Agua y salud: pérdida de calidad de agua potable, sus causas y sus consecuencias sobre la salud humana en Uruguay es un proyecto integrado por investigadores del Centro Universitario Regional del Este (CURE) y las facultades de Ciencias, Medicina, Veterinaria e Ingeniería de la Universidad de la República, el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), la Federación de Funcionarios de OSE, la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida y la diaria Ambiente. Hace unas semanas publicamos una serie de artículos vinculados a la iniciativa con resultados de estudios de la calidad de agua superficial, el riesgo de contaminación de acuíferos y debates en torno a la democratización de la información del agua potable. De esta forma, nació una propuesta que consiste en modificar la factura de OSE y convertirla en una herramienta para la educación ambiental.

En este contexto, se suma ahora una encuesta elaborada por la Usina de Percepción Ciudadana que detecta que existe gran interés de la población por acceder a información sobre la calidad del agua que llega a nuestras canillas. Sin embargo, también brinda nuevos datos que deberían llamar la atención.

Comenzar a debatir el acceso a la información sobre el agua potable

En el marco del proyecto, se elaboró una propuesta que busca funcionar como disparador para comenzar a debatir cómo debería ser el acceso a la información del agua que consumimos. La idea consiste en hacer un nuevo diseño de la factura de OSE, con el fin de que pueda ser utilizada como una herramienta de educación ambiental en los diferentes niveles de formación, así como la creación de un Observatorio del Agua en el que se puedan ver los datos históricos de la calidad de este bien común. La propuesta es que en esta última plataforma se incorporen, de una forma amena, todos los monitoreos que hace la compañía estatal, que incluyen el agua bruta, el agua tratada, el agua en tanques de distribución, entre otros.

A su vez, el equipo observa que sería positivo incluir en la factura de OSE de qué fuente proviene el agua del mes (con una ubicación aproximada señalada en un mapa de Uruguay), el tipo de tratamiento al que se sometió, los resultados de los monitoreos realizados con base en la Norma Interna de Calidad de Agua Potable y un código QR que derive al Observatorio del Agua para obtener mayor información histórica. Esto, además, tendría que ser acompañado por una política pública de educación ambiental para que las personas puedan comprender los resultados. La idea parte de la premisa de que, en un momento histórico en el que las crisis socioambientales son cada vez más palpables en la vida cotidiana, es necesario que la población logre comprender qué calidad tiene el agua que está recibiendo con datos confiables, pero también el estado que tienen las fuentes de agua desde las que se abastece y los procesos de potabilización por los que tuvo que pasar antes de llegar a su grifo.

¿Qué opinan las personas?

La Usina de Percepción Ciudadana hizo un relevamiento sobre esta temática entre el 30 de mayo y el 4 de junio. Obtuvo información de una muestra de 500 personas, representativa de la población nacional mayor de 18 años, y se seleccionó según estratos de sexo y edad, a partir de proyecciones de población elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística.

Uno de los resultados más contundentes consiste en que “la mayoría de las personas encuestadas (92%) responden que debería ser una obligación de OSE brindar información sobre la calidad del agua a sus usuarios en forma comprensible para todo el público”.

A su vez, al consultarles sobre si les gustaría que la factura de OSE incluya información sobre la calidad de agua que recibe, “la mayoría de las personas encuestadas (84%) responden que sí les gustaría”, “12% responde que le da igual” y “2% responden que no les gustaría recibir dicha información”.

Las personas que demostraron interés en recibir los datos destacaron que les gustaría que se incluyeran los datos vinculados a “la presencia de agroquímicos, de trihalometanos (subproductos que se forman cuando se emplea cloro) y sobre presencia de bacterias coliformes”.

Otra de las preguntas de la Usina de Percepción Ciudadana buscaba saber si en el último año las personas habían notado en el agua de la canilla algunas características, como “sabor diferente al habitual”, “color inusual” u “olor extraño”. Aquí el informe destaca que “las personas responden en primer lugar haber detectado un sabor diferente al habitual (36%), “en segundo lugar (25%) las personas dicen haber detectado un color inusual” y, por último, “21% de las personas señalan haber detectado un olor extraño”. Sin embargo, destaca que “casi cuatro de cada seis personas responden ‘no sé/prefiero no contestar’ en esta pregunta”.

Por otro lado, 48% de las personas declaran estar seguras de la fuente de la que proviene el agua que llega a su canilla, 25% dice estar “algo seguras” y 26% afirman “no saber de qué fuente proviene”. El informe destaca que “a menor edad, menor el conocimiento sobre la fuente de la que proviene el agua que llega a la canilla. Las personas de 60 o más son quienes en mayor proporción declaran sí estar seguras (63%)”. En esta franja etaria, 18% de los entrevistados señala no conocer la fuente de donde proviene el agua que llega a su hogar. En contraste, apenas un 32% de los jóvenes de entre 18 y 29 años dice saber el río, arroyo, laguna o fuente de donde proviene su agua potable, mientras que un 35% afirma no saberlo.

“Al desagregar por región, se ve que las personas del interior declaran en mayor medida conocer de qué fuente proviene el agua que llega a la canilla. Más de 6 de cada 10 dicen estar seguras, mientras que casi 4 de cada 10 de Montevideo escogieron esta opción”, menciona el estudio. Otro dato es que las personas de nivel socioeconómico alto “son quienes en menor medida declaran no conocer la fuente de la que proviene el agua de su canilla”. Más aún, al plantear la pregunta “¿qué tan importante te parece conocer de qué fuente proviene el agua que llega a tu canilla?”, encontraron que a menor nivel socioeconómico, “mayor el nivel de importancia que se le da a conocer de qué fuente proviene el agua”, destacando que “casi 8 de cada 10 personas de nivel socioeconómico bajo responden que es muy importante, proporción que decrece a casi 6 de cada 10 para las personas de nivel socioeconómico alto”.

En términos generales, “casi 7 de cada 10 personas consideran muy importante conocer de qué fuente proviene el agua que llega a la canilla de su casa”. Casi 1 de cada 4 personas responde que es “bastante importante” y “son pocas las personas encuestadas que consideran esto como nada (1%) o poco (2%) importante”.

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