¿Cómo trabajar temas de género, diversidad sexual, étnico-racial, salud, discapacidad, pertenencias, convivencia e itinerarios socioeducativos con los adolescentes? Con el dato de que tres de cada diez jóvenes dijeron, en la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud de 2013, haberse sentido discriminados alguna vez en su vida, la Dirección Nacional de Promoción Sociocultural del Ministerio de Desarrollo Social se propuso encarar el tema en uno de los escenarios donde más se pueden dar este tipo de discriminaciones, y creó los centros educativos promotores de derechos (CPD). En 2016 se empezó a trabajar en 23 liceos y escuelas técnicas de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), donde un referente del equipo de CPD trabaja con la dirección, con los docentes y con los estudiantes en alguno de los ocho ejes descriptos al comienzo. Lo hicieron durante dos años, y en 2018 la experiencia comenzó en otros 18 centros de educación media. Ayer, en la sala Hugo Balzo del Auditorio del SODRE, se mostró el trabajo que han hecho estos centros, se presentó una plataforma web (a la que se accede por la página mides.gub.uy) en la que están subidos materiales para docentes sobre los distintos ejes y una serie de animaciones destinadas a trabajar con los adolescentes, y se anunció que para 2019 se buscará estar presente en 60 instituciones.

En la web están todos los materiales ordenados por eje, con un enfoque que presenta las ideas centrales y algunas pautas orientadoras para el trabajo de docentes. Entre otros recursos educativos hay actividades lúdicas, bibliografía o audiovisuales, pero también hay otro sector destinado a estudiantes, con trivias y juegos sobre cada eje.

“Una persona a la vez”

Uno de los primeros documentales que presentaron ayer fue sobre lo que pasó en Paso Carrasco, donde la UTU y el Liceo Alberto Candeau, que son contiguos y están separados por un muro, tienen problemas de convivencia. “Estábamos muy distanciados los de UTU con los del liceo, había como una rivalidad”, que llegaba a que se tiraran piedras de una institución a la otra, que se encontraran afuera y se pelearan “con sillas, cadenas, fierros”, lo que hacía a ambos centros “una zona de guerra”, contaron Agustín Chapparro, Matías Nieves y Tony Jorge, estudiantes de las instituciones. “Ahora está más tranquilo”, dijeron los jóvenes, que explicaron que lo primero que se organizó entre estudiantes de los dos centros fue un concurso de talentos; luego, una caminata por el Parque Roosevelt hasta la playa y, por último, compartieron un campamento. “Al principio éramos pocos y lo veíamos como algo para zafar de clase, pero hubo insistencia y se fue creando ese espacio donde no hay presiones, cualquier comentario sirve. Eso a mi me sirvió mucho; yo era muy callado y tímido, y hoy en día...”, dijo Tony con solltura ante una sala llena, que se hacía cómplice de que había superado esa timidez. Con el paso del tiempo ese nivel de agresión fue cambiando, y ahora “se nota un cambio muy grande”, contaron los estudiantes, que dijeron además que están pasando la posta del espacio a otros alumnos más jóvenes. “Queremos terminar un poquito con la discriminación y con las diferencias, aunque con las diferencias malas, porque las diferencias buenas son las que nos hacen ser únicos”, aseguró Matías, quien dijo que la propuesta es “cambiar las instituciones, mejorándolas una persona a la vez”. Tony completó la idea luego, asegurando que tras el encuentro con los estudiantes de la UTU se dieron cuenta de que “todos tenemos los mismos problemas, en la casa, con los padres... Somos iguales”.

Alicia Musso, de la Dirección de Derechos Humanos del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, destacó que el trabajo de los CPD permitió que los jóvenes tomaran la palabra “y que no vengan a ocultar; vienen a decir ‘estamos mejor, pero tenemos líos todavía’”, y mencionó que los chiquilines “quedaron empoderados para seguir más allá de que ya no esté ese referente”.

Un héroe olvidado

Otra de las experiencias retomadas en otro de los audiovisuales fue la del liceo 6 de Maldonado, donde estudiantes y docentes comenzaron a investigar sobre el nombre de la calle en la que está ubicado el centro, Joaquín Artigas, y descubrieron que además de ser uno de los 33 orientales, era afrodescendiente. La investigación sirvió para trabajar sobre las dimensión étnico-racial, superando el mero concepto de raza, y sobre las raíces de cada uno de los estudiantes. “Descubrimos héroes olvidados, héroes que no eran rubios y de ojos celestes pero que fueron importantes para la construcción de la identidad nacional”, contó Alba Flores, docente de Historia que participó en el proyecto. La profesora destacó la capacitación que recibió en los ejes temáticos de CPD, que le permitió abordar la discriminación étnico-racial con sus alumnos, y Federico Graña, director de Promoción Sociocultural, destacó que frente “al discurso que se esta instalando de que los docentes son insensibles, esta estrategia permitió capacitar a 300 profesores en 2017 y otros 150 este año”.

En el lugar del otro

En el liceo 4 de Artigas trabajaron sobre el eje discapacidad, y Braian do Canto, Camilo de los Santos, Facundo Álvez y Antonella Teodoro, estudiantes del liceo, contaron lo que significó para ellos comprender que la discapacidad “se produce cuando las personas se enfrentan con barreras”. “¿Tenemos que adaptar a las personas al mundo o adaptar el mundo a las personas?”, se preguntó Antonella, y uno de sus compañeros dijo que terminaron pensando “si el liceo está adaptado para todas las personas; como promotores de derechos lo debemos cambiar”.

Resistencias

“Los centros educativos deberían ser centros de comunidad”, aseguró Graña a la diaria, que evaluó que las resistencias que surgen contra algunos avances legislativos tienen que ver con que hay “un sector reaccionario y conservador que está tratando de justificar sus privilegios, de desconocer normas, desconocer desigualdades, que buscan decir que hay un discurso de imposición y de enunciarse en un lugar de víctimas, cuando es todo lo contrario. Lo que se está generando es promover la normativa que existe, que cualquier persona pueda tener la misma trayectoria de vida, que todos tengamos los mismos problemas; hay algunos que vienen con una mochila de problemas, y no es que vienen con problemas, es que se los ponemos”.