La campaña internacional Stop Trans Pathologization (STP2012, Acción por la Despatologización Trans) busca que las categorías de “disforia de género” y “trastornos de la identidad de género” sean retiradas de los catálogos de diagnósticos DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) de la Asociación Americana de Psiquiatría y de la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus ediciones de 2013 y 2015.
El 20 de octubre es el Día Internacional de Acción por la Despatologización Trans. Mientras que en otros países su celebración va por la séptima edición, este año se busca que en Uruguay se lleve a cabo por primera vez una serie de actividades en torno a ese día.
La homosexualidad fue eliminada del DSM en 1973 y en 1990 la OMS la quitó de la lista de enfermedades mentales. Sin embargo, la “disforia de género” continúa ocupando un lugar en la última edición del DSM-IV. La quinta edición de este manual está prevista para 2013, y si bien en el sitio oficial se aclara que ya está cerrado el período de revisión pública de los criterios que guiarán la próxima edición, la campaña STP2012 trasciende este hecho concreto y se propone mejorar las condiciones sanitarias y jurídicas de las personas trans.
Imposición
El panel abrió con las palabras de Gabriela Prieto, docente del Instituto de Psicología Clínica y encargada del curso de Piscopatología de la Facultad de Psicología de la Udelar, quien explicó que en el DSM V aparecerá el término “incongruencia de género”, lo cual es definido como un desajuste psicológico derivado de la incongruencia entre género asignado a la persona en el momento del nacimiento y la identidad de género que siente y manifiesta. “Mediante estas concepciones lo que se impone es un dispositivo de poder sobre las personas transgénero con el fin de mantener el sistema identitario dicotómico”, señaló Prieto. Aseguró, además, que la importancia de la campaña radica en que “la despatologización y la retirada de los manuales va de la mano con el acceso a los derechos sanitarios”.
Para ilustrar las complejidades del fenómeno que no son contempladas en las clasificaciones de los manuales, Prieto cita el caso de Miguel, uno de los testimonios que conforman el documental exhibido. Miguel Missé es sociólogo y activista trans y ha optado por mantener su documento de identidad con el nombre femenino que se le asignó al nacer. En su relato cuenta cómo esta experiencia conlleva sentimientos encontrados: “Hay veces que me quiero morir porque no quiero que lo sepan y no puedo evitarlo, pero también pienso: si me lo cambio, ¿cómo sabrán que soy trans?”.
Se suma
Cada 20 de octubre se celebra en varios países del mundo el Día Internacional de Acción por la Despatologización Trans. En nuestro país, el grupo de Acción por la Despatologización Trans aspira a realizar por primera vez una movilización en Uruguay, en adhesión a la campaña internacional STP 2012.
En principio está prevista una actividad que se llevará a cabo en el Cabildo de Montevideo el 22 de octubre, con eventos centrales y dos intervenciones urbanas el fin de semana previo, el 20 y 21 de octubre, las cuales incluirán una muestra fotográfica, proyección de cine nacional y lecturas sobre la temática.
El documental español Guerriller@s, dirigido por Montse Pujantell, muestra cómo militantes por la lucha transexual y transgénero viven su realidad, dejando al descubierto las falencias del sistema tanto sanitario como jurídico, la carencia en la formación de los profesionales por los cuales son atendidos y cómo la falta de información resulta operativa a las leyes del mercado y al consumo.
Myriam Puiggrós fue otra de las panelistas y aportó desde su experiencia como integrante de la Sociedad Uruguaya de Sexología y de equipos de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública. “Muchas veces seguimos suscribiendo a un determinismo biológico que está obsoleto y unimos a lo biológico construcciones artificiales como lo femenino, lo masculino, lo normal”, aseguró. Afirmó que lo más alarmante es que persistan los trastornos psicológicos de comportamiento asociados con el desarrollo y la orientación sexual, cuando no tendrían que haber figurado nunca como una patología.
Como licenciada en Psicología y sexóloga cuestiona el rol de los profesionales de ambas disciplinas en el proceso de trabajo con personas trans, sobre todo cuando se trata de tomar decisiones y de “evaluar” al otro. “Muchas veces desde la educación y las prácticas profesionales hablamos de la diversidad como algo que pasa por fuera del aula de clase pero no está incorporado en la vida cotidiana”, sentenció.
En el panel también participó Andrea Tuana, quien forma parte del Equipo Multidisciplinario y Especializado en Identidad de Género y Diversidad que funciona en la órbita del Dirección de Registro Civil, que brinda asesoramiento en lo vinculado al cambio de nombre y sexo registral. Según ella, dicha comisión “es una estrategia de sobrevivencia para aquellas personas que tienen un sufrimiento muy grande, ya que lo que se patologiza son los sentimientos de una persona, su realidad y cómo se siente frente al mundo”. De todas maneras, aseguró que dicha comisión no deja de ser un instrumento de la sociedad disciplinadora y normalizadora, donde un equipo técnico debe tomar decisiones y firmar informes para permitir que una persona cambie su nombre, por lo que la utopía sería que dicha comisión no fuera necesaria.
Transitar el camino
El panel cerró con las palabras de la activista trans Marcela Pini y luego se abrió el debate al público presente. Marcela obtuvo el cambio de identificación civil en 2007, pero aún no ha podido acceder al cambio de sexo registral. Reafirmó el concepto principal de la campaña: “Que no se nos considere trastornos”. Hizo especial hincapié en la necesidad de acceder a tratamientos específicos y sin tutela psiquiátrica. “No puede ser que para la reasignación de sexo una persona tenga que padecer durante equis cantidad de tiempo; es un poco incoherente y bastante perversa esa postura”, dijo en referencia al criterio temporal planteado en los manuales, en los que se categoriza a la persona si presenta un mismo síntoma durante 12 meses.
A ello agregó: “Las identidades se construyen y si bien esa construcción está determinada por lo social, yo tengo que tener el derecho de transitar esas estructuras que hacen a mi identidad”. Por eso, la campaña busca lograr el acceso a la cirugía de reasignación de sexo cuando la persona lo decida, dándole a ésta la potestad de elegir sin que otros lo hagan por ella. Frente a la posibilidad de arrepentimiento que muchas veces se pone sobre la mesa a la hora de argumentar en contra de esta cirugía, Pini aseguró que sucederá lo mismo que ocurre si nos arrepentimos en cualquier ámbito de nuestra vida: “Lo asumiremos y lo transitaremos”.
La participación del público fue diversa. Karina Núñez, referente de trabajadores y trabajadoras sexuales del litoral norte, manifestó su inquietud sobre cómo puede hacer la sociedad civil para apoyar esta campaña y sobre la necesidad de más información en torno a la temática en el interior del país. También participó una estudiante de psicología y un representante de una organización budista, quien aseguró que en setiembre dicha organización tiene previsto un seminario sobre budismo y diversidad, y se mostró interesado en contar con la participación de los panelistas.
También expusieron sus testimonios dos chicas trans, quienes destacaron en su discurso el sufrimiento que les ha implicado el proceso de identificación de género, a raíz de la discriminación y aislamiento ejercido desde distintos ámbitos de la sociedad; “una mirada que te hiere el alma”, expresó una de ellas. Un joven se mostró asombrado por la poca presencia de personas trans en la actividad, a lo que Pini explicó que “en este ámbito no se resuelve su cotidianidad” y eso dificulta la convocatoria.
El último testimonio fue brindado por un transexual masculino, quien contó que logró operarse en 2004 luego de 11 años de tratamiento, pero da fe de que hay casos en los que las personas están decididas a realizarse la cirugía pero desde el sistema de salud se intenta disuadirlas.