El debilitamiento de derechos debilita la democracia. No se puede construir un país de iguales si no se inyecta de oportunidades y de los recursos necesarios a la población más débil.
Hay que imaginarse un futuro distinto al que impone el capital y salir a luchar por él. Un futuro donde la vida esté al servicio de la vida, donde el fin del capitalismo sea más creíble que el propio fin del mundo.
El esfuerzo, la tenacidad y la capacidad sí son excelentes discriminantes, pero solamente si la escalera de ascenso no son las cabezas de los más desprotegidos.
El interés y votación para los gobiernos municipales se da en el marco de la puja entre partidos y sectores, pero no amplía y rompe fronteras para irse transformando en un fenómeno más político que partidario.
En la actualidad llama la atención que los márgenes de distribución y envasado resultan ser de más de 50% del precio final del gas licuado de petróleo (GLP).
Hoy Uruguay y Surinam son los únicos países en América del Sur que no reconocen a su diáspora el derecho al sufragio, situándose en las márgenes de la tendencia internacional
Una situación cotidiana que viene ocurriendo desde hace un tiempo a esta parte: la banalización del rol docente, la ridiculización de quienes defienden los derechos, la desacreditación de los gremios y sindicatos.
Con jubilaciones que van a ser menores, va a ser necesario pensar en otro tipo de ingresos que complementen a esa jubilación, que tiende a deteriorarse.