De acuerdo a los datos del escrutinio primario, el Frente Amplio (FA) obtuvo en las elecciones del domingo 27 de octubre el 43,9% de los votos emitidos. La suma de los partidos de la coalición de gobierno logró el 47,5%, a los que se adiciona el Partido Constitucionalista Ambiental de Eduardo Lust por haber manifestado su apoyo explícito a Álvaro Delgado. En total, el FA quedó a poco más de 90.000 votos de distancia de los partidos de la coalición juntos.
Esto significó para el FA un avance del entorno del 5% respecto de la elección anterior, y una caída para el bloque oficialista, donde pesó en mayor medida la caída de 8 puntos de Cabildo Abierto. Por otra parte, el FA mejoró su votación en todos los departamentos del país y tuvo llamativos triunfos en bastiones blancos como Durazno y Tacuarembó, así como en la mayoría de las capitales departamentales, entre las que se destacan Minas y la ciudad de Treinta y Tres.
De cara al balotaje, entonces, la disputa estará entre la masa de votantes compuesta por aquellos que optaron por Asamblea Popular (Unidad Popular-Frente de los Trabajadores), los seguidores de Gustavo Salle y su Identidad Soberana, el Partido Ecologista Radical Intransigente, así como el casi 5% de votos en blanco o anulados. Otro aspecto que podría incorporarse son los casi 320.000 que no concurrieron a las urnas y que marcaron la abstención más alta desde 1989.
Sobre esto el economista Fernando Esponda calculó la “tasa de pesca” necesaria, es decir, la porción de votos que debe obtener cada partido que accedió al balotaje de aquellas opciones que quedaron por el camino. De acuerdo a su artículo, en los últimos tres balotajes esta tasa se ubicó entre el 20% y el 29% para el FA. Para esta ocasión, el economista calcula que la fórmula Orsi-Cosse deberá capturar al menos un 15% de los votantes disponibles y que la fórmula Delgado-Ripoll no convierta a más del 85%.
Evolución en los balotajes
Luego de la reforma constitucional de 1996, en 1999 se estrenó la segunda vuelta electoral. En aquel entonces el duelo fue entre la fórmula conformada por Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin Novoa, del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), y el Partido Colorado (PC), encabezado por Jorge Batlle y Luis Hierro López.
El punto de partida de ambos fue de 39% para el EP-FA y de 31,9% para el PC, obtenidos en la primera vuelta electoral. La bolsa disponible quedó conformada por el magro porcentaje del Nuevo Espacio (NE) liderado por Rafael Michelini, 4,5%, y el 21,7% del Partido Nacional (PN), cuyo candidato fue Luis Alberto Lacalle Herrera, porcentaje que significó el peor resultado electoral en la historia moderna del nacionalismo.
Sin embargo, Lacalle dio su apoyo a Jorge Batlle y este último se impuso en el balotaje con el 52,5% de los votos; el resultado fue la suma casi exacta de colorados y blancos. El FA apenas sumó un porcentaje similar a la votación del NE y alcanzó apenas 44,5% de los votos. Este último sector, de tendencia socialdemócrata, era la bolsa más próxima ideológicamente, de donde el FA podía captar adhesiones.
La siguiente instancia de balotaje se daría recién en 2009, esta vez entre el FA y el PN, con José Mujica y Luis Alberto Lacalle, respectivamente. Si bien el PC, que quedó tercero en la contienda, dio su apoyo explícito al PN, la situación ya no era la misma que diez años antes. El gobierno del FA gozaba de gran aprobación (Vázquez alcanzó guarismos del 80% sobre el final de su mandato) y había logrado disipar algunos fantasmas que sobrevolaron en 1999 sobre lo que haría en caso de llegar al gobierno.
El éxito económico de ese quinquenio bajo el mando de Danilo Astori, compañero de fórmula de Mujica, logró captar votantes de otras filas y una parte del PC terminó apoyando a la dupla frenteamplista. El resultado final fue de 52,4% de los votos emitidos para la fórmula Mujica-Astori, mientras que el restante 43,5% se decantó por Lacalle-Larrañaga.
Cinco años más tarde, Tabaré Vázquez volvería a la arena política para buscar un segundo mandato, acompañado por Raúl Sendic, cuyo sector fue el más votado en la interna de junio. Entre los adversarios se repetían los apellidos, pero cambió algún nombre.
Mientras Pedro Bordaberry repitió como candidato colorado, en el PN se impuso una nueva figura que hasta entonces no había encabezado el partido, Luis Lacalle Pou, hijo de Lacalle Herrera. Los resultados de la primera vuelta para estos tres partidos fue de 47,8% para el FA, 30,9% para el PN y 12,9 para el PC. Nada despreciable sería el porcentaje alcanzado por el Partido Independiente (PI), que accedió por primera vez al Senado con 3,1%.
Si bien Bordaberry aportó su apoyo más que explícito para derrotar al FA (su frase “vine para que hagan mierda a Tabaré Vázquez” quedó captada por los micrófonos), la fórmula frenteamplista logró el 53,5% contra el 41,2 del PN, lo que significó la mayor diferencia porcentual en décadas. A pesar de la directiva de Bordaberry, Vázquez había logrado el apoyo público de diversas figuras del PC, que acentuaron la fuga de votos hacia el FA y apuntalaron su victoria sobre Lacalle Pou.
