Nos abrió la puerta del Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay (SUGHU), donde milita desde hace 16 años, en la calle Canelones. Como en su oficina –“la colectiva”, dice– estaba su hija menor, de cinco años, “alterada por los partidos”, nos fuimos a una mesa, atrás de una biblioteca en la que se guardan registros de las publicaciones del sindicato desde 1950. En esta tercera entrega del ciclo de entrevistas a las nuevas integrantes del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT, Fernanda Aguirre muestra una reacción “más dura” frente a temas como la lucha contra la impunidad y la distribución en el modelo productivo.
¿Cuándo arrancaste con la militancia?
De chiquita, cuando estaba en primero de liceo, por el voto verde. Luego pasé por algunas organizaciones sociales hasta que en 2002 entré en el SUGHU, en mi sindicato de rama, que era el gastronómico.
¿Con qué te encontraste en estos 16 años?
Los viví con el mismo rigor que lo vivieron todos los trabajadores de este sector, después de jornadas intensas de trabajo que tienen un montón de consecuencias en tu vida personal y a nivel físico. Porque algo que nos pasa es que nuestro sector no se identifica como de riesgo para la salud ni para la seguridad, porque no existen siniestralidades fatales pero se desarrollan enfermedades profesionales producto de las inmensas cargas horarias y los plantones. En el sector de mucamas el peso importante se traduce en lumbalgia y tendinitis, y entre los cocineros hay exposición a altos decibeles. Ese desgaste, que no se contempla, pesa.
¿Te encontraste con alguna traba?
¿Como mujer? Diría que no. Si bien este sindicato era predominantemente masculino cuando empecé, en los últimos diez años entraron mujeres de manera masiva –que además se fueron integrando a la militancia–, lo que hizo que la realidad se fuera transformando. En ese aspecto es un sindicato que ha tenido la altura suficiente para no caer en ese tipo de problemas.
¿Qué significa para vos integrar el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT?
En realidad, estoy en el Secretariado Ejecutivo desde el período pasado –lo integraba como secretaria de Derechos Humanos y Políticas Sociales– por asignación de la Mesa Representativa. La diferencia es que ahora tengo voto.
¿En qué te cambia esa habilitación?
En que ahora, cuando surjan discrepancias, mi posición va a quedar reflejada, algo que antes quedaba en el anonimato.
¿En qué temas te encontraste discrepando?
Si bien el PIT-CNT les da a los derechos humanos un lugar de importancia, incluirlo en la agenda cotidiana a veces cuesta. En concreto, la lucha contra la impunidad es parte de las reivindicaciones de esta convención de trabajadores, pero no se le da espacio en las actividades centrales. Y yo entiendo que es neurálgico darle un lugar de preponderancia, porque estamos en un período en el que las víctimas están terminando sus vidas y los represores también, y el movimiento sindical, con todas las víctimas que ha tenido, no se puede dar el lujo de cerrar este ciclo histórico sin haber hecho justicia. Después hay otra cuestión que tiene que ver con que el modelo productivo no se ha transformado y el gran capital sigue con su misma estructura. No hemos podido romper con la desigualdad estructural, y en ese sentido tengo posiciones más duras respecto de cómo deberíamos reaccionar frente a estos niveles de injusticia.
¿Qué cambia la presencia de un tercio de mujeres en el Secretariado Ejecutivo?
Lo más relevante es que hay una justicia histórica en el sentido de que las corrientes de opinión no desplacen a las compañeras que las internas tienen en sus filas, que fue lo que sucedió sobre todo en el período anterior. Que la mitad de la población trabajadora –que somos las mujeres– no tuviera un espacio de representación hablaba de un déficit ideológico importante de nuestra estructura, que se empieza a saldar.
¿Qué propuestas tenés para una representación más paritaria?
Hay un nivel de invisibilización importante de la militancia femenina, por eso tiene que haber un crecimiento ideológico de las organizaciones para no desplazar a nadie por su condición de género o por cualquier característica que implique discriminación en los paradigmas de algunas personas. Por otro lado, la forma organizativa en cuanto a los tiempos, los horarios y las estructuras. En definitiva, que la familia esté contemplada, que el entorno y los compañeros y compañeras integren a la gurisada como parte. También es importante dónde se corta el bacalao: si es en la estructura organizativa no hay problema; si es tras bambalinas, seguramente las compañeras con cargas familiares importantes quedemos desplazadas de los lugares de decisión.
¿Con qué prioridades entrás al Secretariado Ejecutivo?
En particular esta semana, con el paro parcial del 28, me interesa que el movimiento sindical tenga una gran expresión en las calles donde vamos a reivindicar nuestra plataforma, que pasa por una Rendición de Cuentas que les dé mayor prioridad a la educación y salud. En los Consejos de Salarios, que entiendan que no se puede hablar porcentualmente de aumentos salariales cuando se trata de salarios de miseria de 15.000, 20.000 pesos.
Ficha | 43 años. Oriunda de la Unión. Trabaja en catering, como moza y maître. Libro que tiene “siempre presente”: Reportaje al pie del patíbulo, de Julius Fucik.