Durante buena parte de la pandemia, ingenieros y matemáticos trabajaron para explicar e intentar predecir lo que podía pasar en las siguientes semanas, y para eso estudiaron la incidencia de la tasa de movilidad en la tasa de reproducción del virus. Uno de esos científicos, integrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de Covid-19 (Guiad), fue el matemático Marcelo Fiori, que ayer resumió la relación que observó entre movilidad, vacunación y contagios en Uruguay a partir de estudios del Guiad. Lo hizo en un seminario organizado por el Centro Interdisciplinario en Ciencia de Datos y Aprendizaje Automático de la Universidad de la República (Udelar).
Fiori explicó que el estudio corroboró que desde comienzos de 2021 hasta fines de abril, cuando hubo una alta tasa de transmisión comunitaria del virus en Uruguay, la tasa de movilidad y la tasa de reproducción del virus SARS-CoV-2 tuvieron una “correlación clara” ‒lo que, en términos técnicos, se denomina “acople”‒ y que desde junio se observa un “desacople” como consecuencia del efecto de la vacunación.
Lo que pasó en Uruguay era esperable, dijo Fiori, quien comparó lo que sucedió aquí, en la correlación entre movilidad y contagios, con lo que ocurrió en otros cinco países: Chile, Argentina, Paraguay, Brasil e Israel. Fiori mencionó que en Chile, país que tiene niveles de vacunación similares a los de Uruguay, también se dio un desacople de las dos variables, aunque sucedió un poco antes que en Uruguay, producto de que allí la inoculación fue más temprana. Sin embargo, mostró que en otros países de la región, como Brasil, Argentina e incluso Paraguay, donde los niveles de vacunación son muy bajos, también se observó este fenómeno. “El R caía en picada mientras la movilidad seguía aumentando con una tasa de vacunación muy, muy chica”, explicó Firori. No obstante, aclaró que en Paraguay, por ejemplo, la respuesta se alcanzó mediante el gran porcentaje de población con inmunidad natural. En promedio, los cinco países latinoamericanos tuvieron ese desacople cuando había 35% de la población inmunizada, tanto naturalmente (por haber tenido el virus) como por haberse vacunado. Aclaró que esta proporción que se halló “es como una inmunidad condicional” sujeta al mantenimiento de las medidas sanitarias como el uso de tapabocas y el distanciamiento social.
En Israel, otro de los países estudiados, Fiorit explicó que se observó “una sorpresa bastante reciente”. Tras el desacople de las variables de movilidad y reproducción del virus, dijo que ese país comenzó a flexibilizar las medidas; por ejemplo, se dejó de usar tapabocas en algunos espacios cerrados. Sin embargo, poco tiempo después ingresó la variante Delta y a partir de allí se comenzó a producir nuevamente un acople entre la movilidad y la tasa de contagio que, además, puede estar relacionado con la vacunación temprana ‒allí comenzó antes que en el resto de los países‒, que con el paso del tiempo pudo haber provocado una caída de la respuesta inmune.
Concluyó que en contextos de alta transmisión comunitaria el acople entre la tasa de movilidad y la tasa de reproducción del virus es significativa. En Uruguay llegó a una correlación de 0,94, que consideró “bastante alta”, y estimó que en ese período el delay, es decir, el plazo entre la tasa de movilidad y su repercusión en el número de casos, fue de 14 días. Pero durante la pandemia también se registraron períodos previos de desacople en Uruguay, como en junio de 2020, cuando había una transmisión comunitaria baja. “Lo que estaba en juego ahí era el tetris”, dijo, en relación a la estrategia de testeo, rastreo y aislamiento (tetris) que calificó como “muy importante” porque “estaba manteniendo la epidemia bajo control”, señaló. Recordó, además, que en ese entonces la movilidad era mayormente de gente no contagiada, por lo que no se correlacionara “tanto” con la tasa de reproducción.