En el marco del Día Internacional de las Cooperativas 2024, que se celebró el 6 de julio, la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU) convocó a especialistas nacionales e internacionales a una instancia de intercambio virtual para debatir sobre “La marca cooperativa en el mundo digital”.

Los panelistas destacaron la vivencia de ser cooperativistas, reivindicaron ese “sistema de vida” y afirmaron que hay que expandir ese “sentir y pensar” que “sólo quienes lo experimentan entienden”. Manifestaron que en el intercooperativismo se revitalizan la necesidad de resistir y profundizar, el calor humano de la comunidad como marca identitaria, el valor sostenible y sustentable del cooperativismo y la empatía como respuesta ante todo.

Juan Manuel Chaves, de la FCPU, habló del carácter “endogámico” que tiende a construirse entre cooperativistas como un punto débil, añadió que como comunicador lo “desvela” que “no se vean de forma correcta los logros del cooperativismo” e instó a “salir a batallar un espacio que es necesario conquistar”, con la finalidad de acercar la mirada de la gente y conseguir que se reconozcan los avances y su importancia a nivel social.

Un pequeño paso en la soberanía tecnológica

Uno de los temas convocantes de la instancia virtual fue que, después de cuatro años y medio de “mucho trabajo”, el 24 de junio, la FCPU logró tener en sus manos el dominio .coop.uy, lo que significó un avance en términos técnicos y de reconocimiento.

Leandro Monk, socio fundador de GCOOP, una cooperativa de software libre referente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento, destacó que en términos de soberanía tecnológica la decisión del Centro de Información de Red (NIC Uruguay), al habilitar la utilización del dominio .coop, significa que nadie le puede decir a Uruguay “quién es cooperativa y quién no”. Monk explicó que lograr la soberanía tecnológica lleva “mucho trabajo” y se hace “paso a paso”.

Señaló que la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números “no tiene una política diferenciada para los países latinoamericanos”, a pesar de que se juega la capacidad de “mayor visibilidad”. Resaltó que las cooperativas son “las únicas empresas duraderas” y que son empresas “nacionales y territoriales”, condición que, considera, aporta a su “valor”.

“Un hito como este no es para quedarse”

Chaves motivó a hacerse cargo de este logro e invitó a que sirva de impulso: “Tenemos esto. ¿Ahora qué hacemos?”, preguntó. Dijo que hicieron “buenas alianzas” y que se están apoyando en la cooperativa Subte para el “asesoramiento más técnico”. Valoró el reconocimiento de tener una marca que los “identifique” con la expectativa de que la gente empiece a “valorar los productos y servicios cooperativos”. El comunicador enfatizó que “un hito como este no es para quedarse, sino para seguir adelante”.

Por su parte, Monk reivindicó que “el reconocimiento se logra haciendo” y que es necesario “innovar”.

En tanto, Agustín Canzani, sociólogo y analista político uruguayo, señaló “el desfasaje” entre los que forman parte de una organización y quienes la ven “desde afuera”. Quienes están dentro conocen las “complejidades”, por lo tanto tienen una imagen “muy elaborada” de lo que conlleva, en contraposición respecto de quienes están afuera, que únicamente perciben “algunos aspectos” y esto influye en la “percepción” y la “visibilidad” que puede tener una organización. Por eso, resaltó la importancia de considerar la imagen como una “construcción que se renueva continuamente”.

Según Canzani, para conocer la “imagen pública” es necesario “medir y evaluar” cuáles son las actitudes hacia la organización teniendo en cuenta el carácter “heterogéneo” y “segmentado”, para evitar “actuar a ciegas”. Por lo tanto, para dar visibilidad es necesario saber quién recibe la información, cómo es ese público, qué lo diferencia y qué lo une.

Además, señaló la importancia de que exista un “relato orientador” para comunicar y definir “qué somos, para qué estamos y qué función cumplimos en el entorno en el que nos desempeñamos”. A partir de esas decisiones se podría avanzar con un horizonte claro, teniendo en cuenta qué concesiones se está dispuesto a hacer y cuáles no, para lograr la “notoriedad”, “aceptación” y “valoración” que espera la organización.

El sociólogo afirmó que hay tres grandes niveles distintos entre sí: marca, organización y sectores. Indicó que en el sector cooperativista en la generación de imagen esos tres niveles se “retroalimentan”, pero se preguntó si la condición de que “una marca o servicio sea cooperativo” le agrega valor. A partir de esa interrogante, hizo hincapié en la importancia de definir qué “diferencia” a esa organización de otra y cuál es “su potencial”.

