Era para estar ahí. Para iniciarse en acontecimientos largamente inolvidables y para siempre, como en el ritual iniciático sugerido en los futuros murguistas, o como para volver a bailar una lenta el 24 de agosto, o volver año tras año a las doradas arenas de la playa que significan mucho más que mar y bronceado.

¿Cómo te explico lo que se siente una final en Uruguay? ¿Qué fórmula de exposición periodística se puede usar cuando a uno el corazón le empieza a bombear fuerte aún mucho antes de que Héctor Uslenghi, uno de los tres jueces de la cuarta final, hiciera el salto inicial?

El Palacio lleno, hasta las manos, las banderas, los gritos, las cornetas, los comentarios, los papelitos, los codazos nerviosos al de al lado, y por fin, por fin empieza.

Y empezó tan nervioso como uno en la tribuna; Pica Aguiar puso el 2-0 con libres para Macabi, y después de tres ataques perdidos, por fin pudo empatar el Enano. Hatilla arrancó tan insoportable como en los últimos partidos, colocando 4 puntos seguidos, pero Myles y Jeffries respondieron para Malvín, hasta que corriendo el Enano Martínez hizo pasar a la gaviota y después con Newsome se pudo sacar 6 de ventaja (12-6). Esos mismos nervios que ya en 7 minutos tenían decenas de uñas comidas, eran los que se vivían en la cancha, con muchas fallas y un par de tapones de Newsome que tenían la cosa 14-9, hasta que el leñado Freije clavó un triple. Fue Panchi Barrera quien corriendo dejó el marcador 14-14 y así terminó el primer cuarto, con una cosita que te corría por la barriga en cualquier lugar del Palacio, en la cancha, en esta tribuna o en aquélla, porque como ya está dicho, vos tenés que ir a la tribuna de éstos o de aquéllos aunque ni siquiera sepas cómo es la camiseta de los contendientes.

En el inicio del segundo cuarto cargó contra el aro Izuibejérez con un par de dobles, pero un triple de Martínez y un doble de Myles pusieron la cosa 19-18 para los de Rivera y Legrand. Hatilla Passos estaba imposible y con 4 puntos seguidos hizo pasar a su equipo 22-9. Cuando Panchi clavó un triple al final de su posesión sacó 6 de ventaja Hebraica, que en ese momento ganaba 25-19. Con libres a modo uno sí y otro no, y un golazo de corrida de Fittipaldo, Malvín se arrimó a un doble (27-25).

¡Mamma mía! Qué intensidad emocional. Y sí, te podrán decir que fallan o que no aciertan, pero la concentración e intensidad que le ponían los protagonistas llegaba por ósmosis a cada uno de nosotros, pendientes del juego, el resultado y de las reacciones emocionales de cada lado.

Por cinco arriba, gracias a una maravillosa asistencia de Barrera de espaldas y de media faja, terminó ganando el primer tiempo Hebraica y Macabi 31-26.

Corazón coraza

Brunito Fittipaldo puso un triple arrimador al inicio del segundo tiempo y Jeffries entró con mucha decisión y la hundió espectacularmente para empatar en 31. Volvió a robar Malvín y el Enano Martínez decidió que sería suyo con una llovidita. Explotó el Palacio porque Malvín pasó al frente 33-31. En dos minutos de juego los de Pablo López habían puesto un 7-0 removedor. Por más que Freije volvió a clavar un triple, Malvín sacó 5 (41-36). Hebraica no encontraba el gol porque estaban bien defendidos ahora con una combinada. Bien el Enano con otro triple en Malvín, pero el Pica Aguiar aguantaba el mostrador en Hebraica y la cosa estaba 44-40 para la playa. Malvín terminó ganando el cuarto con un parcial grande de 22-11, por lo que el marcador quedó a favor de los playeros 48-42.

Pareció ser un momento decisivo del partido, no sólo por el marcador establecido sino por el temple y el espíritu de lucha germinado en los malvinenses, que querían en la cancha y alentaban en la tribuna.

Un par de golazos de Myles llevaron a 10 la diferencia y se sentía una cosa especial difícil de explicar, pero que tal vez se podría encaminar por esa frase que los malvinenses patentaron en estos últimos días: “Nunca subestimes el corazón de un campeón”. Y no sabés cómo estaba el cuore de Malvín. Fuerte, decidido, orgulloso de su esfuerzo.

El Panchi Barrera clavó triple y volvió a encender la llama de los macabeos, pero Newsome fue arriba una y otra vez y con doble de Jeffries la diferencia pasó a ser de 11 para Malvín, que en cuatro minutos de juego ganaba 56-45. Era el momento de dar el golpe cuando Macabi trastabillaba. La diferencia llegó a ser de 13, pero un par de ataques sin goles de los malvinenses y aciertos de Izuibejérez dejaron a Hebraica a 9 cuando aún faltaban más de 3 minutos. Y viste lo que es el básquetbol. Un triple de Freije congeló medio Palacio y puso en llamas a la otra mitad porque la diferencia era de apenas 5 puntos a falta de 1’49”. Y esos segundos, macho, son los que tornean triunfos o derrotas, mientras los cardíacos de la tribuna se cuestionan por qué vinieron.

Otro triple de Freije los dejó a 4 y “traeme la coramina”. El Pica Aguiar dejó a Hebraica a sólo 3 puntos, y encima cuando quedaban 17 segundos Freije erró dos libres que lo hubiesen puesto a 1. En el aro contrario no pasó lo mismo. Jeffries embocó sus libres y a falta de 15 segundos Malvín ganaba 63-58 y explotaba el “Dale campeón” que no anunciaba un nuevo coronado, sino que defendía la vigencia del título obtenido en la última LUB. Pero Hebraica no se quebró y un exquisito triple del Pica lo puso a un doble. Se repitieron los libres para Jeffries y la volvió a mandar a guardar y los vigentes campeones terminaron ganando 65-61 forzando una superfinalísima el viernes, en la que, ahí sí, alguien cortará las redes.

La gente tenía razón. “Nunca se debe subestimar el corazón de un campeón”.