Cooperativas Agrarias Federadas (CAF) junto con FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) vienen trabajando en conjunto para generar “conciencia agropecuaria”. Con esa finalidad la semana pasada realizaron el seminario Comunicación, campo y ciudad, cuyo objetivo es facilitar el acercamiento entre las personas que viven en el medio rural y las que viven en las ciudades, además de fortalecer los vínculos interinstitucionales. Luis Frachia, gerente de CAF, explicó a la diaria cuáles son los objetivos y cómo están tratando de lograrlos. El seminario fue dirigido “a los comunicadores de las instituciones agropecuarias, a los que trabajan en los institutos, además de a los referentes de las gremiales. Esta fue una primera instancia en la que participaron cerca de cincuenta personas”, informó.
Hay que trabajar para ver a Uruguay como una unidad.
¿Cómo definiría la conciencia agropecuaria?
Es una pregunta clave y un desafío en sí mismo, porque no existe una única definición. La conciencia agropecuaria es una forma de llamarle a un tipo de trabajo, se acuñó y quedó. No tenemos una definición específica, pero cuando uno escucha a las autoridades y los referentes, estos parten de un diagnóstico de una situación: en Uruguay existe una brecha entre el campo y la ciudad, y cuando hablamos de ciudad no sólo nos referimos a Montevideo, sino también a las ciudades del interior. Hay un desconocimiento cargado de prejuicios y preconceptos sobre qué entendemos que es el agro y la ciudad. Hay acciones involuntarias que contribuyen a acentuar las diferencias. Este es el punto de partida y hay que trabajar para ver a Uruguay como una unidad, todos vivimos en el mismo país y todos tenemos cierta interacción, mayor o menor, con el campo. Una de las primeras cosas importantes a hacer es tener más claro qué comunicar y cómo, por eso es importante que estén todas las partes del sector agropecuario trabajando de forma más alineada para que esto se sostenga en el tiempo. Uno no puede pensar en que va a cerrar la brecha, pero tenemos que trabajar en achicarla, lo que está latente es que ante cualquier fallo la brecha se puede agrandar.
FAO y el MGAP confían en CAF para la facilitación de este proceso. Las cooperativas agrarias han demostrado en la práctica su aporte a la temática desde siempre. Somos actores clave porque desde hace más de 50 años las cooperativas desarrollan acciones en el territorio. Son líneas de trabajo que ahora tienen nombre, pero son parte del ADN de las cooperativas, ya sea en el cuidado del ambiente como en su rol socioeconómico y su desarrollo territorial, así como en anclar a las familias en el territorio, y esto pasaba mucho antes de que existiera el término de conciencia agropecuaria, sostenibilidad o economía verde y circular.
En Uruguay existe una brecha entre el campo y la ciudad, y cuando hablamos de ciudad no sólo nos referimos a Montevideo, sino también a las ciudades del interior.
¿A qué se refiere cuando habla de brecha?
Es un desconocimiento acentuado por prejuicios. Por ejemplo, desde la ciudad se ve al campo como un sector de una población rural envejecida con pocas oportunidades para los jóvenes, poco innovadora, de grandes latifundios y riquezas; o de gente que vive de manera muy precaria. Son imágenes muy extremas, pero en realidad hay una variedad de situaciones. Podemos decir que es un sector innovador, porque lo necesita para mantenerse dinámico, competitivo y a la altura de los requerimientos internacionales para las exportaciones. Por otro lado, la diversidad de rubros y de distintos sistemas de producción es muy importante, hay escalas y producciones diferentes, es muy dinámico en ese sentido. Una de las oportunidades que tenemos para atraer a las nuevas generaciones es la oportunidad de trabajar en un campo con demanda de tecnología, que es lo que se requiere para seguir siendo competitivos.
La conciencia agropecuaria abarca a todo el sector, en esta instancia nos centramos en los comunicadores.
¿Cuándo inició este proceso?
En 2017, con una resolución del MGAP que estableció diferentes acciones para trabajar en conciencia agropecuaria y siempre tuvo a los comunicadores como objetivo. Luego de cierto tiempo, por cambio de gobierno y por la pandemia, y si bien cada organización siguió con acciones, en general el trabajo se retomó en 2020. Los comunicadores no son los únicos, también se establecieron estrategias para desarrollar contenidos para ir sumando a otros actores, más allá de los del sector, como la academia, las empresas, y la prensa. Esos otros actores se van a ir sumando, pero primero tenemos que contar con una red de comunicadores para establecer líneas de acción, un seguimiento y una pauta para seguir una dirección.
¿De esta actividad con los comunicadores se sacó alguna conclusión o definición para el trabajo futuro?
Fue el hito de un proceso que empezó en abril con una actividad virtual de lanzamiento de esta nueva etapa de trabajo. Se generaron insumos para establecer una hoja de ruta, un documento que guíe y ayude a ir conformando la red. También se empezó a hablar de acciones y en qué marco de tiempo ir trabajando. Además, se retomaron algunos diagnósticos realizados en 2019.
Usted comentó que algunas acciones se paralizaron luego del cambio de gobierno y con la pandemia. ¿Qué se dejó de hacer?
No hablaría de paralización, pero desde el ministerio, como parte del Poder Ejecutivo, se tuvo que atender la emergencia sanitaria, no sólo generada por la covid-19, sino que también hubo dos declaraciones de emergencia agropecuaria. Uruguay tuvo dos años de emergencia agropecuaria por déficit histórico, eso hizo cambiar el foco de atención, lo que no quiere decir es que muchas organizaciones, como lo es el caso de CAF, siguieran trabajando cada una con su impronta. Eso fue muy importante porque muestra que tenemos que estar unidos para que estos procesos se mantengan y se sostengan en el tiempo. Independientemente de las situaciones que nos obliguen temporalmente a priorizar otros trabajos, tenemos presente que esto no son sólo acciones sino que es un enfoque, uno tiene que trabajar con conciencia agropecuaria e incorporarla como algo que permea en cada acción. Si bien hubo un cierto parate, igual se trabajó desde distintos ámbitos.
En el agro “hay diversidad de rubros y de distintos sistemas de producción”.
¿Ya han podido estudiar el impacto de las acciones que han desarrollado?
Ese es un tema muy importante, el establecer líneas de base e indicadores para hacer el seguimiento, lo que pasa es que estamos retomando un proceso en una etapa anterior. Esto no quiere decir que no se tenga que hacer, pero hoy cada organización hace lo suyo y lo avala, lo que tenemos que lograr en el corto y mediano plazo es alinear esfuerzos y buscar acciones en común para tener un impacto mayor sostenido en el tiempo. Este es un proceso a largo plazo, cuando esos esfuerzos estén alineados y generando el mayor impacto posible ahí se podrán establecer puntos de partida para los resultados parciales que se vayan logrando. Esto es como antes de salir a jugar un partido de fútbol, tenemos que estar como equipo en el vestuario, todos unidos con las cosas que tenemos que hacer claras. Cuando se salga a jugar el partido como equipo ahí podremos ver cómo estamos a mitad de tiempo y cerca del final, porque el partido no va a terminar, y va a tener un alargue prolongado.
¿Qué otros proyectos tiene la CAF a futuro?
Con la FAO también venimos desarrollando desde principios de 2022 un estudio sobre el enfoque de género para desarrollar una perspectiva de trabajo con mayor información, eso está en proceso. Sobre finales de este año o principios del que viene tendremos los resultados. También tenemos una iniciativa vinculada a los canales de comercialización y a las oportunidades de mejora de las cooperativas en el acceso a los mercados.