“Hay un poco de pedofilia en cada uno de nosotros”. Esta frase de Richard Gardner fue citada por la psicóloga Carina Bordes, del Instituto Mujer y Sociedad, en el encuentro organizado por la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica, que tuvo lugar el miércoles pasado en la sede de la institución. La profesional fue responsable de abrir la jornada, y brindó un pantallazo general sobre en qué consiste el denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP), al tiempo que mencionó los principales cuestionamientos al tema.

En la década del 80 fue cuando empezó a utilizarse como argumento en el ámbito legal, momento en que comenzaban a registrarse denuncias de violencia doméstica y abuso sexual en las clases sociales medias y altas. En esas denuncias el estatus del acusado no coincidía con la imagen que se solía tener de un maltratador. Bordes catalogó el SAP como un “recurso que desestima las denuncias hechas por las víctimas”, al tiempo que “silencia la voz de los niños”.

Como fundamento establece que el padre que convive con el hijo o hija (que generalmente es la madre) es manipulado por éste para que no quiera ver al progenitor no conviviente. Esa manipulación supuestamente genera gran dolor en el padre rechazado. La profesional detalló que se trata de “un lavado de cerebro”, casi siembre por parte de la madre, por el que se “somete al hijo o hija en contra del otro progenitor”. De ese modo se logra “alienar, quitar a ese padre de la vida del hijo o hija para hacerlo desaparecer, pudiendo llegar el niño o la niña a creer que el padre abusó sexualmente de él o ella”, detalló la psicóloga.

Una vez que el síndrome es detectado, para que sea “curado” Gardner propone la “teoría de la amenaza”, que sostiene que el niño o adolescente debe dejar de vivir con el padre manipulador y pasar a hacerlo con el denunciado. Para una “cura” se tiene que cortar todo vínculo con la familia de ese progenitor. Bordes cuestionó que el SAP es presentado con “neutralidad” y “fachada científica”, pero carece de rigurosidad y no fue admitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, criticó la filosofía del autor y la ideología que pretende sustentar el síndrome. Entre otras cosas, el norteamericano indica que el sexo es como una “máquina de procreación” que “cuanto antes sea ejercitada más y mejor será su rendimiento”, puntualizó. Concibe al abuso sexual de una manera particular y desconoce las secuelas de la violencia doméstica en la mujer y en los niños. “El abuso sexual no es necesariamente traumático. El determinante para que el abuso sexual sea traumático para el niño es la actitud social hacia estos encuentros”, retoma la explicación la psicóloga. La pederastia también sirve para los objetivos procreativos de las personas. No en el corto ni en el mediano plazo -porque los pequeños no quedan ni pueden dejar embarazados- pero sí a futuro, pues provocará que se sienta “altamente sexualizado” y “ansíe” tener relaciones sexuales una vez que ingrese en la pubertad.

Primero lo primero

La actividad de reflexión académica siguió con la participación de las psicólogas y peritos forenses de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) Rosmari Perazza y Analena Gurgitano; la abogada de Infancia y Adolescencia (Iaci) Alicia Deus; el ministro del Tribunal de Apelaciones de Familia de 2º turno Eduardo Cavalli; y la psiquiatra pediátrica Analía Camiruaga.

La abogada de Iaci se encargó de relatar parte de la vida y cuestionada obra de Gardner, al enfatizar que su teoría no fue avalada en el ámbito académico. Para confirmar la no existencia del síndrome, contó que en España, desde el Observatorio Estatal, se financió una investigación que analizara en profundidad el SAP y que tenía por finalidad “que quedara calificada la validez o no”, aclaró Deus. Como resultado, el informe, que data de 2010, “le quitó absoluta validez”, contó, y mencionó una extensa lista de organizaciones judiciales internacionales que rechazan su existencia, entre ellas, muchas de Estados Unidos, país en que surgió. Entre otros motivos, el SAP fue desa-
creditado por afectar la integridad del sistema judicial y la de los niños abusados.

Antes de cerrar su exposición, Deus se refirió al artículo publicado en la Revista Uruguaya de Derecho de Familia (ver recuadro en la página 11) y cuestionó las fuentes utilizadas.

Tanto las psicólogas perito forenses como Cavalli y Camiruaga remarcaron que lo fundamental ante un caso de posible abuso es brindar protección a los niños involucrados; sin embargo, no siempre los fiscales actúan con eficiencia. Las funcionarias de la SCJ reconocieron que a veces se escuchan “falsas denuncias, intentos de reconstrucción de un relato o niños sugestionados”, pero eso puede ser evaluado con las “herramientas psicológicas correspondientes”.

Por su parte, Cavalli reflexionó que el síndrome es materia de los juzgados de familia, y que en los tribunales de Apelaciones, que es a donde concurren las personas que se sienten agraviadas por una sentencia en primera instancia, la opinión está dividida. “Hay un tribunal que fundamenta sus sentencias partiendo de la base de la existencia del SAP”, indicó. El otro Tribunal de Apelaciones en sucesivas oportunidades “no ha dado lugar a la existencia de este síndrome, considerando que la discusión de su existencia pertenece a otras disciplinas y no a la jurídica, en tanto que no es una verdad científica”, comentó. Por su parte, tampoco encontró que la SCJ lo haya tomado en cuenta en sus sentencias, al que definió como el “órgano máximo”. También opinó que la determinación del SAP no le corresponde al ámbito judicial, y remarcó que lo que le debe interesar a la Justicia es “saber la verdad de los hechos y saber qué va a suceder”, ya que hay acontecimientos predecibles que se pueden llegar a prevenir, de ahí la importancia de poner a resguardo a los niños. Cavalli consideró que los temas de abuso son un “problema de género”, ya que él ha presenciado casos que involucraban tanto a hombres como a mujeres.

Una vez que se abrió el espacio para preguntas y comentarios del público, algunos fiscales y peritos presentes enfatizaron que proteger a los niños era su prioridad, y de alguna manera quedaba comprobado al haber concurrido al coloquio. En tanto, el público y los expositores remarcaron la necesidad de formar en infancia a abogados, jueces y fiscales.