A pesar de la mala prensa y de no ser un gambetero y firuletero, su extraordinaria capacidad goleadora llevó a que muchos gurises tuviéramos como ídolo, en la década del 90 a Romário da Souza Faría, más conocido como “Romário” o Baixinho. Aquel chiquito atrevido que nos dejó afuera del Mundial 94 -del que fue campeón y goleador- cuando Parreira lo citó a las apuradas luego de negarse en repetidas ocasiones por sus acciones extradeportivas. Pero Romário no sólo generaba simpatía por sus escapadas de las concentraciones para ir a jugar a la playa. Estaba siempre en el lugar preciso, siempre se hacía lugar y tenía una pegada tremenda. En la tarde de ayer, un chiquito morenito, delantero, también llamado Romario, -pero de apellido Acuña y nacido en Uruguay- brilló en el Centenario enmudeciendo a toda la hinchada tricolor.

Pero no sólo Romario fue fundamental para escribir la historia de este triunfo histórico de El Tanque ante Nacional, el segundo en su historia -ya lo había hecho en 1991 con goles de Elbio Hernández- también el colombiano Miguel Murillo estuvo intratable, el exquisito enganche argentino Juan Ignacio Marcarié, que desembarcó con su magia desde el ascenso argentino. Jhonatan Iglesias y Aparicio mordieron todas, los del fondo bancaron a Taborda, que recibió una infinidad de centros, y el portero Nicola Pérez salvó el arco con un par de atajadas para el recuerdo. Fue una tarea empapada de gloria para el equipo del doctor Möller, que quedó a dos puntos del líder.

La bola comenzó a deslizarse en el césped del estadio y la mayoría de las veces tomaba contacto con los pies de los futbolistas tricolores, que cercaban el área de El Tanque. Matías Cabrera y Calzada desde el medio del campo germinaban el ataque, asociándose con Adrián Luna, que era el nexo con el arco. Pero los verdinegros, que estaban abroquelados en los primeros minutos, comenzaron a salir en forma rápida, con los milimétricos pases de Marcarié y las corridas de Acuña, que comenzaba a dar dolores de cabeza a la defensa de Nacional. En una jugada que encontró desdoblado al fondo tricolor, Murillo la peleó contra la punta izquierda, tocó atrás para Aparicio -que levantó el centro al área- y allí Romario Acuña se hizo lugar entre gigantes y de palomita la atornilló contra el palo derecho de Bava, que no tuvo reacción ante el latigazo que sacó con la capocha el moreno.

El Tanque ganaba desplegando su juego y no era sorpresa. Las mismas armas que le venían dando resultado volvían a hacerse efectivas. El conjunto presidido por Fredy Varela se fue al vestuario con una sonrisa, pero los pocos hinchas de El Tanque sabían que se venía el malón de Nacional, que el rival iba a salir a presionar y a ponerlo contra las cuerdas.

El Chavo Díaz mandó a la cancha a Taborda, para que desequilibrara dentro del área junto al Cacique Medina, y entonces la lluvia de centros comenzó a caer sobre el arco de Nicola Pérez. El gol estaba por caer, el volumen del aliento de la tribuna subía, y cuando corrían 14 minutos el Cacique cuerpeó un centro de Calzada para que desde atrás llegara el rápido Bueno y definiera con un toque de calidad. “Ahora sí los comemos en dos panes”, pensó el hincha que se embaló con la igualdad. Murillo ahogó ese pensamiento en menos de un minuto. Marcarié, con un guante en el pie, dejó mano a mano al colombiano Murillo, que se sacó al golero de encima, se abrió un poco pero igual le dio para meterla en el arco, de donde la intentó sacar Lembo, que la empujó a las redes por si había dudas. Nuevamente El Tanque estaba arriba, Nacional igual estaba vivo y seguía empujando. Taborda lo tuvo pero Pérez sacó terrible pelota. Los del veterinario parecían estar vacunados a que los empataran nuevamente. Chispeante y fresco, Murillo se le coló a Scotti, que no cubrió bien el balón, perdiendo la posición, y luego Bava le cometió penal. Acuña se encargó de cobrar la pena y el 3-1 era realidad. La victoria ya era saboreada por el equipo que oficiaba de local en el Centenario. Gonzalo Bueno volvió a marcar en una de las últimas descontando, pero ya era tarde. El bolso dejaba la punta ante el aguerrido y atrevido El Tanque. El personaje de Vat 69 y el veterano que le coloca las gomas a las ventanas de los autos en la calle Galicia están alegres. Guardan el recorte del diario del lunes y sueñan.