La imagen de las costas teñidas de tonalidades verdes quedó estampada en la memoria colectiva. Playas de Colonia, San José, Montevideo, Canelones, Maldonado y Rocha se vieron afectadas durante el verano de 2019 por la mayor floración de cianobacterias detectada desde que la Intendencia de Montevideo realiza su registro. Nada de baños en los cuerpos de agua, y precaución ante posibles intoxicaciones, fue la regla.
Mientras parte de la población se encontraba expectante y solicitaba respuestas ante el fenómeno, un grupo de investigadores del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias intentaba rastrear su origen. Luis Aubriot, Marcel Achkar y Bernardo Zabaleta formaron parte de este equipo, que descubrió que las floraciones comenzaron en los embalses de producción hidroeléctrica de Palmar y Salto Grande. También determinaron que, debido a la intensificación de las precipitaciones en la cuenca del Río de la Plata a fines de 2018, se transportó la floración hacia la costa más cercana a la capital. De esta forma, se despertó el interés de muchas personas, que hasta el momento no prestaban atención a las manchas verdes en nuestros recursos hídricos.
En la actualidad, los tres científicos continúan con su línea de investigación, aunque, esta vez, centrados en el Río de la Plata. Según señalan, el estuario presenta síntomas de eutrofización, que es producida por el exceso de nutrientes. Uno de los síntomas palpables de este proceso es, justamente, la floración de las nada queridas cianobacterias potencialmente tóxicas. Pero, como plantearon en 2019, hay que volver al origen. Factores como la expansión de la agricultura, las grandes represas hidroeléctricas ubicadas en la cuenca y la contaminación por fuentes puntuales por urbanización e industrialización están favoreciendo la degradación y propiciando la eutrofización.
En el marco del programa Iniciación a la Investigación de la Comisión Sectorial de Enseñanza de la Universidad de la República, Bernado Zabaleta, junto a Aubriot, Achkar y Signe Haakonsson, se presentaron para llevar adelante el proyecto denominado Dinámica espacio temporal de las floraciones fitoplanctónicas en el estuario del Río de la Plata. Si bien el trabajo aún está en curso –tiene por objetivo analizar el estuario a largo plazo– los científicos elaboraron para la diaria un documento en el que se describen sus resultados preliminares.
Una pista: los datos podrían generar alerta a los gobernantes sobre la decisión de instalar una nueva planta potabilizadora de agua en la zona de Arazatí, San José, tal como se plantea en el proyecto Neptuno. Recordemos que las empresas Saceem, Berkes, Ciemsa y Fast, reunidas en el Consorcio Aguas de Montevideo, presentaron en octubre de 2020 la propuesta que pretende tomar agua del Río de la Plata. Tras casi dos años, organizaciones socioambientales, sindicatos, grupos de vecinos y académicos han argumentado su rechazo hacia la iniciativa privada, que, sin embargo, se transformó en uno de los principales emblemas del Ejecutivo.
Empezar por la imagen
El Río de la Plata tiene 325 kilómetros de largo y es un estuario del océano Atlántico, por lo que sus aguas se encuentran en constante intercambio. A su vez, una lección que nos brindó el artículo 47 de la Constitución es que para la “gestión sustentable” de los recursos hídricos es necesario establecer las cuencas hidrográficas como “unidades básicas”. Se podría pensar en aplicar el mismo razonamiento para entender cómo funciona nuestro estuario, que no conoce de fronteras imaginarias. Está ubicado en la cuenca del Plata, una de las más grandes del mundo, y abarca territorio de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Por otra parte, también es vulnerable al flujo de agua que llega de los ríos Uruguay y Paraná.
Con estos datos, se puede entender que analizarlo no es tarea sencilla. Y así lo plantean los investigadores de la Facultad de Ciencias: “Los sistemas tradicionales de monitoreo de la calidad del agua se encuentran muy avanzados y proporcionan excelente información. Sin embargo, estos monitoreos implican numerosos muestreos para cubrir apenas una parte de la alta heterogeneidad espacio-temporal característica de los estuarios y requieren un alto esfuerzo económico, de tiempo y una alta calificación de especialistas”.
Además, señalan que la situación se agrava durante los eventos de floración fitoplánctónica, eventos que se dan cuando cianobacterias, algas u otros organismos comienzan a crecer en grandes cantidades. “Los cambios en las comunidades suelen ser rápidos y aumentan la heterogeneidad espacial de la clorofila-a, especialmente en el caso de las floraciones acumulativas, donde se pueden formar estrechas agrupaciones de concentraciones de biomasa elevadas (manchas o espumas) y pasar desapercibida en muestreos espacialmente acotados”. Entonces, la pregunta clave es: ¿cómo monitorear extensos cuerpos de agua “de forma sinóptica” y “con alta frecuencia”?
