Este jueves es la entrega de premios de la Academia Nacional de Medicina (ANM), reconocimiento que valora cuatro trabajos académicos vinculados a la salud. En diálogo con la diaria, el biólogo molecular e integrante de la Unidad de Biología Molecular del Instituto Pasteur de Montevideo, Gonzalo Greif, el autor principal de Tuberculosis: de la clínica al laboratorio, y del laboratorio al paciente y al sistema de salud, un ejemplo de medicina traslacional, el primer trabajo de investigación premiado este año por la academia, explicó los lineamientos de las investigaciones que componen el trabajo presentado y valoró el aporte de los resultados a la medicina nacional.
Uno de los “fundamentos” de la relevancia del tema se sostiene en que la tuberculosis (TB) es “una de las primeras causas de muerte asociadas a un solo agente infeccioso en el mundo”. De hecho, “en 2020 se registraron 10,4 millones de casos nuevos y 1,3 millones de muertes”, explicó Greif. Pero la enfermedad, causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, es prevenible y curable.
Aun así, en las últimas décadas, Uruguay experimenta un aumento lento pero sostenido en la incidencia de los casos, que se opone a la tendencia mundial. Particularmente, se ha observado un aumento en casos graves que requieren internación en cuidados intensivos. Por estos motivos, Greif señaló que es fundamental “conocer los linajes que circulan en la población”, identificar brotes, resistencia y acentuar la prevención, así como mejoras en los tratamientos.
El proceso
“Empezamos a trabajar sobre tuberculosis hace 15 años por la Comisión Honoraria de Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes”, recordó Greif. Agregó que la comisión tenía algunas preguntas respecto de la enfermedad y querían la ayuda de la biología molecular para saber datos concretos, tales como cuáles eran las cepas en circulación. “Primero se caracterizaron los brotes y se reconocieron las cepas resistentes a los fármacos”, contó.
Se realizaron varias investigaciones pero las que incluyen el premio, de alguna manera, “muestran el trabajo de los últimos diez años”. En este caso, el premio fue por dos proyectos en particular. Uno de ellos fue financiado por el fondo sectorial de salud de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en 2018 y se trató de un trabajo interinstitucional. Participó el Hospital Español, que de la misma manera que la comisión –que también participó–, “comenzaron a observar casos de tuberculosis cada vez más graves en personas jóvenes” y quisieron “encontrar alguna manera de pronosticar esa gravedad”, debido a que luego de ingresar a cuidados intensivos “la mitad” fallece.
En esta investigación se caracterizaron los casos y “la primera hipótesis era que una cepa en particular causaba los casos graves”; entonces se buscó compararla con las que circulan en la población general. Sin embargo, al no encontrar “nada que llamara la atención” en la cepa, a través de muestras, se llegó a la conclusión de que la gravedad depende del estado de salud de la persona y es lo que la explica. “Quienes llegan a estados graves poseen factores de riesgo como desnutrición o alcoholismo”.
El mayor aporte llegó en la segunda parte del proyecto. La idea en esa etapa era encontrar en el suero del paciente diferencias en las moléculas del ARN pequeño entre las personas con tuberculosis estables y las que tenían diferentes grados de gravedad. En esa etapa, “se encontraron un par de ARN que aún hay que validar pero en principio son indicadoras de la gravedad de la enfermedad”. Este proyecto concluyó en 2019 y la idea es que “se valide y se continúe” para esclarecer mejor las diferencias encontradas.
El segundo proyecto, que comenzó en 2019, desarrolló un sistema de secuenciación para observar las cepas que circulan en cualquier tipo de población, para que el método sea “más moderno” y permita saber “qué familia de tuberculosis era y poder incorporar la información sobre si sería resistente a los fármacos o no”, contó.
Particularmente, se caracterizaron cepas de las personas privadas de libertad, una población en la que la incidencia de tuberculosis es aún más alta que en la población general. Greif contó que lo interesante fue que en las comparaciones se observó que “hay una cepa que es característica del sistema penitenciario”, es decir, “que sólo circula en la cárcel y no en la población general”. Según Greif, la tecnología utilizada se transfirió a la comisión honoraria para que continúe usándola porque permite obtener mucha información útil sobre el tipo que circula.
“Si hay casos que no tienen una línea epidemiológica [de contagio] clara”, gracias a la tecnología, se asocian aspectos que permiten saber que “lo que parecen casos aislados son un brote”, lo que permite dar un seguimiento más eficaz y aplicar medidas específicas, explicó.
Además de los resultados de los proyectos, valoró que durante los procesos se formaron recursos humanos y que la comisión montó un laboratorio de biología molecular para continuar el trabajo.
Puntualizó que son investigaciones que permiten involucrar partes que de forma independiente no tienen mucho sentido pero sumando laboratoristas, intensivistas, biólogos y expertos en el tema logran avances significativos.
Concluyó que lo más valorable es que “son aportes que luego se transfieren y utilizan todos los días”, por lo que “se vuelven a volcar a la comunidad”.
Otros premios
Investigación clínica y traslacional en paciente con covid-19 en estado crítico, Impacto sanitario y social de la pandemia por covid-19 en la atención terciaria de pacientes con patología cardiovascular en el Uruguay y Caracterización clínica y genética de pacientes uruguayos con un fenotipo de distrofia de cintura son el resto de las investigaciones premiadas.
La ceremonia de entrega comienza a las 17.00 y se puede seguir por el canal de Youtube de la ANM.