Por cuarto año consecutivo, este viernes, Cooperativas Agrarias Federadas (CAF) distinguió en la previa del Día Internacional de la Mujer a cuatro trabajadoras rurales que han realizado aportes destacados al cooperativismo agrario desde diversos roles. Se trata de Carolina Ferrari, productora socia de la cooperativa Cariplal, de Rafael Perazza, de San José; Marta Ricca, productora socia de la cooperativa Cradeco, de Colonia; Zuli Viazzi, productora socia de Conaprole, de San José; y Gabriela García, integrante de la cooperativa Unión Rural de Flores.

Stefanía Silveyra, vicepresidenta de CAF, indicó que la instancia tuvo una carga “simbólica” por los distintos avances del contexto político, social y cultural, como la declaración de la Organización de los Estados Americanos (OEA) por el “Decenio interamericano por los derechos de todas las mujeres rurales”, que abarca desde 2024 hasta el 2034, y el hecho de que 2025 fue declarado “Año Internacional de las Cooperativas” por parte de Naciones Unidas.

Silveyra dijo que la intención del encuentro era “reflexionar en torno a este día, así como visibilizar y homenajear a las mujeres que cuentan con una destacada trayectoria en el cooperativismo agrario” y señaló la “participación activa y permanente de las mujeres” dentro de estas organizaciones.

Además, enfatizó la importancia de que tanto Ferrari, como García, Ricca y Viazzi hayan sido postuladas por cooperativas socias de CAF: Cooperativa Agraria Río de la Plata Ltda (Cariplal), Unión Rural de Flores, Cooperativa Regional de Ahorro y Crédito de la Costa (Cradeco) y Cooperativa Nacional de Productores de Leche (Conaprole). Aseguró que seguirán trabajando “activamente” con el gobierno, para aportar su visión sobre el Plan Nacional de Género en las políticas agropecuarias.

A pesar de los avances en el reconocimiento de las mujeres rurales en el ámbito agrario, Pablo Perdomo, presidente de CAF, advirtió que aún hay un debe de la temática de género que consideró de “vital importancia” en lo que respecta a “la reforma de la seguridad social y la participación de las mujeres”.

Perdomo justificó que la vía que encontraron para “obligar a las directivas de las cooperativas a reconocer y dar visibilidad a las mujeres rurales fue impulsarlas a elegir homenajeadas”, lo que generó un efecto “gancho” para lograr aumentar la notoriedad que garantizó que se realizara por cuarta vez consecutiva este reconocimiento.

Desde CAF escribieron la biografía de cada una de las trabajadoras, que elaboraron en diálogo con sus familiares, compañeros, compañeras y los testimonios de ellas para retratar de forma breve sus historias de vida y trayectorias como mujeres rurales y trabajadores. Referentes del Consejo Directivo de CAF: Nina Szwec, Iliana Garrone, Sofía Fossati y Laura Serena expusieron los relatos para celebrar el homenaje.

“El campo es donde quería vivir”

En primera instancia Szwec fue quien presentó la biografía Ricca. La retrató como el “reflejo de una vida construida con esfuerzo, arraigada a la tierra y sostenida por el amor de la familia”. La trabajadora nació a pocos kilómetros de Colonia Valdense, y tiene once hermanos. El campo significó para ella un entorno de aprendizaje en todos los aspectos de la vida.

Fue la vida rural la que le enseñó “el valor del trabajo”, ya que desde niña elaboraba productos artesanales, cocinaba, aprendió a cortar leña, cuidar la huerta y el jardín, según narró Szwec. Sus allegados la definieron “con espíritu inquieto y perseverante”.

Ricca contó que su infancia en el campo le permitió aprender los quehaceres de la vida rural “sin perder lo propio de la niñez”, y estar en contacto con la naturaleza. Además, reivindicó que a pesar de las oportunidades que le surgieron para trasladarse a la ciudad: “el campo era donde quería vivir”. Expresó que todo lo que aprendió de niña y adolescente le dio herramientas para cuando formó su familia y reforzó la idea de que “es muy importante transmitir desde la infancia, los valores de producir los alimentos y lo que significa el trabajo rural, permitiéndoles desde pequeños hacer tareas”.

A sus 25 años, Ricca se casó y se mudó junto con su esposo Darío a Colonia Española, donde dieron inicio a su empresa familiar. Cuando empezó a crecer, lograron acceder a créditos bancarios y “modernizar la ordeñadora, adquirir más ganado y mejorar las instalaciones”. En paralelo criaron a sus tres hijos, y Ricca sostuvo que una de sus “satisfacciones” es haberlos criado en el campo y que les haya permitido verlos crecer.

