El 89,4% de 1.423 personas que trabajan en la industria audiovisual y de las artes escénicas de América Latina dijo haber sido víctima de una o más situaciones de acoso y violencia, indica un relevamiento realizado en julio de 2021 por la Federación Internacional de Actores (FIA-LA) y el sector de Medios de Comunicación, Entretenimiento y Artes de UNI Américas (filial regional de UNI Global), junto a sus organizaciones afiliadas, que fue divulgado el viernes pasado.
Las actividades relevadas fueron: cine, teatro, televisión, publicidad, radio, danza, circo y títeres, entre otras. La encuesta se llevó a cabo en siete países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. El método de recolección de datos fue un cuestionario web y, según el informe, los parámetros de la muestra fueron país, edad, género, orientación sexual, sector, área y rol de desempeño.
El 75,2% de las personas que respondieron se identificaron como mujeres, 20,9% como hombres, 2,6% corresponde a diversidades y disidencias y 1,3% prefirió no decir con qué género se identifica.
La experiencia con mayor respuesta afirmativa fue haber sido víctima de micromachismo en el entorno de trabajo, con 69%. “En cuanto al acoso sexual, las personas que respondieron con un sí a “¿Crees haber sido víctima de acoso sexual en tu entorno de trabajo?” llegan a 37,4%, es decir, cuatro de cada diez personas creen haber vivido una situación de estas características, y 42% declara haber intervenido para rechazar o denunciar algún caso de acoso laboral, acoso sexual laboral y violencia de género”, dice el texto. México fue uno de los países con un porcentaje más alto en esta pregunta: 54% (una de cada dos personas cree haber sufrido acoso sexual).
En cuanto al acoso laboral, 40% de quienes respondieron la encuesta se ha sentido maltratado en su entorno de trabajo (46,2%), “les ha pasado que una jefatura o alguien de su equipo les ha levantado la voz o gritado (47%), les ha pasado que alguien de su entorno de trabajo les hostigue (41,6%)”. Y “un preocupante 57,5%” se ha sentido ignorado o subestimado “por alguna jefatura o alguien de su equipo, lo que sigue evidenciado la frecuencia en la ocurrencia de conductas no tipificadas como delitos, lo que supone cierta impunidad para quien las comete, y sólo el juicio social como castigo”, señala el documento.
Teniendo en cuenta el género, 30% de los hombres declara no haber vivido alguna situación de acoso o violencia. Si se toma a quienes se identifican como mujeres, 87% dice haber vivido algunas de las situaciones por las que se preguntó; en la categoría diversidades y disidencias la cifra escala a 95%.
Según el relevamiento, haber sido testigo es más frecuente que haber sido víctima: 78,8% de las personas consultadas respondió haber presenciado alguna de esas situaciones.
Si bien la mayor parte de las preguntas fue cerrada, hubo una abierta: “¿Has vivido otra [situación] que consideras que entra en este tipo de conductas?”. Algunas de las respuestas fueron: “Me ‘invitaron a retirarme’ de dos comedias por estar embarazada, en épocas de pleno ensayo”; “Productores que te invitan a tomar algo a cambio de elegirte para un personaje”; “Que al intentar renunciar por no llegar a un acuerdo económico una productora me diga ‘Hace lo que quieras, después ves si seguís trabajando para nosotros’”; “Todos mis subordinados son hombres y no les gusta que los mande. Cuestionan mis órdenes, si un hombre da la misma orden la cumplen”, recoge el informe.
Impacto en la salud física y mental
El informe especifica que el acoso y la violencia en el trabajo generan un impacto psicológico negativo que puede producir rechazo tanto hacia el entorno como hacia las personas que forman parte de este. En Chile en 2019, Elisa Ansoleaga editó la Guía para la evaluación, calificación e intervención del acoso sexual como factor de riesgo de patología de salud mental laboral; según la investigadora, “los efectos pueden ser en la salud mental, tales como ‘tristeza, temor, culpa, vergüenza, rabia, inestabilidad emocional, estrés, depresión, baja autoestima, irritabilidad, cansancio, disminución de sus relaciones familiares y sociales, enojo e impotencia’”. También puede haber efectos negativos en la salud física, como taquicardia, cefalea, migraña, alteraciones digestivas, trastornos alimenticios y del sueño y fatiga, entre otras. En cuanto al miedo o la mala disposición de ir a trabajar por este tipo de comportamiento de acoso o violencia, Perú es el que tiene más respuestas afirmativas (65,4%) y el número más bajo, aunque sigue siendo alto, es el de Uruguay, con 52%.
Además de capacitar, hacer especializaciones y concientizar a las personas, el informe recomienda “promover una regulación del acoso y la violencia a nivel regional, que rija para toda América Latina”, y exigir a los estados la ratificación del convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo y la recomendación 206, sobre la violencia y el acoso.