Mediante el trabajo colaborativo entre la academia y los diferentes protagonistas del sector de la pesca artesanal, en 2019 surgió un proyecto llamado “Pescando transformaciones”, una investigación sobre emprendimientos de este rubro en Uruguay.
El proyecto es coliderado por la investigadora Micaela Trimble, del Instituto Sudamericano para Estudios sobre Resiliencia y Sostenibilidad (Saras, por sus siglas en inglés), y por Ignacio Gianelli, investigador del Equal Sea Lab de la Universidad de Santiago de Compostela. En diálogo con la diaria, Gianelli contó que al principio del proyecto se preguntaron cuáles eran los emprendimientos que “de alguna forma llevan adelante la bandera de la pesca artesanal en cuanto a innovación” y empezaron a mapear iniciativas en todo el territorio uruguayo.
“Encontramos unos 11 emprendimientos que son bien distintos en cuanto a formato y objetivos: hay proyectos liderados por gastrónomos, por pescadores, otros que trabajan transformando residuos de la pesca. Es bien distinto, pero al final del día tienen mucho en común en cuanto a la forma de trabajo y los objetivos generales, como mejorar la pesca artesanal en su conjunto y solucionar problemáticas de sus localidades”, comentó.
A partir de ahí, se plantearon juntar todos esos emprendimientos para trabajar juntos. Para Gianelli, lo que hace “más rico, más innovador y más completo” es que “participan personas de todos los ámbitos dentro del sistema alimentario asociado a la pesca artesanal, desde que se capturan los peces en el mar, ríos o lagunas, la distribución, el procesamiento, el consumo y lo que se hace después”.
En búsqueda del “futuro deseado”
Uno de los objetivos principales del proyecto es dar mayor visibilidad a los emprendimientos, “darles voz a los pescadores artesanales que están haciendo las cosas bien hace muchos años y que muchas veces están relegados en cuanto a la posibilidad de dar su opinión”, explicó Gianelli. Por eso, desde el proyecto generaron materiales para dar a conocer los emprendimientos. Comenzaron creando un informe llamado “Catálogo transformador de la pesca artesanal”, en el que cada uno de los emprendimientos “cuenta su historia” y se genera un lugar donde están todos juntos.
Para impulsar el trabajo en equipo, juntaron a todos los actores involucrados durante dos días. En esas instancias cada uno compartió su punto de vista sobre “hacia dónde va la pesca artesanal”, pero el objetivo fue generar esa perspectiva a futuro en conjunto y “pensar qué futuro queremos para la pesca artesanal de acá a 2050”, dijo Gianelli. Sin embargo, afirmó que, aunque es “muy interesante”, ese futuro deseable es “muy difícil de imaginar”, ya que es “una cosa muy abstracta”. Para conseguirlo utilizaron “técnicas basadas en el arte”, que fueron planteadas por otra integrante del proyecto, la diseñadora Silvana Juri, que ayudó a que fueran “un poco disruptivos y que digan ‘pensemos un poco más allá’”.
Como resultado presentaron un documento en el que se concluye que en el futuro deseado conjunto la pesca artesanal se volvería “un sistema alimentario protagónico, diverso, equitativo, conectado, circular y viable, en donde el trabajo colectivo prima sobre el trabajo individual”. Además, se apunta a que el sector sería sostenible ecológicamente, que habría un cambio para mejor en la dieta de los uruguayos e incorporaría nuevas tecnologías. El cambio sería posibilitado gracias a un “arduo trabajo en escuelas” y “por el apoyo de las autoridades gubernamentales”.
Una vez que llegaron a esa conclusión, se plantearon qué se puede hacer para llegar a cumplir con el “futuro deseado”. Comenzaron a imaginar posibles acciones a corto y mediano plazo en el país, pero también a nivel individual. Según Gianelli, una de las ideas que surgieron fue “redoblar la apuesta” en cuanto a comunicación, porque “la gente interesada quizás lee un catálogo de 70 páginas sobre la pesca artesanal, pero hoy en día es todo inmediatez, entonces pensamos en ir por algo audiovisual”.
Por eso crearon un cortometraje documental que lleva el mismo nombre que el proyecto, en el que se cuenta la historia de cada uno de los emprendimientos y se muestra el trabajo que hicieron en el taller durante los dos días que se juntaron. Gianelli señaló que la intención del audiovisual es dar a conocer la situación del sector de “forma más amplia” y “convencer a los que no están convencidos”. Contó que el cortometraje recibió financiación de Future Earth a través de su programa Pathways Communication Grant, fue realizado para la productora Cines3 Producciones y dirigido por Víctor Burgos.
De todas formas, aclaró que “el catálogo y el cortometraje muestran posibles caminos a seguir dentro de la pesca artesanal, pero hay que reconocer que no es representativo de todo el sector, hay lugares que están con problemas serios y no es todo tan color de rosas”. Planteó que la estrategia es mostrar que “con ciertos apoyos y formas de trabajo se pueden lograr este tipo de cosas” y contagiar “el entusiasmo y las formas de trabajo a nuevos emprendimientos”.
Además, se plantearon generar más eventos para dar a conocer sobre la temática, un ejemplo es una actividad que realizaron para presentar el documental en el Centro Cultural de España a finales de noviembre del año pasado: “Hubo una sala llena en Montevideo con 120 personas, que escucharon por lo menos por dos horas de qué trata la pesca artesanal, cuál es el futuro y además tuvieron la posibilidad de degustar productos de los propios protagonistas. 2022 cerramos con esta actividad, pero la idea ahora es ver cómo nos paramos para 2023 y cómo seguimos generando esas acciones para transitar hacia los futuros deseados para la pesca artesanal”, señaló.