Manifestó que “como mujer, aparte de trabajar, estudiar, capacitarse, llevar una empresa adelante, podemos tener nuestros hijos, sin que sean una carga, porque ellos son los que nos dan fuerza y nos impulsan a seguir adelante”. Junto con Darío en los momentos difíciles “no teníamos psicólogos para hablar, pero teníamos fe y amor por nuestro trabajo”, sostuvo Ricca.

A pesar de que no era común que una mujer manejara vehículos y tractores, ella aprendió este oficio y se aseguró una nueva herramienta y su propia independencia. Luego, a sus 50 años aprendió computación y conocimientos en trazabilidad ganadera, control reproductivo y registros lecheros.

Tanto Ricca como su esposo son participantes activos de la Cradeco, y la trabajadora reconoció la “influencia” del cooperativismo en su vida.

Además, destacó el insistente trabajo por reconocer la “importancia de la mujer rural”, y resaltó el vínculo que sostiene con la cooperativa desde el comienzo de su empresa familiar como “pilar fundamental por su asesoramiento técnico y financiero”. También se refirió al “buen equipo humano” que permite el relacionamiento entre productores, que según ella “favorece el crecimiento”.

Por último, agradeció “contar con mujeres en cargos importantes”, y expresó su deseo de que desde la cooperativa se pueda “llegar a más mujeres y brindarles apoyo en sus emprendimientos”.

Abrirse paso entre 120 hombres

Garrone fue quien presentó la biografía de García, administrativa de la cooperativa Unión Rural de Flores, reconocida por su ejemplo de “compromiso, dedicación y calidez humana”.

García nació en la ciudad de Trinidad, en Flores, donde creció junto a su madre, padre y tres hermanos. A los 21 años ingresó a la cooperativa como secretaria. Según mencionó, en aquella época “la comunicación con el campo era muy distinta a la de hoy” y se transformó en el “primer contacto para quienes acudían en busca de orientación o ayuda”. En consecuencia, García se volvió un punto de referencia dentro de la cooperativa”, y “un pilar esencial en su funcionamiento”, relató Garrone.

La trabajadora desarrolló su carrera en un ambiente mayoritariamente “masculino” -habían 120 hombres y tres mujeres-, esto implicó un “desafío” pero lo resignificó como “una gran oportunidad”. García destacó con “orgullo” que cada vez son más las mujeres que participan y ocupan lugares de “liderazgo” y afirmó que es “un camino que fuimos construyendo juntas y que sigue abriéndose para las que vendrán”.

Hoy en día, se desempeña en el área de Administración y proclamó que el homenaje es también “para todas las mujeres que día a día demostramos que tenemos mucho para aportar al sector agropecuario”. En paralelo a su crecimiento profesional, formó su familia y celebró su rol de abuela.

“No se den por vencidas”

Por su parte, Serena presentó la historia de Ferrari, socia y productora de Cariplal.

Ferrari creció en la localidad de Rafael Perazza, departamento de San José, junto con sus abuelos maternos, su madre y su hermana menor. Según contó, su infancia esta cargada de imagenes al aire libre: “Antes teníamos más tiempo, todo era más lento”, recordó.

La productora encontró su vocación en el sector agropecuario desde muy temprano, y a los veintitrés años se postuló en Cariplal, donde estuvo durante veinte años, y según relataron, representó “el rostro amable y eficiente de la cooperativa” donde tuvo un rol “fundamental” en la gestión administrativa.

Por su parte, Ferrari resaltó el hecho de que pudo formar su “propia familia”. En 2023 asumió el “desafío” de trabajar como productora y socia de la producción de papa en la zona de Rafael Perazza, junto a su esposo, Martín, y sus dos hijos. Quienes intentaron retratarla, aseguraron que al asumir ese rol la trabajadora “reafirmó su compromiso con la tierra y con el modelo cooperativo que siempre defendió”.

Ferreira expresó la dificultad que implica muchas veces congeniar trabajo y familia, ya que son cuestiones que suceden en conjunto. Sin embargo, celebró la “habilidad de las mujeres de estar ahí, unir y calmar las aguas para lograr un trabajo cooperativo, teniendo en cuenta que todos tiramos para el mismo lado”.

La productora, eligió destacar la relevancia de la mujer en “todos los sectores de la sociedad y todos los ámbitos de la vida”, pero se centró especialmente en el medio rural. Explicitó que allí la mujer funciona como una figura “atenta a cada necesidad, tanto familiares como laborales”. Y detalló que muchas veces la mujer rural tiene un rol “activo” que implica solucionar los problemas del campo, del hogar y las tareas administrativas, y en otros casos también está el rol “más pasivo, -pero no menos importante-, que tiene menor visibilidad frente a la sociedad, pero también aporta su punto de vista”.

