Después de un par de derrotas consecutivas de los uruguayos en Montevideo, (Nacional ante Gremio y Peñarol ante Santos Laguna), Defensor obtuvo una magnífica y significativa victoria en el Franzini 4-1 frente a Real Garcilaso, que venía de ganarle a Cruzeiro, de Belo Horizonte.

Cuando aparece el “¡qué lastima!”, es indicador de que algo no anda bien, a pesar de que inicialmente parecía todo lo contrario. Este “¡qué lastima!” es parecido al “bien igual”, muy bien desarrollado por la murga Asaltantes con Patentes en 2013, por aquello de que el que te lo está diciendo te está dando para delante y para atrás al mismo tiempo; en definitiva, es algo que está bien pero está mal, y eso era lo que le estaba pasando a Defensor Sporting en los primeros minutos del partido, jugando por lejos los mejores minutos de un uruguayo copero en 2014, superando notoriamente a su rival, pero sin poder marcar la diferencia.

Fueron tres, cuatro, cinco las situaciones de gol que la viola tuvo anoche en los primeros 15 minutos del encuentro por la Copa Libertadores. Era casi baile, pero del lindo, con Giorgian de Arrascaeta haciéndolo carozo por la derecha, hasta que a los 19, en el primer ataque de los peruanos, vino una atajadísima de Martín Campaña, y un par de rebotes después, Alfredo Ramua lo embocó de lejos al pobre Campaña, que la fue a buscar adentro del arco.

Increíble, ¡qué lastima!, bien igual. Pero esto es fútbol, y en este maravilloso juego esas cosas pasan, o pueden pasar, y hay que enfrentarlas. Y así lo hizo Defensor Sporting, que siguió y siguió, hasta que a los 35, en un tiro libre de Felipe Gedoz, el arquero Juan Pretel dio un rebote in extremis, y Nicolás Coto Correa, definiendo como un back derecho, le embocó al cuerpo del arquero, que estaba dentro del arco y salió festejando el gol. 1-1 y estaba mal; es que Defensor era muy superior.

Y esas cosas pasan. La viola, que ya el otro día había sido el mejor exponente uruguayo en cuanto a producciones coperas, se fue al vestuario apenas empatando. Pero también pasan otras cosas, y a los 20 segundos de iniciada la segunda parte, rematando una gran jugada, el brasileño Felipe Gedoz puso el 2-1.

De ahí para adelante, y con una singular actuación de Gedoz por la banda izquierda, muy bien apoyado por Nico Olivera, el local tomó, en todo sentido, el dominio del juego. La gracia estaba en tener la pelota con seguridad y creatividad, y así crecía y crecía el elenco montevideano, que al mismo tiempo les quitaba casi toda posibilidad a los incaicos. Buenísimo, en serio, el planteo violeta, que además por su acción generó superioridad numérica, porque la proliferación de infracciones y amarillas hizo que Ramua, de los peruanos, se fuera expulsado.

Y entonces llegó el tercero: un golazo, de contra, que arrancó con un taco para enganchar la pelota en el aire y llevársela a la altura de su área y hacer una corrida como si estuviera en Malasia, hasta que se la dio al Cocho de Arrascaeta, que quiso que el gol fuera de Mathías Cardaccio, que a su vez, y con razón futbolera, quiso que fuera de Nico Olivera, que, si por alguna duda quedaba de que más o menos le pega al reggae, hizo el cuarto, para cerrar con holgura un magnífico 4-1.

Fue una gran producción violeta, mejor aun que la de Santiago de Chile, que había sido buena a pesar de la derrota, y deja a Defensor bien parado en su grupo.