Todo fue rápido. La ovación se descolgó como una carcajada. El botija se zambulló como Perico en su cancha, igual que los patos en el temblor del agua. Así llegó el 3-1 que liquidó el asunto.

Varela agarró el pizarrón, levantó la guinda y con un cabezazo del sanducero Lodeiro reventaron las gargantas. Golazo.

Primero abrió el marcador, ¡cuándo no!, Franco, el látigo amarillo. Definió con la frialdad de un carnicero y dejó al Cachorro Burián sentado y sin pelota. Corrían entonces apenas cinco de juego y la hinchada de Cerrito estaba envuelta en una nube de limón, un humo amarillento espeso y batían batuque en el medio de las banderas.

Pero la fugacidad del tiempo es infinita. El tiempo no para, señores. Empató enseguida Matute Morales, sin dar ni pedir tregua. El Ángel, el de la pisada y el pase limpio, anotó el gol veloz. Fue el 1 a 1. Rápido, casi furioso.

A los doce minutos hubo un empujón en el área y el árbitro Siegler -de polémica faena- no dudó nada y sancionó el punto blanco. Le pegó Lodeiro. Amartilló la zurda y clavó, por dos veces, la sandía contra el mismo palo. El primer tiempo fue dinámico, intenso, con lindos goles y situaciones de peligro en las cuevas.

Después llegó el tercero. Un golazo. El sanducero Lodeiro en paloma y de cabeza convirtió el 3-1. Cerrito quedó agazapado como un gato en el galpón, apostando a su artillero máximo, Maureen Franco, que anotó dos goles en su cuenta y fue uno de los goleadores del campeonato.

El técnico Balerio -en su despedida del club- ensayó dos cambios para intentar dar vuelta todo. Poco después, Varela metió tiza y puso el 4-1 en situación polémica de orsai. El coach Acevedo mandó al campo al botija Pereira y más tarde a Balsas y el Chapa Blanco.

Todo fue rebeldía y entusiasmo. Llegó el quinto con el talento de Mauricio Pereira, de Balsas y la definición del Chapa. El fervor tricolor sube cuando hay ruido de gol. Fue el 5 a 1 que explotó en el viento.

El rumor del murmullo crece cuando el Ángel se hamaca, cuando Lodeiro corta el fainá, cuando Varela y Regueiro pican candombe, cuando el Morro se enchufa, cuando el Chapa está en onda y etcétera: algún bombazo de Ojota, del Tata, los cabezazos de Coates, la artillería pesada de Balsas que tiene los cartuchos cargados.

Nacional cerró un gran año. En enero la pretemporada arranca en la fachera Punta del Este. En el calendario se viene una copa de verano que servirá de preparación para el campeonato uruguayo. Hoy, el fútbol tricolor tiene en el argentino Matute y en el juvenil Nicolás Lodeiro dos abanderados futbolísticos. De a poco se está sumando Varela. Conoce muy bien el abecedario del fútbol.

Todo puede resumirse diciendo que ahí está el fútbol al piso. Cabeza arriba, la guinda brillante, ahí, en el verdor del pasto. Talentos de cracks y goles. El gol, esa transformación radical de cualquier táctica.

La bolsomanía está de fiesta, vive la realidad pero también alimenta la ilusión permanente del sueño eterno. Hay color de fútbol en la pasión del fútbol uruguayo. En los escalones, en los mostradores, en las mesas de nochebuena. ¡Salud!, señores, para todos salud.