El video no tiene audio, por lo que no puede escucharse el cruce de palabras entre las cuatro mujeres y Tania, quien salió del boliche capitalino junto con un compañero de trabajo. La ausencia de sonido se puede prestar a la especulación sobre lo que dijo cada una de las involucradas; esto puede estar influenciado por el testimonio conocido semanas atrás del hermano de una de las cuatro agresoras, quien responsabilizó a Tania y a su compañero de haber iniciado la pelea por un taxi, en vez de a las mujeres. Pero a medida que avanza el video, lo que se habrá dicho o hecho queda a un lado ante la agresión de la que es objeto Ramírez, a simple vista desmedida.

Consultado tras la aparición del video, Luis Eduardo Morás, doctor en Sociología especializado en violencia y seguridad, señaló que la difusión del video, y por tanto el pasaje de lo textual a lo visual, le da una nueva dimensión a los hechos. Vuelve a poner en la agenda de los medios, de los políticos y de la sociedad un tema que “había quedado adormecido”. Además, alienta especulaciones en los medios y en las redes sociales sobre lo sucedido y acerca de quién lo provocó.

Sobre si el material también se presta para evaluar si se trató de un episodio de discriminación, Morás opinó que en el hecho hay violencia y hay racismo por lo menos en “la construcción de la subjetividad”. “Más allá de la resolución judicial del caso, el hecho es que Tania vive un episodio de discriminación. Independientemente de que la haya habido en ese caso puntual, sin duda una persona afrodescendiente siente, construye su subjetividad, su visión del mundo, en función de las múltiples discriminaciones que vive cotidianamente. Entonces, lo central no es cuál es la versión real y objetiva de los hechos, porque más allá de eso está lo que vive Tania y denuncia como discriminación”, indicó.

En cuanto al debate que se desencadenó, Morás se preguntó: “¿Qué es lo que interesa?”. Y agregó: “¿Si Tania podía haber esperado otro taxi?; ¿si realmente fue objeto de discriminación o no?; o que realmente los negros están jodidos en Uruguay”. “Son el 10% de la población y no son el 10% de los gerentes, el 10% de los universitarios, no son el 10% del Parlamento, de los ministros; viven en las zonas más pobres, están sobrerrepresentados en las cárceles, están sobrerrepresentados en la pobreza e indigencia. Hay un contexto que va más allá de si el taxista discriminó o no, si ella se ganó la paliza o no (nadie se gana una paliza). Independientemente de eso, la subjetividad de ella construye un episodio a partir de la situación de discriminación”, puntualizó.

Espectadores

A partir de lo que puede observarse en el video, el sociólogo se detuvo en la “banalidad” de la pelea, en los motivos que impulsaron un hecho de tanta violencia y en la pasividad de los que estaban en el lugar y miraban sin intervenir. Estos últimos viven el hecho como un espectáculo y “la atención está puesta en el drama del otro”.

“En cierta medida se conjuga una banalidad de motivos con una exacerbación del uso de la violencia como lenguaje y forma de resolver un conflicto: quién se toma ese taxi primero”, expresó. Relacionó el uso de la violencia para obtener “fines inmediatos”, porque hay una “urgencia por la satisfacción de las personas”, en la que el otro es un “mero obstáculo a eliminar” para lograr un objetivo propio. Pero esto se ve diariamente en distintos ámbitos: deportivo, de tránsito, entre vecinos, arriba de un ómnibus y en la violencia doméstica, además de en la puerta de cualquier boliche.

Morás manifestó preocupación por las visiones “apocalípticas y catastróficas” sobre el episodio, que tienden a añorar el tiempo pasado y asegurar que “eso antes no pasaba”. “Siempre existió”, la diferencia es que ahora hay medios técnicos, como cámaras de vigilancia, que captan y conservan los incidentes. “Lo que sí es cierto es que posiblemente ahora haya una exacerbación de esos fenómenos y [...] en la sociedad uruguaya hay una mayor sensibilidad para no tolerar la violencia”. Del mismo modo, hay más sensibilidad a la discriminación.

Para el sociólogo lo “positivo” del episodio es que puso el tema del racismo en la esfera pública y promovió la reflexión en torno a un conjunto de discriminaciones existentes. “Uruguay es mucho más discriminador de lo que se cree que es”, aseveró.

A la espera

Independientemente de que se contara o no con el aval de Tania, el video se hizo público. El incidente ocurrió en la madrugada del 14 de diciembre y al poco tiempo las cuatro mujeres que la agredieron fueron identificadas por el material que fue entregado a la Justicia por quienes están al frente del boliche. Sin embargo, ninguna fue detenida. Primero se dijo que se entregarían solas luego de las fiestas y lo último que se supo ayer es que una de ellas “está arrepentida” y “se presentará ante la Justicia el 1º de febrero”, según informó Subrayado.

Días atrás, desde el Departamento de Prensa de Jefatura de Policía de Montevideo, se transmitió que la investigación estaba en curso pero de manera lenta a raíz de la feria judicial que se extiende durante enero. Una vez que termine, Tania se presentará ante la Justicia y hará una denuncia formal del hecho con el patrocinio del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur). Por su parte, la Institución Nacional de Derechos Humanos decidió actuar de oficio, aunque por el momento sus directivos prefieren no hacer declaraciones al respecto. Ayer trascendió que integrantes de la institución se reunieron con los abogados de Ielsur.