“En la última década, el shock de términos de intercambio y de recursos naturales hizo que en la región estuviéramos prácticamente sin restricciones externas”, comenzó diciendo Fanelli, investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y la Universidad de Buenos Aires. “Lamentablemente, dos o tres errores de políticas del gobierno [argentino] muy significativos generaron desequilibrios enormes”, sentenció. Pero en opinión de Fanelli no sólo la economía argentina atraviesa una etapa con restricciones externas: considera que la situación es similar en otras economías emergentes.

Pierde un turno

Fanelli anunció la vuelta del “‘stop-and-go’” en referencia a una actividad económica caracterizada por una “alta volatilidad macroeconómica”, con ciclos “relativamente breves” de expansión y recesión. Un aspecto “esencial” del modelo es la escasez de dólares, que genera “mayor vulnerabilidad ante un shock externo”, explicó.

El modelo parte del “go”, etapa en la que aumenta el nivel de actividad y con ello las importaciones. No obstante, dijo, estas últimas terminan creciendo a un ritmo mayor que las exportaciones, lo que genera que la economía esté “más expuesta a shocks externos”. Lo anterior genera expectativas de devaluación en los agentes que tienden a aumentar el atesoramiento de dólares, y eso como contrapartida genera una caída de la inversión y luego del consumo. Entonces viene el “stop”: cae la demanda agregada, se imponen fuerzas recesivas que generan caída del empleo y un aumento del desempleo. Fanelli sostuvo que en ese punto se encuentra Argentina hoy: “Cuando se complica la economía, se complica la política”, marcó.

Atribuyó las razones del “stop” al gobierno argentino, principalmente por subsidiar “en demasía” al sector energético y por haber “deteriorado la confianza” de los inversores, lo que llevó a que el gobierno no accediera al financiamiento, que a su vez determinó la necesidad de emitir moneda, lo que provocó una “alta inflación”.

El investigador, que es asesor de la Red Mercosur, dijo que hay “tres métodos para enfrentar el ‘stop-and-go’”. Según Fanelli, el gobierno argentino eligió el de “la represión”. Mencionó algunos hitos, como la regulación de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), un “cepo al ahorro en dólares” y la “administración” de importaciones por intermedio de la Secretaría de Comercio. Esto último, además de ser “muy caro para crecer, cambió la composición de las importaciones en contra de la inversión”, dijo. Además, la “corrección parcial del tipo de cambio” por parte del Banco Central ha “acelerado la devaluación”; en este sentido, el economista criticó que “tampoco se haya dejado de emitir”.

Según Fanelli, con estas medidas se esperaba un complemento mediante una “gran cosecha de soja -que no sucedió- y un crecimiento al 4% por parte de Brasil, que creció pero lo hizo menos de lo esperado”. Como esto no resultó, el gobierno optó por el “blanqueo” de dólares, algo que “tampoco ayudó”, según dijo.

Mencionó que la lógica del gobierno de Argentina es “elemental” y dijo que “en su momento había margen fiscal para realizar esas medidas”, pero aseguró que “la va a tener que cambiar” porque el margen “ya no está” y en el sector energético “hay recursos ociosos”. Considera que resulta “ineludible” manejar la restricción externa y “ajustar el margen fiscal”. “Hemos desaprovechado una década increíble para poder desarrollarnos”, evaluó.

Haciendo equilibrio

“Brasil es un país sorprendente, porque cuando uno piensa que está entendiendo todo lo que pasa, cambia”, comenzó Pires de Souza, investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Para el brasileño la coyuntura económica de su país es una “completa incertidumbre” que “resulta de dos shocks exógenos”. Con esto hizo referencia a la “anticipada normalización de la política monetaria americana” y al crecimiento chino, que fue “menor a lo esperado”.

Por otro lado, las manifestaciones populares que brotaron por todo el país durante la Copa de las Confederaciones “ganaron una fuerza sin precedentes y sacudieron al mundo político, así como al económico”. “No sólo el pueblo abandonó a Dilma [Rousseff], también su clase política”, dijo el analista, quien mostró que entre principios y fines de junio la popularidad de la presidenta disminuyó de 57% a 30%, aunque resaltó que en el último mes “había reapuntado”.

El escenario a futuro de este país “depende de un juego complejo”, ya que “resulta muy difícil encontrar un equilibrio entre lo que ‘las calles’ piden y la estabilidad macroeconómica”. Para Pires de Souza, algo que salvaría a la economía son las “inversiones en infraestructura”, por la importancia que presentan en las expectativas de los agentes económicos. “Si las inversiones se congelan es posible que haya una muy alta recesión, y, en tal caso, las decisiones a tomarse el año próximo están completamente indeterminadas”, concluyó.