Canzani destacó la idea ilusoria de que con el surgimiento de internet se estableció la creencia de que “la comunicación iba a ser más horizontal y abierta para todos”, y agregó que en contraposición, la realidad demostró que “hay estratificación”, los recursos económicos “pesan” y la “segmentación se hace más visible”. Aun así, incentivó a aprovechar la accesibilidad y a “explorar” cuál es el campo fértil que habilita la posibilidad de desarrollar “nuevos estilos de práctica y comunicación”.

Honrar la identidad

Nahún Mirad, comunicador social y exintegrante del directorio del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social de Argentina, expresó que el cooperativismo “no sólo crea mercado”, sino que propone un “modelo de vínculo” de personas como “comunidad”. Reafirmó que para que eso ocurra es necesario generar una “identidad”. Según Mirad, “no hay sociedades que solamente sean de mercado o estatistas, sino formas mixtas en las que la economía social y solidaria ocupa un rol social importante”. Agregó que el relacionamiento con “los asociados” no debería ser como “consumidores o clientes”, ya que ese formato implica un riesgo de alejarse de la identidad cooperativista.

También cuestionó: “¿Qué hacemos con la palabra cooperativa?”. Esto implica pensar de qué forma “intervenir” desde el cooperativismo en el mercado. Explicó que pensar en la identidad se debe abordar como una cuestión “estratégica” que abarca varios aspectos que tienen que ver con reafirmar “los principios y valores como modelo integral de gestión”. Destacó que este tipo de organizaciones son “exitosas” porque los principios y valores están “internalizados” en las formas de construir sus prácticas y de abordar el relacionamiento intercooperativo abierto y educativo.

Además, señaló la importancia de acceder a un dominio como .coop.uy, “que respete la identidad del sistema y no la vulnere”. Hizo hincapié en la necesidad de que exista una “continuidad” en las políticas públicas y en la implementación que tienen que ver con el registro, la certificación, el asesoramiento técnico y, principalmente, con “el fomento y la formación para poder entender el registro como parte de un sistema más global de la economía social y solidaria, que da la posibilidad de consolidarse como un sistema”.

Mirad destacó que se deben construir “redes y plataformas”, ya que “cuanto más fuerte sea el movimiento cooperativo y solidario, cada una de las expresiones individuales se fortalece también”.

Por su parte, el colombiano Octavio Cuéllar, especialista en marketing digital en el sector de la economía solidaria, panteó que en su país los cooperativistas se “enfrentan” a elegir entre dos opciones: “cumplir” las reglamentaciones gubernamentales de la economía solidaria, o “preocuparse” por la imagen, lo que provoca un “descuido” en la imagen.

“Las cooperativas no son competencia entre sí”, opinó, y destacó la necesidad de establecer una “intercomunicación” entre cooperativas para intercambiar conocimientos. “Entre más unidos estemos, más valor podemos darle al sector solidario”, expresó.

Planteó la importancia de “apoyarse” en la inteligencia artificial para “fortalecer” la comunicación y resaltó que es el “talón de Aquiles” de este tipo de organizaciones. Agregó que los canales digitales actúan para establecer “límites” con los asociados utilizando un mecanismo de “sensibilización” que busca compensar el “tire y afloje” que se genera entre “las expectativas y exigencias” de los asociados y “lo que la cooperativa quiere dar”. En ese intercambio se profundiza en la identidad “comunitaria” de la cooperativa, que pretende “incluir” al asociado y a su grupo familiar.

Añadió que el “mayor aporte” que hace el sector solidario es que “los asociados no son números; para el mercado financiero sí, para nosotros no”, y señaló que el vínculo laboral entre la cooperativa y el asociado implica “empatía”, ya que la organización busca “apoyar y atender”, teniendo en cuenta al individuo, “su sentir” y sus “dificultades personales”.

Finalmente, el presidente de la FCPU, Richard Silvera, concluyó: “El cooperativismo es un sistema de vida y eso lo sabemos quienes somos cooperativistas. Que el dominio quede en manos de la federación va a abrir la oportunidad de que nos entiendan e identifiquen. El reconocimiento es un factor que nos lanza y es el paso a caminar en el mundo digital, del que vamos a tener que aprender. El trabajo que hemos llevado de unos años a esta parte nos certifica realmente que estamos en el camino acertado”.