 salas inscriptas”, sobre más de 2.000 empresas que cuentan con más de 50 trabajadores, “menos de 10%”, comparó. Si bien hay lugares que pueden tener salas y no haberlas inscripto en el MSP, Fazio presentó otro dato que habla de la carencia: según la Encuesta Nacional de Lactancia, “Prácticas de alimentación y anemia en menores de 24 meses usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud 2020”, sólo 24,2% de las personas encuestadas respondieron que en su lugar de trabajo cuentan con sala de lactancia y 23% respondieron que existía esa sala en su lugar de estudio.

Otro de los puntos en los que quiere profundizar el MSP es en el uso de preparados para lactante. Fazio señaló que durante la internación, 44,5% de los niños recibió estos preparados, y aclaró que si bien su uso puede estar justificado en el caso de las madres que no pueden amamantar, por ejemplo quienes tienen VIH o toman algunos medicamentos contraindicados, “hay situaciones en las cuales se naturaliza el acto de recomendar, ‘por si requiere’, y esto se ve en las historias clínicas, simplemente como para tener adelantado por si el bebé llora o la madre quiere descansar”. Adelantó que el MSP generará un equipo “para vigilar y controlar” los sucedáneos de leche materna para “hacer posible que el marketing no llegue a las familias haciendo que utilicen preparados de lactante cuando no es necesario”.

Impacto negativo de la pandemia

En diálogo con la diaria, Natalia Hermida, integrante del Comité de Lactancia Materna de la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP), manifestó preocupación por los obstáculos generados por la pandemia de covid-19 en la lactancia materna.

Por un lado, señaló algo que ocurrió principalmente al comienzo de la pandemia, en 2020, cuando no se sabía mucho sobre el SARS-CoV-2 y estaba a estudio la posibilidad de que se transmitiera a través de la leche materna, idea que luego se descartó. Pero lamentó que en el ínterin “se empezó a separar a la mamá del bebé incluso cuando no era necesario. Dijo que “si el bebé inmediatamente después de nacer tiene contacto piel con piel con su mamá y puede mamar en lo que se llama ‘la hora de oro’, que es la primera hora después del nacimiento, que es cuando está más activo y todas las hormonas que desencadenaron el trabajo de parto están interfiriendo para que se dé esa primera lactada que sería lo natural, ahí ya sabemos que probablemente esa mamá tenga muchas menos dificultades para darle la teta a su bebé y que esa lactancia va a ser más prolongada”. Además, comentó que ese encuentro ayuda al bebé “a la termorregulación, a la colonización por las bacterias y los gérmenes adecuados para protegerlo después de otras infecciones, ayuda a controlar la frecuencia cardíaca, a disminuir el estrés que le produce el nacimiento”.

Por otra parte, dijo que la pandemia ha incidido en “el acceso a la salud” y que la suspensión de las consultas repercute más en quienes tienen menor nivel socioeconómico. “La gente de bajos recursos accede mucho menos a la consulta si la tiene suspendida o a un asesoramiento por fuera que otra persona que puede pagar una asesora particular de lactancia para que vaya a la casa a explicarle”, comparó. Incidió, además, que muchas mujeres recibieron el alta demasiado pronto, a fin de evitar contagios, y se fueron a sus casas con muchas preguntas sobre la lactancia.

El otro impacto que mencionó se da en este momento. Dijo que “en pandemia la gente ha tenido tanto miedo de perder el trabajo que muchas veces tiene miedo de reclamar sus derechos laborales”, y mencionó el caso de una mujer que trabaja en un shopping y que “tiene derecho a ordeñarse, pero como disminuyó el horario del shopping y en el local no ponen dos empleadas porque no se requiere, es la única y no se puede ordeñar por más que en el shopping exista una sala de lactancia, porque no puede cerrar el local”. Dijo también que hay mujeres que “no quieren reclamar el derecho a amamantar porque hay mucha gente en seguro de paro y tienen miedo de que las echen”.