El mandatario estadounidense aspira a introducir restricciones en el tamaño y las actividades de los gigantes bancarios, fijándose como objetivo “proteger a los contribuyentes” y “prevenir futuras crisis financieras”. “Si quieren pelea, la tendrán [...]. Los contribuyentes no volverán a ser rehenes de los bancos que son demasiado grandes para hundirse”, advirtió el presidente de la primera economía mundial, puntualizando que si bien “el sistema financiero es mucho más sólido hoy que hace un año, aún está operando bajo las mismas reglas que le llevaron cerca del colapso” a partir de setiembre de 2008, cuando explotó la crisis global tras la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers.

El plan apunta a evitar que un banco pueda ser propietario de un fondo de riesgo (también denominados “hedge funds”), que invierta en alguno o que lo patrocine, y que pueda especular en bolsa aun con su propio dinero. De esa forma, se intenta que los bancos separen de forma más clara el sector de inversiones del resto de las actividades financieras que operan. “No deberíamos permitir a los bancos alejarse demasiado de su tarea principal, que es prestar un servicio a los clientes”, valoró Obama.

Asimismo, las medidas anunciadas, que ahora dependen de la aprobación del Congreso estadounidense, buscan impedir la creación de megabancos, es decir, que no se produzcan fusiones en el sistema financiero ni que sólo sobreviva un puñado de grandes grupos. Además, se pretende impedir el surgimiento de instituciones que son “demasiado grandes para hundirse” pero que pueden pretender obligar al Estado a salir en su rescate, en el entendido de que su eventual quiebra pondría en peligro a todo el sistema financiero del país y del mundo. Según informó el servicio de noticias de la BBC, las medidas anunciadas podrían implicar que algunos de los mayores bancos de Estados Unidos, como Bank of America o JP Morgan, deban deshacerse de parte de sus negocios.

Qué momento

El anuncio fue realizado el pasado jueves, en momentos en que los seis grandes grupos bancarios del país informaron que habían cerrado sus ejercicios anuales con grandes beneficios y con millonarias bonificaciones para sus directivos, lo que provocó malestar entre los estadou- nidenses, quienes, en su mayoría, aún sufren las dificultades económicas derivadas de la explosión de la burbuja especulativa en el mercado de hipotecas inmobiliarias. Además, la decisión aparece como una reacción a la reciente derrota del Partido Demócrata en el Estado de Massachusetts, donde el republicano Scott Brown ganó las elecciones al Senado privando a Obama de la “súper mayoría” de 60 senadores con la que contaba en la cámara alta, y que amenaza con poner en peligro su agenda de gobierno, en especial, su plan de reforma sanitaria.

El anuncio causó una inmediata caída en la Bolsa de Nueva York, donde el índice Dow Jones cerró con pérdidas de 2,01%, mientras que el Nasdaq descendió en 1,12%.

En respuesta a la propuesta de Obama y manifestando su rechazo al plan, el grupo Financial Services Roundtable, que representa a las 100 principales firmas de servicios financieros del país, emitió un comunicado en el que se critica la propuesta, asegurando que se intenta hacer volver a Estados Unidos al pasado. “La mejor respuesta es modernizar el marco regulatorio y no llevar a la industria y la economía de regreso al año 1930”, señala el comunicado.

El plan de Obama sigue la propuesta de su asesor Paul Vol-cker, ex presidente de la Reserva Federal (equivalente al Banco Central), y va en línea con la ley Glass-Steagall, que en la década de 1930 separó la banca comercial de la banca de inversión, y que fue abolida en 1999 por el entonces presidente William Clinton.