El lunes el gobierno decretó una emergencia hídrica. Entre medidas y varios otros aspectos, Lacalle Pou dijo que “Salud Pública diga quiénes y hasta qué niveles se puede consumir, y OSE va a informar cuáles son los parámetros que tiene esa agua que estamos suministrando”, en referencia a la posibilidad de elevar los parámetros de sodio y cloruro en el agua. Este miércoles OSE planteará aumentar el cloruro en el entorno de los 2.000 miligramos por litro y el sodio en 900 miligramos por litro.
Ante este eventual aumento se generaron algunas opiniones que continuaron la visión de algunos integrantes de la academia, desde el primer cambio de parámetros que elevó tanto al cloruro como al sodio por lo menos al doble del máximo permitido.
En principio, Oscar Noboa, grado 5 en nefrología, llamó a mantener todas las recomendaciones que el MSP y la academia realizaron en mayo, luego del primer cambio que llevó el cloruro a 450 miligramos por litro y el sodio a 280, sobre que no consuman agua de OSE los pacientes hipertensos, con enfermedad renal crónica, quienes tienen insuficiencia cardíaca, los que toman medicamentos para la presión. “Hay que insistir en esto” porque “el aumento de sal en estos grupos aumenta todo los riesgos” y ante un eventual aumento de los parámetros “los riesgos son peores”. Acotó que a su entender las recomendaciones “no fueron difundidas con suficiente frecuencia”.
De todas maneras, aclaró que se debe esperar a saber con exactitud a qué parámetros se llegará próximamente para que luego los especialistas realicen las asesorías técnicas y den sus opiniones. Mientras tanto, exhortó a mantener “los límites claros” en cuanto a que cada litro de agua de OSE tiene “1.120 miligramos de sal”, es decir, que si se beben dos litros diarios de agua se consumen aproximadamente “2.200 miligramos de sal”, cuando lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a la población adulta es consumir menos de cinco gramos de sal por día.
En tanto, reconoció que más allá de los porcentajes poblacionales claros en cuanto a personas que sufren cada afección, por ejemplo, que casi el 37% de la población tiene hipertensión, a su vez siempre hay un porcentaje que no está diagnosticado, por lo tanto, es deseable que las personas “midan su presión arterial”. “Los estudios poblacionales si bien muestran que la presión sube ante el consumo de sal, no necesariamente si el individuo es sano le va a producir presión alta”, pero es un “problema real” que la gente “sana” en algún momento “deja de serlo” y muchas veces al principio no lo sabe. En mayores de 60 años “se sabe que más del 60% son hipertensos” y son “el 18% de la población del país”.
Por su parte, Danilo Ríos, docente del curso Potabilización de Aguas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar), quien ya había advertido que el agua de OSE sería segura “si no implicara riesgos para la salud ni a corto ni a largo plazo”, quien además advirtió por los niveles actuales de trihalometanos, expresó que a esta altura “está claro que el agua no es potable” porque no cumple con la norma; además, según la OMS “puede ser no potable pero no afectar la salud”, es decir, que no contenga ningún contaminante, pero sí lo tiene, así que “segura tampoco es”.
Las autoridades usan el término “agua bebible” y de eso “interpreto que se refieren a un agua no segura que bebiendo durante cortos períodos de tiempo no dañan la salud”, dijo. A su vez remarcó que “no hay documento” que defina al “agua bebible”. En cuanto a los parámetros actuales de cloruro y sodio comentó que ya se está “por fuera de la norma” y que “no hay un cohorte objetivo para definir que el agua pasa a no ser bebible”.
Por último, Carlos Colacce, expresidente de OSE entre 2010 y 2011, opinó que profundizaría la crisis hídrica el hecho de que con un nuevo cambio, sobre todo en cuanto a la cantidad de sodio, el agua “deje de ser bebible”. Acotó que agua de océano “no podemos tomar porque no hidrata” y si bien existe la posibilidad de desalinizarla, Uruguay no cuenta con lo necesario para procesar un volumen tan amplio; además, en caso de que lo lograra, distribuirla sería “complejo”.
Coincidió con Ríos en que los parámetros actuales “técnicamente” no hacen que el agua sea potable aunque aún es bebible, “salvo determinados grupos” poblacionales que padecen alguna afección.
A su vez, anticipó que al parecer todo indica que lleguemos a un escenario en el que “el agua dulce disponible sea muy poca” en comparación con la necesaria y que “la única forma de obtener agua bebible” será comprando agua embotellada. A su entender llegado ese momento el Estado debe asegurar dos suministros de agua: “uno para consumir y otro, el de OSE, para otros usos”.
En cuanto a la posibilidad de traer hacia Montevideo y el área metropolitana agua de otros departamentos, por lo menos para consumo, opinó que en cuestiones de volumen “podría ser posible” porque se calcula que el consumo diario de agua “per cápita” es de 120 litros diarios, de los cuales “bebemos sólo dos”, pero la dificultad está, otra vez, “en cómo se distribuye”.