Construir la película
Los autores señalan en el documento que la teledetección se comenzó a utilizar como herramienta alternativa para “la evaluación de la concentración de pigmentos fitoplanctónicos” desde hace más de cuatro décadas, principalmente para monitorear océanos y grandes lagos. “El desarrollo tecnológico de los sensores satelitales ha hecho posible la aplicación de la herramienta en aguas ópticamente complejas, como son las del Río de la Plata”, destacan.
En su trabajo, los investigadores evaluaron la presencia de fitoplancton, “un grupo diverso de microorganismos acuáticos que realizan fotosíntesis y que incluye a las cianobacterias”. ¿Cómo? Utilizando el índice de diferencia normalizada de clorofila (NDCI) a partir de imágenes del satélite Sentinel-2, que fue puesto en órbita a mediados de 2015 por la Agencia Espacial Europea. El satélite brinda imágenes cada cinco cinco días y cuenta con un sensor que tiene “características ideales para determinar clorofila-a en aguas”. Recordemos que la clorofila-a es un indicador de biomasa fitoplanctónica.
Para embarcarse en la investigación, procesaron y analizaron un total de 250 imágenes satelitales que corresponden al período de noviembre de 2016 hasta julio de 2021. “Para determinar las zonas del estuario con mayor ocurrencia de floraciones, en primer lugar, se obtuvieron las zonas con concentración elevada de clorofila-a en cada imagen. Luego, se unificaron las imágenes por mes y se les asignó un valor de 1 a todos los píxeles (mínima unidad espacial de la imagen satelital) con NDCI>0. De esta forma se obtuvo una imagen para cada mes con píxeles donde se detectó concentración elevada de clorofila-a. Con esta información se realizó la sumatoria anual, así cada píxel tiene un valor porcentual de ocurrencia de concentración elevada de clorofila-a”, describen en el documento. Ahora, después de haber llevado adelante tanto trabajo, la pregunta más importante: ¿qué encontraron?
No te quiero verde
Según los resultados preliminares de la investigación, las floraciones fitoplanctónicas suceden con “mayor frecuencia e intensidad” en las estaciones de verano y primavera en la totalidad del estuario. Sin embargo, aquí radica una novedad, según el mapeo de frecuencia anual, las floraciones “aumentaron su ocurrencia de forma progresiva durante el período evaluado, tanto en la costa uruguaya como en la argentina”.
“A medida que nos acercamos a la actualidad, la zona con alta concurrencia aumenta en superficie y se ubica hacia el interior del estuario más próximo a las costas del departamento de Colonia; este patrón acompaña la bajante excepcional del estuario que comienza a finales de 2019 y se mantiene en el resto del período de estudio”, explican los científicos.
Por otra parte, destacan que, a pesar de la “variabilidad anual detectada para la totalidad” del Río de la Plata, en las costas del departamento de San José, en la zona próxima a Arazatí, se identificaron “valores elevados de clorofila-a” en “más del 25% de los meses analizados entre noviembre de 2016 y julio de 2021”. Por si fuera poco, se suma que durante 2020 y 2021 los valores elevados “superaron el 50%”.
“A lo largo del período de estudio se observa la consolidación de un área donde las floraciones ocurren con alta frecuencia en la costa uruguaya, especialmente en la zona de Arazatí y también en las costas argentinas, donde se detectó que durante 2021 todos los meses presentaron floraciones”, alertan. Parece que este problema tendría que comenzar a importarnos durante todas las estaciones, más allá del verano.
Después de que identificaron la frecuencia anual, también evaluaron la “distribución de la frecuencia durante los eventos de floraciones considerando la totalidad del período de estudio”. Determinaron que las floraciones fitoplanctónicas –de nuevo, tengan presente que incluye un grupo diverso de microorganismos acuáticos que realizan fotosíntesis y que incluye a las cianobacterias– tienden a concentrarse principalmente en las costas del departamento de San José, seguido por Colonia y Montevideo. “En el interior del estuario se identifica una zona de alta concurrencia frente a los departamentos de Colonia y San José, que es favorecida por los bajos caudales del Río de la Plata”, agregan.
Alto riesgo sanitario y económico
El período de análisis abarca cinco años. Los científicos indican en el documento que durante el proceso tuvieron que enfrentarse a “la carencia de datos históricos” del Río de la Plata y, por otro lado, a “la necesidad de realizar el seguimiento con mucha atención sobre un proceso que tiene diversas implicancias para actividades productivas del Uruguay”. Por ejemplo, para el sector de la población que depende del turismo.
Asimismo, también se refirieron al proyecto Neptuno y el vínculo con los nuevos datos. Concluyen: “Estos resultados alertan sobre la inconveniencia de la instalación de una usina de potabilización de agua extraída del Río de la Plata en la zona de Arazatí (propuesta del proyecto Neptuno), ya que, de continuar las tendencias identificadas de acumulación recurrente de importantes biomasas de cianobacterias potencialmente tóxicas en la zona, constituye un grave problema para el funcionamiento de los sistemas de potabilización debido al alto riesgo sanitario y los altos costos operativos”. Quizás el dios mitológico de los mares esté enojado.