Cuatro estudiantes del Liceo 2 de Florida están trabajando en la implementación del proyecto Esmeralda, un lugar para tu calma, una propuesta que busca instalar dentro del centro educativo un espacio verde que funcione de punto de interacción y encuentro como forma de contribuir a la salud mental de quienes concurren a la institución.
En diálogo con la diaria, María José Manivesa, la tutora del grupo, explicó que la iniciativa fue de los estudiantes en el marco de los clubes de ciencia del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), y que optaron por trabajar la relación entre los espacios naturales-recreativos y la salud mental. “El primer paso fue investigar, ver información y videos a través de los que comprobamos que efectivamente hay una relación y un impacto del ambiente que nos rodea en nuestra salud mental” y en el estado de ánimo, a lo que se refiere, por ejemplo, la neuroarquitectura, agregó.
Los estudiantes identificaron que en el liceo no hay espacios verdes y que, por el contrario, es un lugar “frío, con mucho cemento”. El siguiente paso fue colectivizar la idea y hacer una encuesta para saber qué opinaba el resto de la comunidad educativa. Finalmente, facilitaron a los estudiantes de todas las clases del turno vespertino una encuesta anónima, que respondieron unos 80 adolescentes.
“80% de quienes respondieron vinculan la salud mental con el ambiente” y entienden que “en la construcción de un mejor ambiente es importante que la naturaleza esté presente”, relató Manivesa. En las respuestas a la encuesta, a las que accedió la diaria, los estudiantes coincidieron en que el espacio les permitiría “tener más calma” y encontrarse con ellos mismos, que serviría para “despejarse un poco de las pantallas” y encontrar paz y liberar algunas emociones, como el estrés y la ansiedad.
Se avanzó en el proyecto porque tras las respuestas se entendió que podía tener “un impacto positivo en el liceo”. Luego, se seleccionó un espacio dentro del patio del centro educativo, una zona delimitada de 4 x 4 metros, y los estudiantes del grupo que lleva adelante el proyecto eligieron plantas, juegos de mesa y un mural como elementos fundamentales del espacio, considerando las respuestas a la encuesta.
El mural incluirá algunas respuestas de los estudiantes y en el marco del taller de arte se elaborarán ideas que serán parte del boceto. El diseño se definirá en las dos primeras semanas de octubre. También se buscará que el espacio sea sostenible a futuro, con el aporte de los estudiantes y funcionarios del liceo. La intención es que el trabajo “sea participativo” y se instale antes de que finalice el curso.
Una vez instalado, el proyecto contempla realizar una nueva encuesta para recopilar la opinión de la institución sobre la idea hecha realidad.
Si bien los proyectos de los clubes no reciben apoyos económicos, según la tutora, lo necesario para el mural se puede financiar con recursos del liceo. Además, los estudiantes están recibiendo donaciones de plantas para luego venderlas en macetas recicladas hechas también por los estudiantes, así como alimentos, y de esa forma juntar fondos para comprar, por ejemplo, los juegos.
Manivesa concluyó que este tipo de propuestas muchas veces no se hacen porque los estudiantes “no saben que pueden hacerlo”, y demuestra que los espacios que habitan se pueden transformar y que tienen “el poder” para llevarlo a cabo.
Las tutorías se contemplan dentro de la Greencubadora, un proyecto impulsado por la organización de la sociedad civil El Abrojo, y se financian con el aporte de empresas privadas.