Este viernes, en la sede del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), se presentó el informe Evolución y desafíos del sector servicios globales en Uruguay, un sector de la economía que engloba a las tecnologías informáticas, las tecnologías de la información, servicios profesionales de consultoría, atención al cliente (call centers) y servicios creativos (rodajes audiovisuales, por ejemplo); todos con la característica común de estar deslocalizadas, es decir que se realizan desde un punto geográfico hacia el resto del mundo.
El informe, según explicó el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, muestra que “hay un crecimiento y un dinamismo importante y una fuerte diversidad según los subsectores”. Por ejemplo, “las tecnologías de la información generan niveles de remuneración más elevados, pero la atención comercial, los call centers, son niveles de remuneración más bajos”, indicó.
Una de las preocupaciones que presenta el informe y que es importante para el MTSS es que “las empresas empiezan a tener la capacidad de llegar al trabajador con independencia de las fronteras”, lo que provoca “un gran desafío desde el punto de vista regulatorio”, que implica “generar reglas de juego que, por un lado, no impidan que se radiquen inversiones de este tipo, y que, al mismo tiempo, generen normas que amparen los derechos de los trabajadores”, planteó Mieres.
“Esa es la gran tensión: puede ser efectivamente que haya personas que realizan trabajos para empresas en el exterior y que no estén cubiertas, porque no aportan en el país, porque la empresa no está registrada en Uruguay, y eso repercute, más allá de que ese trabajador se registre como unipersonal, pero puede no hacerlo y pasa por debajo del radar”, señaló el ministro. En este sentido, “ya está la ley de teletrabajo” y se envió al Parlamento desde la cartera un proyecto de ley “que garantiza los derechos de los trabajadores por plataforma”.
Fabio Bertranou, director de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo para el Cono Sur, señaló en rueda de prensa que este es un sector “que muestra lo que llamamos un upgrading económico, una trayectoria de progreso conjuntamente con el desarrollo de la tecnología”, pero que también “tiene desafíos muy importantes en materia laboral”, como “las calificaciones, las habilidades que requieren los trabajadores y trabajadoras del sector”. En ese sentido, “hay una demanda insatisfecha por las empresas”, que genera “grandes desafíos” para “el sistema educativo” y para “preparar especialmente a los jóvenes, a las nuevas generaciones, para insertarse en ese sector”.
Sin embargo, también se dan cuestiones “tradicionales que tenemos en el mundo del trabajo: temas de representación, de negociación colectiva, también de remuneraciones y de desigualdades en remuneraciones entre hombres y mujeres”.
La brecha de género
Una de las consultoras del informe, Vivian Couto, explicó que, “en términos de género”, estudiaron “dos sectores: el de las tecnologías de la información, por un lado, y el contact center, por el otro”, ambos con una “distribución desigual que se invierte”.
Así, “en las tecnologías, 30% apenas del empleo es [ocupado por la] mujer y en contact centers llega a 78% y 80%, dependiendo de la encuesta que miremos”. En los contact centers, a su vez, “las mujeres suelen estar en puestos de atención al cliente”, por lo que se observa “un sesgo negativo que parte de la noción de que las mujeres tenemos capacidades innatas para la atención al cliente, más empatía, más calidad, incluso condiciones de la voz”, apuntó Couto. Indicó, además, que se contrata especialmente a mujeres jóvenes que tienen su primera experiencia laboral; en cambio, los hombres “suelen estar concentrados en tareas informáticas y en el sector de las tecnologías de la información”.
En el área tecnológica, “las mujeres se concentran en tareas administrativas, en actividades que no son realmente informáticas y en la base de la pirámide jerárquica”, y entonces se da “este fenómeno del techo de cristal que vemos en otros sectores también”.
Para Couto, “la brecha de género no se puede calcular de manera pura por un salario de un género o de otro”, puesto que, a raíz de esto, “empiezan a ocultarse cosas como en qué puesto trabaja la persona, en qué lugar de la pirámide jerárquica, en qué ocupación”. Son muchas las variables para observar “exactamente el sesgo de género que excede factores medibles”, sentenció.