El Conglomerado del Calzado y la Marroquinería, enmarcado en el Proyecto de Competitividad de Conglomerados y Cadenas Productivas, lleva dos años buscando desarrollar el sector y recientemente concretó tres proyectos enfocados en el fomento de ventas externas, la innovación tecnológica y la formación profesional; suman una inversión de 627.000 dólares, 387.000 de los cuales provienen de firmas participantes. Una iniciativa es para consolidar el desarrollo que hace en Chile una red de tres firmas de marroquinería que lograron exportar a ese país 300.000 dólares en productos. Marcelo Ballesta, representante del conglomerado, destacó la importancia de buscar nuevos mercados y adelantó que ello se replicará en otros destinos de la región, mencionando la posibilidad de concretar algo similar en México.

Otra iniciativa refiere a un convenio con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación para innovar en tecnología de procesos para las fases de modelaje y corte de materiales. Por último, se inauguraron dos centros de formación de trabajadores para la industria del calzado y la marroquinería, que funcionarán en la órbita del Consejo de Educación Técnico Profesional (ex UTU), uno en Montevideo y otro en Santa Lucía; primero se capacitarán en “corte y aparado”, para lo cual se hicieron reformas edilicias, inversiones en equipamientos, adecuación de planes de estudio y formación de docentes.

Ballesta resaltó la relevancia de este aspecto, dadas la elevada demanda y la escasa oferta de personal calificado, producto del deterioro del rubro. “El problema de la mano de obra radica en que el sector estuvo en decadencia en los últimos años, provocando que los empleados capacitados se alejen, por ello la importancia de fomentar la formación”, explicó. “Estamos en movimiento”, celebró, no obstante, y añadió que se “profundizarán” las líneas de acción mencionadas.

Más mejor

Por su parte, Tournier resaltó la labor del conglomerado, que logró “óptimos resultados”, con lo que el rubro “está mejorando en algo” gracias al aumento de la demanda interna, “que está optando por un calzado de mejor calidad”. También observó como una de las principales limitantes “la falta de operarios calificados”, aunque otra es “la imposibilidad” de competir en costos de producción.

En esa línea, demandó la reinstalación de las “mesas de valoración en Aduanas”, instancias de análisis entre autoridades, empresarios y trabajadores para “verificar que los productos ingresados al país cumplan con los precios de mercado internacional”. “Entran productos que tienen un precio que no da ni para los materiales y que son saldos de producción o modelos que no se fabrican más”, detalló el industrial. Esos ámbitos, explicó, fueron desactivados cuando asumió el primer elenco directivo de Aduanas del Frente Amplio, presidido por Luis Salvo. “Quizá no funcionaban como debían, pero queremos que se reinstalen para defender la industria local”, lo que ya fue solicitado a la nueva administración. “La situación de la industria del calzado está mejorando, lo que no quiere decir que estemos tirando manteca al techo”, resumió.

Zapateo

La producción de calzado en Uruguay tuvo su furor en los años 70 y 80, cuando Estados Unidos era el gran importador, y duró hasta la apertura comercial de los 90. En aquel entonces había fábricas dedicadas “exclusivamente” a la exportación y en el rubro trabajaban unas 10.000 personas; ahora, la mano de obra se ubica entre los 1.000 y 1.200 asalariados.

Según datos de la CICU, en 1993 se alcanzó el pico de exportaciones, por valor de 25.551.000 dólares, y el piso se tocó en 2002, con apenas 864.940 dólares por ventas externas, 96,61% menos. La situación mejoró tras ese fatídico año y en 2008 las ventas sumaron 3.424.000 dólares, una baja de 86,6% respecto de 1993.

En sentido contrario evolucionaron las importaciones: las primeras cifras disponibles datan de 1994, cuando se realizaron compras por 21.109.544 dólares, que crecieron hasta los 62.495.428 dólares de 2008; el principal vendedor es China, con el 80,5% del total, seguido por Brasil, que capta el 10,5% del mercado local.

Tournier apreció una reducción de las importaciones, en parte por la crisis internacional y en menor medida por un cambio gradual en el patrón de consumo. Durante 2009 se importaron unos 12.000.000 de pares, 3.000.000 menos que en 2008.