Todo fue rápido. Una carrera de cuchillo, de definición filosa, de olor a peligro de gol.

Faltaban seis o siete minutos para el último pitazo. El salteño Edinson Cavani tocó en corto para la carrera frontal del pibe Abel Hernández y el zaguero Kali aterrizó de una al uruguayito. El africano quedó enojado protestando y el juez portugués le mostró la amarilla. El penal fue ejecutado por Cavani, con acierto de goleador nato: le pegó cruzado, bien fuerte y abajo. El esférico fue para un lado; Mamona, el ropero, para el otro.

Hay nueva dirección en la AUF

La Asamblea de Clubes de la AUF resolvió anoche contar con una nueva composición del Consejo Ejecutivo. Los cuatro dirigentes que propuso el presidente ya nominado, Sebastián Bauzá, fueron Fernando Sobral (proveniente de Defensor Sporting), Donato Rivas (River Plate), Miguel Sejas (Cerro) y Aníbal de Oliveira (Tacuarembó). La propuesta contó con 15 votos a favor, uno en contra (de Nacional) y la abstención de Miramar Misiones. No hubo programas de gobierno en la discusión, que se produjo a puertas cerradas. En principio, Bauzá iba a nominar un Consejo Ejecutivo con dirigentes también provenientes de Nacional y Peñarol, al caso del ex futbolista tricolor Eduardo de la Peña, pero los dirigidos por Alarcón se opusieron a que el nacionalófilo fuera elegido por Bauzá ya que consideraron que la nominación debía salir de la institución (¿!). También avanzaron mucho los arreglos que habrá que realizar con árbitros y la Mutual de Futbolistas y que estaban pendientes para poder jugar el Torneo Apertura desde el próximo fin de semana.

Minutos después y ya en el final, Abel Hernández conectó con pierna zurda un rebote en el área y clavó la guinda contra un caño. Fue el 2 a 0 que definió el asunto. El pibe palermitano, de fugaz pasaje mirasol, anotó así su primer gol con la celeste en su debut en el team de la selección mayor. Ganó bien Uruguay, de la mano de Verzeri desde la línea de cal pero con el alma del maestro Óscar Tabárez titilando en el corazón de todos. El mítico corazón celeste que nos puso entre los cuatro mejores equipos del mundo.

El primer tiempo fue un 0 a 0 parejo, con pasajes intensos. Fue un amistoso de los llamados “fecha FIFA”, con algunos latazos secos y machetazos de refilón.

El colorido del equipo angoleño -con indumentaria de colores rojo, amarillo y negro- hace recordar de alguna manera a las pintorescas comparsas de lubolos de los carnavales nuestros. Por momentos, la escuadra africana tiene ribetes eléctricos. Los jugadores usan mocasines con tapones de todos los colores: amarillos, naranjas, violetas y blancos inmaculados. Son como gramilleros elásticos, rápidos igual que los antílopes, mañosos como ellos solos.

Uruguay, de camiseta blanca, saltó a la cancha del Belenenses portugués con una línea de tres final, un mediocampo bien definido, el regreso del Cebolla Rodríguez en la tarea de enlace y arriba, la velocidad de Papelito Fernández -que fue suplantado luego por Cavani en zona ofensiva- y la picardía del Loco.

El ingeniero Verzeri colocó un 3-4-1-2 pero le costó generar fútbol y una de las escasas chances la tuvo Fernández, que erró un cabezazo solo en el área chica de Mamona, un golero bantú que mete miedo.

Angola es un equipo africano con características claras: son veloces, espigados, de piernas largas, de buen manejo técnico. El bíblico Job, el siete de Angola, tiene más moñas que una fábrica de pastas. Fue el equipo anfitrión de la Copa de Naciones y no clasificó al perder frente a Ghana.

Verzeri recurrió a los cambios y mandó al campo a Gargano, Valdez y el joven Abel Hernández en su debut en la selección mayor. Uruguay controló por momentos el fútbol, llenó espacios, cerró filas, marcó bien y progresó en forma ordenada cuando el rival retrocedía. La celeste logró generar un cabezazo bombeado del Loco Abreu que arrancó gritería, pero Pataca en zona roja despejó el peligro. Después hubo un remate de media distancia del Mono Pereira, pero Cavani agarró la manija. En el final, y con el match liquidado 2-0, un último balazo del salteño mandó a revolcarse a Mamona como si fuera una lombriz estirada o una anguila oscura.

En setiembre se vienen otros dos compromisos. La selección está viviendo una etapa especial en la historia del fútbol uruguayo. El tiempo no para, señores. Es necesario que Tabárez, con la tiza de maestro, le siga agregando contenido futbolístico al futuro de la legendaria selección celeste.