¿En qué rubro te desempeñás?
Soy mecánico. Nací en el pueblo de Yamasá, República Dominicana. Me formé en mi país en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional y me desempeño como mecánico hace unos 25 años, entre los cuales trabajé para Mitsubishi en la capital Santo Domingo.
Mi llegada a Uruguay fue antes de la pandemia, medio de accidente... Me encontraba en Colombia currando y de paseo... al dominicano le gusta pasear, conocer, y mi primo me comentó de ir a Montevideo, y aquí quedé.
¿Cómo te afectó la pandemia en Uruguay? ¿Cambiaste de rubro?
Al llegar acá me puse a buscar trabajo, agarré changas en horas libres como mecánico, y agarré fijo de estacionador de autos en un parking en el Centro.
Por la pandemia, en el parking me mandaron al seguro, y sigo con arreglos de coches o motos por medio de conocidos o el boca a boca, y gracias a Dios siempre sale algo; no tengo taller pero tengo mi caja con herramientas y voy a donde sea, yo arreglo cualquier cosa que tenga un motor.
La diferencia con mi país es que se paga mejor acá que en República Dominicana.
¿Qué es lo que más te complicó?
Al dispararse el dólar, se me hace difícil mandar plata para mis tres hijos y también ayudar a mis padres.
Lo otro que me está costando es el clima; acá empezaron los días fríos, no estoy acostumbrado al frío, en mi país el clima va de 20 a 33 grados.
Estuve preocupado por mi madre; ella vive en San Francisco de Macorís, donde más muertes causó esta epidemia en mi país; por suerte ella se encuentra bien; allá se está tratando, al igual que acá, de que vuelvan todas las cosas a la normalidad.
¿Lo más sencillo?
El uruguayo me trata bien, en general; yo trato de adaptarme a todo, tengo la suerte de vivir en una casa comunitaria, somos pocos, pago un alquiler barato y tengo mi propia habitación; hay compatriotas que viven en casas de a 20 personas, en unos espacios muy chicos, mayormente en pensiones.
¿Qué te parece que va a pasar?
No sé qué va a pasar, soy mecánico, no leo el futuro, pero creo que si esto no pasa rápido, y si el dólar sigue subiendo, va a estar muy duro vivir acá.
Yo para despejar la cabeza los fines de semana me junto en un almacén por la zona de la calle Miguelete, donde paran otros dominicanos, para sentirme como en familia, hablar con mi gente, jugamos al dominó; nos tomamos unas cervezas, discutimos, gozamos, pasamos el rato.
Gracias de Dios yo no he llegado a pasar hambre; de mi platita yo quemo un 75 por ciento y guardo un 25. En mi tierra hay un refrán: “en tiempo de abundancia guarda para tiempo de escasez”. A futuro, si consigo un buen trabajo, me gustaría traerme a mi familia a vivir a Uruguay, acá es un mejor nivel de vida.
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