Defensor consiguió un triunfazo en un partido en el que laburó mucho, en su cancha, ante su gente, sacando a Peñarol de la punta de la anual. El primer tiempo se fue desatando en emparejamientos constantes de Defensor, que ante un dominio leve y por momentos eléctrico del rival fue sacando cabeza y poniéndolo en aprietos, tanto que sobre el final de la primera parte encontró el gol que lo dejó con una sonrisa de oreja a oreja camino al vestuario. La alarma de peligro se había prendido en las dos áreas durante todo el primer tiempo, aunque el balón pasaba más por los botines de los players carboneros que de los locales.

En los primeros minutos, mientras se acomodaban en la cancha, el gurí Giorgian de Arrascaeta comenzó a destilar magia pisándola deliciosamente y habilitando a Aníbal Hernández, que sacó un remate que pasó cerca. Peñarol de a poco se calzó el traje de protagonista e inició una batería de ataques por la derecha donde estaba la dupla de pelados. La viola fue saliendo, emparejando. De Arrascaeta era el cerebro, el Nico acompañaba, y sobre el final de la primera parte una combinación nació de los pies del juvenil violeta, luego pasó por los pies del atildado lateral Emilio Zeballos, que la metió al medio para que Risso la tocara y convirtiera.

En el comienzo del complemento, Peñarol metió una presión que frenó a los de Tabaré Silva, pero era muy desorganizado. Defensor -como lo hizo durante todo el partido- lo fue emparejando, ya no sufría en defensa por la izquierda con el ingreso de Gastón Silva. Peñarol con el Tony pareció pispear el norte en la brújula, pero Defensor defendía y emparejaba. Sobre el final, cuando el cotejo estaba a punto de caramelo, la estupidez dijo presente, cayeron piedras de la tribuna mirasol y por unos diez minutos el partido se frenó. Ni las piedras ni el cabezazo de Zalayeta lo empataron. Defensor ganó uno de los partidos más difíciles del campeonato, es puntero único del Clausura -parcialmente- y de la tabla anual faltando cinco fechas.

Pero el violeta viene haciendo las cosas bien desde hace tiempo y ya se acostumbró a estar siempre ahí, a cambiar la historia, a ser la piedra en el zapato... una sana costumbre.