En 2019 se daría la debacle del FA: en esa elección obtuvo 39% de los votos, mientras que el PN logró el 28,6% y el PC el 12,3%. El emergente en esa elección fue Cabildo Abierto, que logró 11% de los votos, cifra llamativa para un partido nuevo. En esta ocasión, estos tres partidos conformaron lo que sería el comienzo de la actual coalición de gobierno, a la que sumaron el PI y el Partido de la Gente, que obtuvieron apenas un 1% cada uno.
Esto parecía dejar poco margen al FA para recuperarse, en caso de que la totalidad de los votantes de los cinco partidos integrantes del acuerdo se plegaran detrás de Lacalle Pou. Sin embargo, el FA tuvo un espectacular avance de cara a la segunda vuelta y la fórmula conformada por Daniel Martínez y Graciela Villar logró el 47,4% de los votos emitidos, apenas por detrás de Lacalle Pou y Beatriz Argimón, quienes obtuvieron 48,9%.
Esta distancia, de apenas 37.000 votos, implicó que fuera necesario esperar el escrutinio departamental y el conteo de los votos observados para que la Corte Electoral proclamara con seguridad el triunfo de Lacalle Pou.
Nuevo contexto
La última elección significó una importante recuperación para el FA. Si bien no alcanzó el porcentaje esperado (dos puntos menos del promedio que marcaban las encuestas), obtuvo 43,9% de los votos, lo que le otorgó la mayoría en el Senado y 48 bancas en la Cámara de Representantes, y ganó en 12 departamentos del país. Los partidos de la coalición acumularon en conjunto un 47,5%.
Por fuera quedó un 8,5% conformado por votantes de partidos menores, de los cuales el más destacado es Identidad Soberana, y quienes optaron por el voto en blanco o anularon el voto. Este será el botín principal por el que pujarán ambos bloques.
Consultada por la diaria Verifica, la politóloga y vocera de la consultora Nómade, Tamara Samudio, señaló que ahora, en comparación con lo que ocurría en 2019, “hay una tensión muchísimo más fuerte de todos los partidos socios de la coalición”. “En términos discursivos han sido muy claros todos, quizás con distintos énfasis, pero, por ejemplo, en el candidato del Partido Colorado, [Andrés] Ojeda no hizo otra cosa en la campaña que hablar y mencionar la necesidad de ganarle al Frente Amplio, señalando ahí una dicotomía bien plantada de ‘ellos o nosotros’”, afirmó.
Esto dista de los anteriores comicios, en los que aún se vislumbraba el éxito que podría tener la coalición. “Ahí, evidentemente, el Frente Amplio logró captar aunque sea algunos puntos porcentuales de algunos partidos que formaron parte de los socios de la coalición de gobierno, como puede ser el Partido Colorado, Cabildo Abierto y también Partido Independiente”, destacó.
Sobre la posibilidad de que el FA logre captar votos del PC en esta elección, Samudio señaló que, si bien el electorado colorado es un 4% mayor, cree que habrá “una adhesión más grande de los partidos socios de la coalición” y que eso, “sin duda, le da al Frente Amplio un poco menos de margen”.
Sobre el electorado del PI, Samudio recordó el perfil que mantuvo ese sector hasta la elección de 2019. “Se planteaba como un partido socialdemócrata, de centroizquierda, pero no alineado con alguno de los partidos políticos. Incluso había una cierta cercanía por la antigua pertenencia de varios de sus dirigentes al Partido Demócrata Cristiano”.
“En estas últimas dos elecciones ha caído muy fuertemente, pero también se ha alineado dentro de la coalición. Ahí puede haber una mayor simpatía de quienes hoy votan al PI por la coalición de gobierno algo que antes no estaba tan determinado y había un trasvase quizás mayor de esos votos hacia el Frente Amplio en la segunda vuelta”, puntualizó.
Por otra parte, el politólogo y fundador de Factum Óscar Bottinelli señaló que el FA podría capturar “algo” de la bolsa del PC, pero que “no es la bolsa de 2019”, ya que Ernesto Talvi obtuvo votos que “no eran al Partido Colorado, sino a él como socialdemócrata”, por lo que los considera más “proclives” al FA.
“El Partido Colorado está mucho más conservador, pero ha tenido un nivel muy elevado de votos, y el voto verdaderamente colorado, o sea, la mitad de lo que obtuvo el PC, no parecería que sea un rechazo a lo blanco como podía ser años atrás”, señaló. Asimismo, considera que, con base en las encuestas, la “fuga” de voto colorado hacia el FA que se puede dar es “bastante más pequeña”.
Asimismo, destacó que la bolsa actual por fuera de estos bloques ronda en 117.000 votos aproximadamente, pero alertó que “los votos de Unidad Popular, el PERI o Identidad Soberana son de gente que tiene una actitud bastante refractaria”.
En esos casos, “depende mucho de qué señales dé Orsi en temas como la seguridad social”. “Ese sector no es un voto que sea más de izquierda y que por eso se inclinaría por Orsi. En realidad, consideran que no hay mucha diferencia entre Orsi y Delgado. Fue distinto en 2019, cuando la gente de Unidad Popular sentía que lo que no querían del Frente Amplio era preferible a Lacalle Pou”, reflexionó Bottinelli.