Los emprendedores
Jardín Primitivo es uno de los emprendimientos que se puede encontrar en el catálogo y el documental. Está ubicado en Punta del Diablo y consiste en revalorizar los residuos de la pesca convirtiéndolo en “un fertilizante de primera calidad”, según contó a la diaria Claudio Taroco, uno de los responsables de la iniciativa. Comentó que el proyecto surgió por “una necesidad de tierra de materia orgánica, fértil, para poder plantar en suelos arenosos”. Producto de la pesca se tiraban “muchos kilos” de residuos al mar, eso dio pie a que probaran hacer un fertilizante con 1.000 kilos de esos residuos: “Salió un fertilizante de primera calidad y solucionamos un problema enorme acá en el pueblo, a los pescadores, a los hoteles, a la Junta Departamental y a la gente que le gusta plantar, porque ahora hay mucha materia orgánica en la vuelta”, añadió.
Mario del Bó es integrante de la Asociación Gastronómica del Uruguay y uno de los impulsores de “Aquí se pesca, aquí se cocina”, otra de las iniciativas que se puede encontrar en el catálogo y que, al contrario de las otras, no funciona de forma constante, sino que consiste en eventos que se realizaron en Punta del Este y Montevideo. De acuerdo al catálogo, cada instancia junta a pescadores que le muestran al público cómo son “las artes de pesca” y “las especies que capturan''. Del Bó dijo a la diaria que la iniciativa también tiene una “pata de ayuda social'', ya que todo lo recaudado en los eventos tiene como destino “mejorar las condiciones de los comedores de escuelas o Centros de Atención a la Infancia y la Familia”.
Comentó que la idea de la iniciativa es “dar a conocer de dónde viene [el pescado], cuándo viene, cuándo tiene que consumirse, cuándo no y cómo”. En ese sentido, destacó la importancia del documental de “Pescando transformaciones” “porque tiene todo como para seguir entrando en la cabeza de la gente desde edades iniciales”: “En un momento de redes sociales y de velocidad, un documental que muestra la realidad social, lo que es una barca y cómo la pesca termina en un restaurante es un puntapié más a todo este movimiento que se está dando”, agregó.
Omar Bentancur, mejor conocido como Cachito, es pescador artesanal e integrante de Por la Pesca Artesanal en Piriápolis, un grupo de “investigación y acción participativa” integrado por pescadores artesanales e investigadores. Bentancur habló con la diaria sobre “Pescando transformaciones” y valoró que se dé a conocer “qué hay detrás de un pescado”. En ese sentido, afirmó que genera beneficios “para la salud humana y la ambiental” y que se “aprovecha todo el pescado”, a diferencia de lo que sucede en la pesca industrial, donde gran parte de las capturas vuelven muertas al agua y se “aprovecha muy poco”.
Señaló que dar a conocer los proyectos es importante porque los “anima a seguir adelante” y es “un granito de arena más para que la pesca artesanal no desaparezca”. En esa misma línea, Taroco señaló que en los últimos años la pesca “ha disminuido pila” y en la última zafra del invierno pasado sólo se dieron “una o dos pescas buenas”. Apuntó que eso se debe a “la sobrepesca de los barcos industriales y el cambio climático”.
Comentó que el trabajo que se hizo con el catálogo “es impresionante” y ayudó a los pescadores a posicionarse en otras partes y “darse a conocer un poco más”. Puso como ejemplo su caso y comentó que “tamberos” y “arroceros” acuden a su emprendimiento a buscar el compost como alternativa al aumento de los precios de los fertilizantes: “El pescado que sale de acá de Punta del Diablo fertilizó arroz en Treinta y Tres, limoneros en Canelones, la cárcel de mujeres de Rocha… El pescado que sale de la costa termina en lugares increíbles”, contó.
Entre la “falta de recursos” y de “voluntad”
Taroco ve como dificultad dentro del sector la “falta de educación” que hay sobre la pesca artesanal y afirmó que “falta aprender muchísimo de lo que se hace con la pesca”. Del Bó coincidió con Taroco en la importancia de la educación y apuntó que el documental puede ayudar a que la temática de la pesca artesanal llegue a las personas desde “edades iniciales”.
Entre las dificultades para emprender dentro del sector de la pesca artesanal, Gianelli distinguió que en Uruguay la demanda de pescado es limitada y “los consumidores generalmente al tomar decisiones prefieren comprar carne roja, pollo o cerdo”. De todas formas planteó que hay potencial para que se agrande el mercado y aseguró que “lo que produce Uruguay de forma artesanal e industrial sobra para abastecer al mercado interno”. Además, apuntó que la pesca, “a diferencia de cualquier otro sector productivo en tierra, es más azarosa, depende mucho más de factores que no pueden controlar los propios productores y hace que sea más difícil invertir y arriesgar”.
“Después, hay todo un asunto burocrático relacionado a las instituciones que también falta asentar para que pueda existir realmente un incentivo a invertir en este tipo de emprendimientos”, manifestó. En ese sentido, señaló a la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos y a la Prefectura Nacional, que “tienen sus propias limitantes en cuanto a operativas, recursos humanos y económicos, pero a veces también parece que fuera un tema de voluntad”. Añadió que por más de que “son pocos” se puede sacar adelante la situación y que “con poco se puede hacer mucho”.
Del Bó señaló que hay un “desfase” entre “la realidad de la pesca artesanal y la burocracia que existe”. Explicó que muchas veces hay iniciativas dentro del sector a las que “desde un escritorio” se les ponen “más trancas y menos soluciones”. Gianelli fue por la misma línea y concluyó que “las barreras y dificultades son muchas y hay que trabajar en ellas”, pero “algunas no dependen tanto de un montón de recursos, sino más de voluntades para dialogar, buscar un punto medio, buscar soluciones y no mantenerse firmes en la rigidez”.