“Estoy muy shockeado en este momento”, dijo a la diaria el escritor Marcelo Estefanell, que militó desde muy joven en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), al poco rato de conocerse la muerte del expresidente José Mujica. Agregó que justo estaba mirando fotos de los momentos que compartió con Mujica, con el que tuvo “un lazo muy fuerte”. Recuerda particularmente cuando salieron de la cárcel, en la reapertura democrática (1985), que apostaron “por la lucha legal” y abandonaron la lucha armada. Lo anunciaron el 14 de marzo de ese año en una conferencia de prensa en Conventuales.
“Entonces se empezó a militar muy fuerte por la unidad del MLN, que estaba en mil pedazos. Ese año empezaron las mateadas, y en las primeras me di cuenta de que el viejo iba a ser un gran comunicador y que iba a tener mucha importancia. Porque en esa época Mujica era uno más. Estaban [Julio] Marenales, el Bebe [Raúl Sendic Antonaccio], el Ñato [Eleuterio Fernández] Huidobro, Henry Engler, había compañeros muy valiosos, pero cuando el viejo agarraba la posta era impresionante ver los rostros de la gente. Sea en Plaza Lafone, en el Complejo América o en Malvín; en todos lados”, recordó Estefanell.
Mujica entró al Parlamento por primera vez en 1995, como diputado. Estefanell rememoró que se peleó con sus compañeros porque creía que debían presentarse a las elecciones, pero esa tendencia perdió y en 1989 no lo hicieron. Ya para la contienda electoral de 1994 “cambió la correlación de fuerzas” en el sector y se presentaron. Estefanell dice que en los primeros meses de Mujica como diputado ya se dio cuenta de que “iba a llegar lejos”, aunque no a presidente. “Porque era muy respetado por todos sus pares y trabajaba como un animal, sobre todo en las comisiones, que es donde no se ve. Y en el interior siempre estaba y era el que sabía interpretar los intereses de los paisanos”, subrayó.
El exmilitante del MLN también se refirió al impacto que tuvo Mujica a nivel internacional cuando fue presidente (2010-2015). Puso como ejemplo una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en la que el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, “pidió por favor que le pusieran un asiento al lado de Mujica”, y después lo invitó a la Casa Blanca (en 2014). “Y eso es lo que no le perdona la derecha en Uruguay, porque no tienen un presidente tan famoso”, acota. Por último, piensa que el principal legado político de Mujica es “la defensa de la libertad y de la república”, y lo define como “el presidente más republicano que hemos tenido hasta ahora”.
Agazzi: “Era muy creativo y muy original”
El exsenador del Movimiento de Participación Popular (MPP) Ernesto Agazzi, que también supo integrar el MLN, resaltó a la diaria que Mujica “estaba aferrado a la vida” y tenía la esperanza de poder llegar a ver el triunfo de la izquierda en el gobierno nacional en 2024, y lo logró. “Para nosotros es un dolor grande asumir el MPP sin Mujica, y ya hace un tiempito que no estaba participando”, acotó. Agazzi contó que conoció a Mujica luego de recuperada la democracia, porque no militó en el área metropolitana, sino en la columna “Leandro Gómez”, de Paysandú. Al igual que Estefanell, se refirió a aquella conferencia de prensa en Conventuales porque vio que era un gran “comunicador”.
“Era muy creativo, muy original y muy claro en sus ideas. Y después de que fue diputado ya es conocida la historia, porque enseguida llamaron la atención sus intervenciones. Y su forma de vivir fue siempre la misma: sencilla, ligero de equipaje –como decía él– y dedicado a la causa. Era un tipo muy porfiado, con la lucha por la justicia social en la frente, y no había quién lo moviera de ahí. Dedicó su vida a eso, es envidiable”, subrayó.
Para Agazzi, el legado más importante de Mujica desde el punto de vista político “es haber puesto la causa nacional en el centro”. Destacó que fue “un gran lector de nuestra historia” y conoció a muchos personajes políticos, como al caudillo nacionalista Luis Alberto de Herrera. Agregó que siempre ponía “el aprendizaje del ayer para el mañana”.
