El concepto “una sola salud”, que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental, cada vez cobra más protagonismo en el ámbito académico. Sin dudas, la crisis hídrica que vive nuestro país dejó en evidencia la importancia de esta perspectiva de análisis, que es reafirmada en el programa Agua País, elaborado por la Universidad de la República (Udelar).

“El agua es un recurso fundamental para la vida y para todas las actividades que se desarrollan en una sociedad. El agua también alberga una alta diversidad de especies de flora y fauna, siendo parte de la trama que asegura el normal funcionamiento de los ecosistemas acuáticos. El país enfrenta grandes desafíos en cuanto a la disponibilidad de agua dulce de calidad y cantidad necesarias para cubrir esas necesidades fundamentales. El agua contaminada, la escasez de agua o el exceso generan problemas ambientales, ecológicos, sanitarios, sociales y económicos de altos costos”, se manifiesta en el documento de presentación del programa que fue aprobado por el Consejo Directivo Central para incluirse en las expectativas de presupuesto a destinarse para la Udelar que se destinará en la próxima Rendición de Cuentas.

El proyecto Agua País consta de cuatro objetivos que abarcan la implementción de diez actividades de capacitación, ocho proyectos de investigación, dos proyectos para desarrollo de herramientas de datos y un programa de capacitación ciudadana de monitoreo del agua, y totaliza 29.250.000 pesos.

El programa Agua País tiene como objetivo brindar herramientas para una “gestión sostenible” de los recursos hídricos, haciendo especial hincapié en la cuenca del río Santa Lucía. A su vez, uno de sus puntos clave radica en la interdisciplinariedad. Para llevar adelante la propuesta se plantea la creación de un comité integrado por representantes de las facultades de Ciencias, Ingeniería, Agronomía, Química, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Veterinaria y del Centro Universitario Regional Este (CURE). También se mantendrá contacto con otras instituciones, como OSE y los ministerios de Ambiente y Ganadería, Agricultura y Pesca. Asimismo, el Instituto de Ciencias Biológicas Clemente Estable (IIBCE) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) serán invitados a participar como actores relevantes. “El programa apunta a profundizar e integrar el conocimiento para contribuir a la mejora del ambiente y la calidad de vida de las personas, la reducción de costos para el país y la optimización del uso de los recursos hídricos vitales para sustentar el desarrollo de la sociedad y el mantenimiento de la biodiversidad natural”, dice el documento.

Romper el ciclo de deterioro

La cuenca del río Santa Lucía es definida como “una región estratégica”. En ella viven más de 385.000 personas, también abastece de agua al 60% de la población del país y concentra “casi el 32% de la población rural nacional, en su mayoría pequeños productores que enfrentan serias limitaciones en su capacidad económica”. Un punto para nada menor es que se encuentra en graves problemas, afectando “en mayor medida a poblaciones humanas con mayor vulnerabilidad estructural”. “En las últimas décadas se han acumulado evidencias sobre los impactos en la escorrentía, caudales y calidad del agua generados por el cambio y la variabilidad climática y especialmente por los cambios en el uso/cobertura del suelo, como la intensificación de la producción agropecuaria”, se plantea en el documento del programa. Por esta razón, “una planificación eficiente de los territorios a nivel de cuenca es imprescindible para asegurar la disponibilidad y evitar conflictos en el aprovechamiento del agua e impactos en la población”.

En el texto se recuerda la evidencia que da cuenta de “importantes cambios en el régimen hidrológico en Uruguay”, visibles “a través de cambios en caudales, inundaciones, sequías y deterioros de la calidad del agua”. Al mismo tiempo, se menciona que “las tendencias actuales de demanda de agua para consumo humano, usos industriales, generación de energía y producción agropecuaria” sugieren que “los impactos en los recursos acuáticos se intensificarán”. Entonces, “la disponibilidad de agua para múltiples usos disminuirá y la calidad del agua continuará su proceso de deterioro”.

“Las proyecciones de cambio y variabilidad climática pronostican que tanto los eventos de inundaciones como de sequías serán más intensos y frecuentes. Asimismo, la evidencia internacional indica que los problemas generados por la eutrofización (contaminación del agua por nutrientes) empeorarán con el cambio climático. Se pronostica para nuestra región que los efectos combinados del cambio climático y la agricultura tendrán impactos graves en la biodiversidad de los ecosistemas, tal vez de los efectos más negativos a nivel mundial”, se agrega. También se sostiene que es “urgente” avanzar “hacia un programa integral que permita mejorar el diagnóstico, visualizar escenarios futuros y tomar decisiones estratégicas sobre el agua del país”.

Mariana Meerhoff, investigadora del departamento de Ecología y Gestión Ambiental del CURE, que fue recientmente destacada entre los científicos del mundo que se dedican al área de la Ecología y la Evolución, participó en la redacción del programa. En diálogo con la diaria, explicó que desde hace por lo menos 20 años se viene alertando sobre la situación de deterioro de la cuenca del río Santa Lucía. “No se puede decir que no se conoce la situación. Incluso muchos trabajos académicos han sido fruto de convenios entre la Udelar y el ex Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. Son muchos los trabajos que demuestran la pérdida de calidad del agua, de biodiversidad y las afectaciones de distintos procesos”, comentó.

