La alegría del brazo visitante de Belvedere seguramente se pareció a la de la platea del Artigas de Las Piedras. De visita en la Cuchilla, Danubio le dio vuelta el partido a Liverpool, como para dividir aguas entre dos equipos de aspiraciones similares pero presentes diferentes. Tras el 2-1, los de la franja se entreveraron en la pelea linda, a la que los negriazules miraron desde lejos luego de dos derrotas al hilo. En simultáneo, Juventud le torció el brazo nada menos que a Defensor Sporting, que paga el precio de su peor arranque de torneo en años. La viola abrió la cuenta pero Juventud aprovechó las guiñadas que le haría el partido y lo cerró con un categórico 3-1 que lo reacomoda en la tabla del descenso y lo saca del cero en la del Apertura.

Calibre 38

Por lo mucho que pasó hasta ese momento y porque apenas iban 38 minutos, en Belvedere nadie se imaginó que el gol de Velázquez mataría el partido. Pero el acierto del zaguero cerró el resultado y cambió el trámite. Danubio pasó a ganar 2-1 cuatro minutos después de empatar. Liverpool acusó el golpe y ya no inquietó.

Como ante Wanderers, sus fuerzas decayeron con los minutos, hasta descremarse en un segundo tiempo en el que la inferioridad numérica de Danubio no se notó. González, ese volante de enorme despliegue con y sin pelota que empató el partido transitoriamente, padeció su excesivo ímpetu con una roja a los 51 minutos. Certero, Leo Ramos engordó el medio con Zunino, sacrificó un punta y hundió a Canobbio en el doble cinco. Al rato, éste saldría para que Cayetano sellara la contención junto a Porras, unos metros por delante de una línea final bien cuidada por Viera y Velázquez, vecinos del retornado Pablo Lima, que se mostró poco subidor pero desempolvó el buen pie de siempre. La leve mejoría negriazul posterior al gran ingreso de Peña y al aceptable de Rauhoffer no fue suficiente. En cambio, el juvenil Sequeira generó peligro y casi amplió para la franja. El partido era otro. Nada que ver con el que se había abierto con el gol de Aguirre y las corridas negriazules por el lado de un inseguro Soria. La contundencia, el oportunismo y el acierto en la lectura de juego del visitante merecían el premio de la victoria.

Siempre vuelve

Juventud renació ganándole 3-1 a Defensor Sporting.

El sábado en Las Piedras el sol rajaba la tribuna local, donde todo del barrio Obelisco se ubicaba para ver a los suyos ante una visita de gala del copetudo Defensor, que llegó con muchos autos y un par de ómnibus que viajaron hasta la zona metropolitana para alentar a los suyos. Fue una tarde con emociones para todos, una tarde alegre para los pedrenses que rescataron el primer triunfo del torneo, para salir silbando en moto rumbo al centro, bordeando el Obelisco.

El comienzo del partido fue de ida y vuelta: los dos querían, la viola imponía su jerarquía y Juventud su localía, y estaba acoplado en busca de la primera sonrisa. Defensor se mostraba un poco más certero con el balón gracias a la influencia del mágico Nicolás Olivera, pero perdió por roja al mundialista sub 20 Fede Gino, que le pegó un patadón a Darwin Torres. Pero Nico Olivera, que jugó un partidazo, edificó a los 30 minutos una gran jugada que terminó en penal, que luego él mismo concretó. La primera parte se fue con Defensor, el equipo de Tabaré Silva, aguantando bien la ventaja a pesar del hombre de menos, pero el complemento era un duro obstáculo ante un Juventud querendón.

Los de Saralegui salieron a acorralar al rival. Jonathan Charquero, aquel delantero que integró la sub 20 de Diego Aguirre, ingresó para acompañar a Falucho Silva y a Báez en el ataque. Cuando recién arrancaba Rodrigo Viega -que se comió la cancha en el mediocampo- sacó un remate dentro del área y Baez l0 desvió para que, sin pedir permiso, la bola se abrazara con la red. El gol fue festejado como un descuento por hinchas y jugadores, y se respiraba la sensación de que se le podía pasar por arriba a ese Goliat capitalino.

Juventud asedió, Defensor intentó quedarse con el balón para defenderse, Puppo y Pais ordenaron un poco la cancha y pararon el aluvión local, Nico Olivera se volvía a cazar la mochila y buscaba como podía.

Contrarrestando esa mini-rreacción violeta, Emiliano Romero sacó un fierrazo de afuera y la colgó en el ángulo, derribando toda la ilusión de los montevideanos. Fue un golazo: óbservenlo en esa fugaz muestra de los goles que nos ofrenda Tenfield. Después, Juventud se agigantó con dos titanes, Gastón Otreras y Rodrigo Viega, y también con un Darío Flores impecable atrás, que de cabeza marcó el tercero que liquidó el asunto. Todo terminó con un sol hermoso cayendo sobre el horizonte, con esa sensación para los pedrenses de que la primavera a veces tarda un poco, pero siempre vuelve.