En 2005, en el primer gobierno nacional del Frente Amplio (FA) –del presidente Tabaré Vázquez–, Mujica fue ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, y Agazzi fue su subsecretario. Destacó que en Uruguay “no hay nada escrito” sobre cuáles son los cometidos de un ministro y de un subsecretario, por lo tanto, lo hicieron “a lo gaucho”: ambos se instalaron en una oficina grande y se repartieron las tareas. Agazzi subrayó que aprendió mucho trabajando con Mujica, a pesar de que él tenía “todas las herramientas técnicas” (es ingeniero agrónomo). “Era un intuitivo increíble y leyó mucho más de lo que parecía”, acotó.
Agazzi resaltó que Mujica “cambió la política”, porque “entraron los jeans al Parlamento y también el termo y el mate”, entonces, “achicó la distancia entre la política y la gente”. Sostuvo que eso “se valora poco, pero es muy importante, que la gente no vea a los políticos por allá arriba, como que fueran algo ajeno que te llaman a votar cada cinco años, nomás”. “La política es una cosa diferente, y ahí estuvo la genialidad de inventar las mateadas, que fue de una generación, pero Mujica fue el más visible”, señaló.
Para terminar, sobre el futuro del MPP sin Mujica, Agazzi resaltó que el sector está “en una etapa de cambios”, porque surgió con “con liderazgos individuales muy fuertes” y en este momento está en una construcción “más colectiva, que no es sencillo hacerlo”.
Para la historia
Por otro lado, el historiador Aldo Marchesi apuntó a la diaria que Mujica empezó en la política en el Partido Nacional, con Enrique Erro, quien llegó a ser ministro de Industria y Trabajo durante poco menos de un año (1959-1960), en el primer gobierno colegiado blanco. El historiador subrayó que Mujica luego tuvo varias similitudes con Erro, ya que el nacionalista fue un “político austero, que iba a trabajar en bicicleta y tenía un contacto muy fuerte con los sectores populares”.
“Mujica era un político pragmático y gradualista, aunque la oposición lo cuestionaba por el pasado, pero en realidad era muy moderado en sus propuestas y muy negociador. No tenía nada que ver con la imagen del revolucionario intolerante que desde la oposición se hacía. Siempre mantuvo una distancia entre sus ideas, que eran mucho más de izquierda, y su práctica política. Eso fue también lo que generó cierta seducción a nivel internacional”, finalizó.
Por su parte, el también historiador Gerardo Caetano destacó a la diaria que Mujica tuvo una trayectoria con “muchos vaivenes y distintos momentos y apuestas”, pero con “un hilo conductor, que, en el error o el acierto, fue el jugarse por los otros, por un sentido de justicia y lo que él entendía como nación”. Destacó la “gran evolución que tuvo”, porque, habiendo “empuñado las armas, terminó siendo un demócrata cabal” y además incorporó una agenda “que no era la de su generación, pero la supo asumir como si fuera propia”. “Terminó hablándoles a los jóvenes y leyendo las claves del futuro en los signos de la naturaleza. Al mismo tiempo, siendo un hombre muy culto. Me consta”, subrayó Caetano.
En cuanto al aporte dentro de la coalición de izquierda, Caetano señaló que Mujica no fue el primer liderazgo popular del FA, sino Vázquez, que le dio “el primer envión”, pero el extupamaro le permitió al FA “llegar a lugares, tanto sociales como territoriales, a los que nunca había llegado”. Entonces, llegó a personas que antes eran coloradas o blancas, ya que logró que hubiera votantes frenteamplistas en “lugares remotos del interior del país, a los que la izquierda nunca había llegado”.
Por último, sobre su popularidad internacional, Caetano resaltó que “es un caso muy excepcional”, porque Mujica “es el uruguayo más viral de la historia y nunca tuvo casilla de e-mail”. El historiador recordó que cuando fue presidente “le quisieron entregar una tablet”, pero “la tuvo un ratito y la desdeñó”. “Eso habla de que algunas de sus claves, su austeridad, vivir de acuerdo a lo que pensaba, su prédica contra el consumismo, lo hicieron una figura que sorprendió a todos. Es un fenómeno internacional, lo cual no reduce la dimensión de sus errores, que tuvo y aceptaba, pero lo hace un ser realmente muy excepcional”, finalizó.