Meerhoff comentó que el programa busca “fortalecer los mecanismos necesarios para avanzar en el conocimiento y tratamiento conjunto de datos e información sobre el agua, involucrando en distintas áreas de abordaje a equipos multidisciplinarios e interinstitucionales”. Al respecto, el documento indica que “el trabajo multidisciplinario se impone como la forma de abordar estos temas, así como también asegurar las instancias para que la ciudadanía participe, aporte y sea parte de la generación de soluciones sustentables en el tiempo”.

Construir para acceder a más información

El programa cuenta con cuatro objetivos que están sumamente enlazados. El primero consiste en el “fortalecimiento de las capacidades científico-técnicas del país para la gestión integrada de los recursos hídricos”. Busca implementar “cursos específicos según las necesidades de los diferentes actores involucrados en la gestión y el uso del agua con distintos fines”. Por otro lado, también se instrumentará “un sistema de becas para desarrollar tesis de grado y posgrado en temas vinculados al agua, asegurando el incremento de personas formadas y capacitadas en la materia”. Por si fuera poco, intentarán colaborar con “el diseño de un sistema y planes de comunicación que aseguren la disponibilidad y acceso a la información, el intercambio de conocimientos y las mejores condiciones para la participación de todos los actores en la gestión de la cuenca”. Este punto se vincula con el segundo eje del programa: “contribuir a ampliar el uso y alcance del Observatorio Ambiental Nacional”. La Udelar intentará “brindar herramientas para la adquisición, validación y sistematización de datos, selección de variables de interés, análisis e interpretación de los resultados”.

El tercer objetivo apunta a la construcción de conocimiento sobre “el estado y funcionamiento del agua en la cuenca del río Santa Lucía”. De aprobarse la Rendición de Cuentas, llevarán adelante ocho proyectos de investigación interinstitucionales “orientados a la comprensión del funcionamiento de la cuenca” y a la detección de “vacíos de conocimiento” existentes, para poder complementarlos. Como ejemplos de líneas de trabajo describen “aportes al diseño y validación de la red de monitoreo de la cantidad y calidad del agua”; “insumos para la determinación de caudales ambientales en la gestión integrada”; y “generación de modelos de alerta temprana de problemas de calidad y cantidad de agua”.

Más ojos y manos en el territorio

Otra de las finalidades de Agua País es “instrumentar un programa de capacitación para facilitar la participación ciudadana”. Trabajarán codo a codo en forma multidisciplinaria con la población local “en el desarrollo de protocolos adaptados y en la generación de un programa de capacitación ciudadana de monitoreo del agua”.

“La participación ciudadana en los monitoreos está teniendo cada vez más auge y desarrollo a nivel internacional. Tiene enormes ventajas en la medida en que se logre implementar bien porque la población que está en territorio es la principal interesada en que el ambiente sea saludable. Esta herramienta genera que esté mucho más involucrada, más atenta. Ellos saben lo que está pasando, perciben los cambios y pueden alertar rápidamente”, explicó Meerhoff. Para la investigadora, con la participación ciudadana se tiene “la capacidad de multiplicar los ojos y las manos en la defensa del ambiente, lo que es fundamental para la gestión, ya que no tenemos los recursos humanos para fiscalizar en todos lados, todo el tiempo, a nivel país”. “En cambio, la maestra rural, el productor, los vecinos, están viendo lo que pasa. Si tienen formación técnica pueden hacer ciencia ciudadana, aumentando la cultura ambiental de la población”, agregó Meerhoff, que tambiém resaltó que este apartado del programa podría tener un “impacto duradero, que trasciende la cuenca del Santa Lucía”.

Para la investigadora la iniciativa es “un aporte a la formación de estrategias a largo plazo”. “Las estrategias a nivel país no pueden ser esperar la lluvia. Vamos a necesitar más personas estudiando temas ambientales, en particular el agua. Necesitamos más involucramiento de la ciudadanía. Tendríamos que tener mejores herramientas, y este programa apunta a estar mejor preparados para afrontar las crisis del agua, que cada vez van a ser más serias. Desde la academia no podemos precisar cuándo va a ser la próxima, pero sí sabemos que tenemos que incorporar el concepto de crisis hídrica. Es parte de nuestra realidad. Toda inversión que nos permita estar preparados tiene que ser prioridad. Estamos viendo que se nos va la vida, estamos hablando de la calidad de vida de la gente”, aseguró. Y finalizó: “Quienes estamos en temas ambientales muchas veces tenemos que justificar por qué hay que cuidar el ambiente, como si fuera una cuestión de lujos del primer mundo. Creo que la situación de hoy muestra nuestra vulnerabilidad y el programa es un grano de arena para disminuirla”.