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Cada cinco segundos, una superficie de suelo equivalente a una cancha de fútbol sufre erosión en el mundo, es decir, pierde la capa superior, que es la más fértil y en la que las plantas encuentran agua y nutrientes, señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esto ocurre como resultado de la acción del agua, el viento o la actividad agrícola.

Las consecuencias de este fenómeno son varias, de acuerdo con la FAO: pérdida de suelos, disminución de la calidad y cantidad de los alimentos que se producen allí, pérdida de biodiversidad, y reducción de la capacidad de esos suelos para retener agua. Esto conduce a inundaciones, deslizamientos de tierra e incluso a contaminación, causada por el arrastre de partículas por el agua o el viento.

Los datos fueron divulgados debido a que hoy se conmemora el Día Mundial del Suelo, con la consigna “Detengamos la erosión del suelo, salvemos nuestro futuro”. Según informó la organización internacional, para recuperar de dos a tres centímetros de suelo son necesarios hasta 1.000 años. Por esto es necesaria una gestión sostenible del suelo, con prácticas como la rotación de cultivos.

A su vez, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), que organizó una conferencia de prensa acerca de este día internacional, recordó que 75% de las exportaciones de Uruguay surge de sectores vinculados con la producción agropecuaria, y que la erosión hídrica de los suelos es el principal problema medioambiental del país fuera de las áreas urbanas.

El titular de la Dirección de Recursos Naturales del MGAP, Fernando García Préchac, recordó que la ley que se aplica plenamente desde 2014 establece que el dueño de la tierra debe contar con un plan de uso y hacerse responsable por el cuidado del suelo, incluso si quien hizo un mal uso es un arrendatario. Dijo que el país no contaba con una norma de ese tipo cuando llegó el “tsunami” de la soja, con productores argentinos que aprovechaban que en Uruguay la tierra era barata y no había retenciones al sector, como sí las había en Argentina.

A partir de entonces, se comenzó a elaborar y procesar la aplicación de la legislación actual. García Préchac destacó que esta política está basada en estudios científicos que la respaldan, y dijo que “si uno mira los programas de los distintos partidos políticos” puede ver que hay acuerdo en continuar con estas medidas y que sea una política de Estado. También Vicente Plata, el representante de la FAO en Uruguay, dijo que este país “es un ejemplo para otros países en cuanto a cómo ha encarado su responsabilidad en la conservación de suelos, especialmente porque ha implementado una política de plan de uso y manejo de suelo”.

Los estudios que se hicieron hasta 2013 mostraron que en los 14 años anteriores se había perdido 20% del carbono de la materia orgánica en los suelos, dijo García Préchac. “Aparecieron las deficiencias de potasio (está bien que la soja extrae mucho, pero siempre nuestros suelos tuvieron mucho potasio), empezó a aparecer alguna respuesta a azufre”, y “esto indica degradación, que era lo que preveían los modelos”. Explicó que esta degradación “se debe a desbalances entre las entradas y salidas de carbono en el sistema”, y señaló al cultivo de soja como un factor que lo causa. Dijo que en Uruguay las pasturas permanentes recuperan las propiedades del suelo, y por lo tanto, “es tiempo de que los sistemas vuelvan a que haya mucha más pasturas en rotación con cultivos”.

El director de Recursos Naturales dijo que a partir de la aplicación de las actuales políticas de suelos, “algunos indicadores en calidad de agua nos indican que son realmente efectivas”; entre ellos se cuenta una reducción de la presencia de fósforo en el río Negro, indicador de que está bajando la erosión. “Ahora, recuperaremos otra vez el carbono el día en que metamos mucha más pastura en las rotaciones. No hay otro camino que yo conozca y que esté experimentado en el país y súper demostrado en el mediano y corto plazo”, dijo.

Consultado sobre las medidas que pueden impulsar esa práctica y desestimular la producción de soja, García Préchac afirmó: “Vivimos en un país cuya política económica respeta al mercado. Lo han respetado todos los gobiernos, y este gobierno también. Cuando se habla de que el MGAP promueve cierto modelo de producción, es mentira. Es el mercado el que lo promueve. Cuando la soja se te va en el mercado arriba de 500 dólares por hectárea, no hay cristo que pare eso, porque las fuerzas del mercado son inatajables. Hoy está a 330, más o menos, y el ganado está valiendo mucho, y entonces el mercado va a ayudar –y está ayudando mucho– a que vuelvan las pasturas a las rotaciones”.

Sin embargo, García Préchac aclaró que eso no quiere decir que no haya nada por hacer. “Las leyes de conservación del suelo no tienen ningún incentivo, sólo tienen palo, no hay zanahoria; el que se hace el loco tiene una multa”, pero “en todo el mundo hay una enorme cantidad de incentivos, desde subsidios a descuentos de impuestos, reconocimientos de buenas prácticas, es decir, otros instrumentos que hasta ahora el país no ha aplicado”. Lo que sí se hace es medir “poniendo límites”, dijo; por ejemplo, “una tasa de erosión que no debe ser superada y que se puede estimar con un modelo en todo el país, en cualquier chacra, es un límite”.

Con respecto a la contaminación que genera en Uruguay la erosión de los suelos, el funcionario señaló que este fenómeno es “el principal contaminante de aguas” en el país y es muy difícil de monitorear. “Si usted pregunta en OSE cuál es el insumo qué más consume para potabilizar el agua en Aguas Corrientes, le van a decir: sulfato de aluminio. ¿Para qué se usa el sulfato de aluminio? Para precipitar los sedimentos y poder sacárselos al agua”.