Explicó el funcionamiento de las cooperativas en el medio rural como “empresas que ayudan a productores a crear, crecer y desarrollarse” más allá de la magnitud. Y dedicó un mensaje a las mujeres rurales: “No es tarea fácil, pero persistan y no se den por vencidas”.

Sus allegados reconocieron que: “Carolina consigue todo lo que se propone, nunca deja de aprender”. Para ella, “ser productora no es solo un trabajo, sino una forma de vida, que eligió con determinación y sigue construyendo día a día”.

“Más para tirar del carro”

En tanto, Fossati presentó la biografía de Viazzi. Según relató, Viazzi fue hija única y nació en la zona rural de Cagancha, en el departamento de San José. En la adolescencia, su madre decidió anotarla en un curso de corte y confección, de esa forma Viazzi colaboraba en las tareas domésticas y rurales.

A sus 19 años su “mayor acto de rebeldía” fue casarse con Abel y dejar su casa para trasladarse a la zona de Arroyo Llano donde vivieron en un tambo. Al año y medio fue madre de mellizos y su tiempo se distribuía entre “el tractor, los terneros y sus hijos”. En pleno crecimiento del tambo, tuvo a su tercera hija y pasó a ocuparse de la administración. Expresó que el avance de la tecnología le generó resistencias, y a pesar de que “aceptó el cambio”, no logró adaptarse.

Al acompañar a su esposo a reiterados eventos sociales, la trabajadora descubrió su “pasión” por el trabajo social y se integró a la Comisión de Damas de la Sociedad de Productores de Leche de Rodríguez en los años 90. En aquella época los socios de la gremial enfrentaban la falta de recursos económicos para costear el traslado de sus hijos al liceo, alejado de la zona rural. Viazzi cumplió un rol “clave” en la creación del Centro de Adolescentes de Rodríguez, con el apoyo del entonces INAME (Insituto Nacional del Menor). El centro funciona hace más de 25 años y, según relató, actualmente recibe “a más de cien adolescentes por día del medio rural y urbano”. Para ella significa un “inmenso orgullo y logro que demuestra que con ánimo para trabajar con espíritu cooperativo se puede lograr grandes cosas”.

Fossati, valoró que Viazzi “juega en toda la cancha pero prefiere que las copas las reciban los demás”, y que ella es una demostración de que “el que más da, es muchas veces el más agradecido”.

Con la emoción de toda una vida, la trabajadora expresó el agradecimiento profundo a Conaprole: “Nuestra cooperativa, mi cooperativa”, y recordó que la empresa “siempre estuvo: en las buenas, en las malas, en las verdes, en las maduras”. Además, expresó que al formar una familia junto con su esposo se vieron fortalecidos y respaldados porque eran “más para tirar del carro”.

Darles el espacio que se ganaron

Para finalizar, destacó el orgullo de integrar la mesa “con mujeres maravillosas y tantas otras que merecerían el mismo reconocimiento”. Y reafirmó su deseo: “Especialmente a esas mujeres que con tanto sacrificio llevan adelante su tan valorado trabajo, que mañana tengan un feliz día”.

El presidente de CAF explicó que “las cooperativas son las aliadas estratégicas para llevar las políticas públicas a cualquier administración”, e invitó a continuar “apostando por el diálogo”, y a “reflexionar sobre la participación de las mujeres” para tomar conciencia de la “soledad” con que lo viven.

Para dar cierre, Silveyra manifestó la expectativa de que estas historias “sean inspiradoras para quienes escuchen”. Y agradeció a las homenajeadas por “desnudar su verdad” y reiteró el agradecimiento a las cooperativas, a las organizaciones nacionales e internacionales y el apoyo de diferentes instituciones.

La vicepresidenta insistió en hacerse cargo de las posibilidades que están al alcance de las cooperativas y explicó las diversas formas de ejecutarlas: “Hay mucho para trabajar en lo que respecta a la mujer rural, y este es uno de los ejercicios que sí podemos hacer: visibilizar el rol de las mujeres que están en las cooperativas, en diferentes espacios ya sea en el campo, en la directiva, como funcionarias o en la zona en sí. Tenemos que darles la oportunidad de agradecerles y darle el espacio que se han ganado”.

Por último, se dirigió a las cooperativas y señaló la necesidad de “sumar más voces al cooperativismo para lograr encontrar desde las cooperativas las mejores respuestas para los socios”.