El viernes el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización de la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó su informe sobre el impacto global de las vacunas contra la covid-19. Es la tercera versión sobre la primera hoja de ruta para la priorización de estas vacunas que creó la OMS, en octubre de 2020.
A fines de diciembre de 2021, 12 meses después de que la OMS aprobara el uso de emergencia de las primeras vacunas contra la covid-19, el informe indica que 48% de la población global recibió su primera serie de vacunas, es decir, las dos dosis en el caso de Sinovac y Pfizer o una en el caso de la de Janssen. Sin embargo, los expertos advierten que hay “profundas inequidades”: mientras algunos países tienen una cobertura inferior a 5%, otros tienen más de 80% de su población vacunada.
En 2022 habrá más dosis disponibles, anticipa el informe, pero apunta que se deben coordinar los esfuerzos a nivel mundial para alcanzar una distribución equitativa, así como la aceptación de las distintas poblaciones. Los objetivos de la vacunación siguen siendo minimizar las muertes, los casos graves y la carga de enfermedad; reducir el impacto de la covid-19 en los sistemas de salud; retomar plenamente la actividad socioedonómica, y reducir el riesgo de aparición de nuevas variantes.
Pese a esos beneficios, los expertos reconocen que “las vacunas contra la covid-19 actualmente tienen un modesto impacto en la reducción de la transmisión en el contexto de las variantes de preocupación del SARS-CoV-2, en particular ómicron”.
Grupos prioritarios
Ante las grandes desigualdades y la eficacia de la vacunación, los expertos reafirmaron cuáles son los grupos prioritarios a recibir la vacunación. La prioridad más alta la tienen las personas adultas mayores, trabajadores de la salud y personas inmunocomprometidas, para quienes se recomienda que reciban la serie primaria (las dos dosis en el caso de Uruguay), la dosis adicional (de uno a tres meses después de haber recibido el esquema primario) y el booster o refuerzo, para recibir en un intervalo de cuatro a seis meses después del esquema primario.
Se aclara que la dosis refuerzo es recomendada porque la evidencia reciente sugiere que la efectividad vacunal contra la infección por SARS-CoV-2 se reduce “significativamente” en un período de seis meses después de recibir la serie primaria, como resultado del descenso de la inmunidad protectora inducida por la vacuna, que incluye una menor actividad de anticuerpos neutralizantes inducidos por la vacuna contra diferentes variantes, incluidas delta y ómicron.
El segundo grupo en el orden de prioridades lo componen los adultos con comorbilidades, las embarazadas, los docentes y otros trabajadores de servicios esenciales, y poblaciones sociodemográficas que tienen mayor riesgo de enfermar gravemente de covid-19 (por condiciones de vida, laborales o de salud), para quienes recomiendan la serie primaria y el refuerzo.
El tercer grupo, para el que también recomiendan las dosis primarias y el refuerzo, lo integran el resto de adultos y los niños y adolescentes con comorbilidades.
En último lugar ubican a niños y adolescentes sanos: para los mayores de 12 recomiendan las dosis primarias y el refuerzo, y en el caso de los menores de 12 años aclaran que todavía no se ha evaluado la eficacia de la dosis refuerzo. El texto consigna que una reciente declaración provisoria de la OMS estudió la carga de enfermedad de covid-19 y el papel que juegan niños y adolescentes en la transmisión del virus, concluyó que los países deben considerar los beneficios individuales y poblacionales de la vacunación, y que, como en comparación con los adultos, padecen una enfermedad más leve -a excepción de que estén en un grupo de riesgo-, es menos urgente vacunarlos que a los otros tres grupos.
Los expertos consignan, además, que la protección indirecta que los niños vacunados darían a los adultos en riesgo fue un enfoque utilizado para la influenza, pero que la efectividad contra la infección asintomática de SARS-CoV-2, algo que se toma como indicador de transmisión, si bien fue alta para el virus original y la variante alfa, se redujo alrededor de 20% para delta y se cree que es más reducido aún para ómicron.
Si bien se expresa que es importante la vacunación en niños y adolescentes para minimizar las interrupciones en la educación, el texto afirma que aun en los lugares en que no se los vacune debe minimizarse el cierre de escuelas y recurrir a las otras estrategias que han recomendado Unicef y la OMS para evitar la transmisión en esos ámbitos. A los países con altos niveles de vacunación de grupos prioritarios, como Uruguay, la OMS recomienda priorizar el intercambio mundial de vacunas antes que dar dosis a niños y adolescentes jóvenes que corren menor riesgo de enfermar gravemente.